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Cap (1/2)

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Frunció el ceño a la pantalla de su teléfono en donde resaltaba el mensaje que su padre le envió hacía tres días y aun así seguía sin saber por qué estaba enviándole aquello. Tampoco entendía por qué seguía viéndolo una y otra y otra vez.

"Te quiero aquí el jueves a las 8pm y no faltes"

Eso era todo lo que el mensaje decía y la verdad es que no lograba encontrar una buena razón para que Donald Baxter lo estuviera convocando a su casa de manera voluntaria. Le daba mala espina, pero quizá fuera solo su poco aprecio por el hombre lo que lo ponía tan a la defensiva. Cuando se lo comentó a su madre ella frunció el ceño y luego le dijo que fuera solo si de verdad quería, de lo contrario era mejor ignorarlo.

Bueno, pues ya era jueves y por más que algo en su interior le decía que no fuera, Zach no podía ignorar la curiosidad. No es que esperara a tener un cálido momento padre e hijo, nop, eso era más bien imposible, lo había entendido desde hacía años. Aun así...

Terminó de atarse las zapatillas dejando su teléfono de lado con el ceño fruncido. No quería ir, pero la curiosidad era una perra y no quería quedarse con la duda. Además sabía que si no iba, el viejo iba a llamarlo solo para decirle lo despreciables que sus modales eran y otro sin fin de idioteces que le hartaban la paciencia.

—¿Por qué la cara tan seria?— Raúl se sentó a su lado y lo empujó levemente con su hombro.

—No es nada— suspiró peinándose el cabello húmedo con los dedos. Cuando empezaron a volverse más cercanos, Raúl le habló un poco sobre lo jodidas que habían sido las cosas con su padre biológico, así que se sintió en confianza y le contó sobre su propio padre ausente. —El viejo quiere que vaya a su casa más tarde. No tengo ni idea de que es lo que puede querer de mi.

—Pero no quieres quedarte con la duda— adivinó el pelinegro.

—Si— aceptó alcanzando su bolsa de deporte. Habían tenido un juego de práctica con los chicos de una universidad comunitaria de Denver. Fue un juego bastante reñido que terminó en empate. —Tendré que ir y averiguar que rayos quiere.

—Venga hombre, paciencia. Piensa que solo serán unas horas— asintió, porque en realidad era todo lo que le quedaba — ¿Tienes algo más que hacer hasta que sea hora de ir a verlo?

—No en realidad.

—Bueno, quizá quieras venir a mi casa y pasar el rato. Así evitas pensar de más en tu padre y lo que pueda estar planeando.

—Si, eso sería genial. Gracias, Raúl.

—Nada que agradecer.

El pelinegro le palmeó el hombro y luego se puso de pie y terminó de cambiarse. Intercambiaron un par de palabras con el resto del equipo y luego partieron hacia la residencia Danields. Zach siguió al tacleador en su propio aunto y luego estacionó en el amplio camino de entrada. Joder, siempre se quedaba un poco impresionado cuando iba a aquella casa. Era enorme.

Al nada más entrar se toparon con la madre de Raúl, una amable mujer que lo saludó calidamente y le preguntó como estaba, como le iba en la universidad, también le preguntó sobre su madre. Sin lugar a dudas toda esa ambilidad era algo que Leo había heredado. Raúl también era amble, pero menos expresivo y era entendible después de todo lo que pasó. Pero en general, ambos eran dignos hijos de su madre.

Subiero a la habitación del tacleador y se sentaron en el suelo frente a la televisión. Sabía que Raúl no era mucho de videojuegos, pero aun así no le importó entretenerlo para que dejara de pensar en su padre. Funcionó, así que lo agradecía de sobremanera. Estaban en medio de una partida de mortal kombat cuando la puerta de la habitación se abrió lentamente y cierto chico de ojos dulces asomó su oscura cabeza.

Mi Única Adicción (Suerte #7.8)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora