Besie

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Sirah estaba orgullosa de decir que muy pocas veces se había arrepentido de algo que había hecho. Era ese tipo de personas que sabían elegir sus batallas y medían sus acciones con una regla de plata.

Astuta y ambiciosa -solo lo justo-, callada y observadora. Lo que es opinión de sus amigos era la combinación perfecta de un arma mortal. Ella es mordaz y sarcástica cuando quiere, sin demostrarlo completamente.

Pero eso no le sirvió de nada para evitar que se ahogara en el mar desbocado que eran los ojos azules de Orión Black.

Y Sirah Malfoy no era de los que usaban el verbo "ahogar" a la ligera, como alguien podría creer.

Se ahogaba y cada vez se apartaba más de la superficie, a pesar de que luchaba con todas sus fuerzas para salir, parecía que cada patada y manotazo que daba servía para hundirla más.

Pero no se sentía aterrada, lo cual la sorprendía. Era como si su cuerpo se estuviera adaptando a la sensación de adormecimiento que la acompañaba cada vez que cruzaba miradas con Orión. Sentía que las piernas se debilitaban y su mente reproducía una y otra vez frases como: no voy a dejarte ir muy lejos.

Se ruborizó.

Estoy intentando no saltarte encima en este momento.

Apretó las piernas bajo la mesa.

Estoy ansioso por descubrir cada secreto.

Golpeó el pergamino con la pluma repetidamente hasta que venció a la paciencia de Regulus y recibió una mirada extrañada.

Negó con la cabeza en un silencioso "no ocurre nada" y volvió su atención a la pizarra donde la profesora Claverthon anotaba la importancia de la constelación Auriga sobre el crecimiento de las siembras.

O eso intentó.

En su mente la única constelación que tenía lugar era la de Orión.

¡Pero Merlín! Estaba aterrada de ser descubierta. Siempre había podido pasar desapercibida. Era de baja estatura y más menuda que el promedio de chicas de su edad. Además estando rodeada de Issa y Dome era imposible llamar la atención, por lo que no tuvo que esforzarse tanto en ocultarse. Pero ahora era el objetivo en la mira de Orión Black y se sentía más expuesta que nunca.

De repente sus intenciones de encontrar las respuestas que quería se veían perturbadas.

Y nada la molestaba más que eso.

Estaba tan enojada. Furiosa. Iracunda. Que cuando Regulus la zarandeó ligeramente para llamar su atención estuvo a punto de lanzarle un maleficio nada agradable. Pero se contuvo.

Así era su vida, un paseo por el camino de esconder lo que sentía realmente y regular sus emociones hasta el punto de crear una versión de ella misma que podría cumplir sus objetivos y agradar a todos.

Regulus entrecerró los ojos y la observó detalladamente.

—¿Por qué parece que estás apunto de matarme y ocultar mi cadaver en el fondo del lago negro?

—Siempre me ha sorprendido tu capacidad para leerme la mente. —respondió ella arrastrando las palabras.

Regulus sonrió inocentemente.

—No puedo creer que eso te sorprenda. Me siento ofendido porque a mi mejor amiga aún le sorprenden cosas sobre mi.

—¿Podrías dejar el drama para Dominique? Te juro que no puedo soportar a dos exagerados en mi vida.

—Primero, no soy dramático. Y segundo: llamar a Dominique dramática es un eufemismo.

—Pues esa dramática fue la que se encargó de ti cuando apenas podías mantenerte de pie y creaste un nuevo estilo de numeración. —dijo neutra. Aunque Regulus más que nadie sabía que se estaba burlado de él.

Sirah Malfoy ||  Tercera Generación || Donde viven las historias. Descúbrelo ahora