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Cap (1/3)

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Tomó la cesta de plástico que guardaban bajo el el fregadero de la cocina y empezó a recorrer el apartamento en busca de la ropa sucia. Era su turno de hacer la colada y no es que le emocionara realizar tal tarea en su día libre, pero es lo que debía hacer. Además de que era un poco gratificante estar en casa después de días tratando de sobrevivir a dos turnos de trabajo al día.

Por la mañana le tocaba estar tras el mostrador de una farmacia y por las tardes trabajaba en The Break. A veces llegaba tan cansado que sentía como si recién colocaba la cabeza en la almohada y ya debía levantarse e ir de nuevo a trabajar. Era frustrante, pero el cansancio dejaba de importar cuando recordaba que su trabajo ayudaba a que sus hermanos tuvieran una vida más o menos decente, además de que también ayudaba a su madre a no sobrecargarse.

Ella no estaba de acuerdo en que hubiera dejado la escuela y había intentado hacerlo volver en más de una ocasión y quizá algún día lo hiciera, cuando su hermana, Beatrice, ya hubiera terminado la universidad. Entonces ella podría echarles una mano con Kurt y Walter. Hasta entonces planeaba seguir trabajando.

Jaxon trataba de ver la vida desde una perspectiva optimista, era firme creyente de que los malos tiempo no durarían para siempre y que en algún momento las cosas mejorarían para él y su familia. No se podía permitir pensar de otra manera, porque entonces todo sería incluso más difícil. Mantenerse positivo traía buenas energías y en algún momento, eso debía cambiar su suerte.

Fue hasta la habitación  que compartía con sus hermanos menores y recogió la ropa esparcida por el suelo y sobre las camas. Esos pequeños diablillos eran unos desordenados. Luego fue a la habitación que Beatrice compartía con su madre; el panorama ahí era muy diferente, todo estaba perfectamente ordenado. Incluso la ropa sucia que descansaba en una pila a los pies de cada cama.

Bueno, les agradecería más tarde por eso.

Volvió a la sala, que a su vez funcionaba de comedor y cocina, (el apartamento no era lo que se dice grande), para tomar las llaves y poder ir al área de lavandería que estaba en el primer piso. Era más barato que ir a una lavandería de afuera. Sin embargo cuando obtuvo las llaves, su teléfono empezó a timbrar. Dejó la cesta en el suelo y sacó su destartalado teléfono del bolsillo trasero de sus jeans.

Parpadeó al ver el nombre de Gus iluminando la pantalla.

—Hola— respondió con una sonrisa.

Hola, Jax. Lamento estarte molestando en tu día libre, pero de verdad necesito tu ayuda.

Gus casi nunca sonaba así de ansioso, pero en aquel momento sonaba muy... desesperado. Así que Jax se enderezó completamente alerta.

—Descuida, pero dime que pasa ¿estás bien?

Si, pero olvidé unos documento importantes en mi apartamento. Son parte de un trabajo en grupo y debemos entregarlo hoy— lo escuchó suspirar frustrado y no necesito verlo para saber que estaba tirando de su rubio cabello. — fue una estupidez de mi parte haberlos dejado.

—Okey, entiendo. Quieres que te los lleve a la universidad.

Sé que es una mierda, pero en verdad necesito esos papeles.

—No te preocupes. Yo me encargo ¿a qué hora los necesitas?

A las diez treinta.

Le hecho un vistazo al reloj del microondas, eran las nueve, lo que le daba una hora y medía para llegar al campus. Si se daba prisa, aun lograba colocar la ropa en la lavadora. Los demás residentes del edificio solían lavar por las tardes, así que no importaba si dejaba la ropa ahí y volvía por ella después.

Mi Única Adicción (Suerte #7.8)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora