Corazones rotos

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—Ya ha comenzado el partido.

El clima helado y la adrenalina acumulada de todos los espectadores, eran el escenario perfecto para el partido que se llevaba a cabo, y Sirah no podía hacer más que agradecer a Issa por haberla abrigado tanto, no sabía si hubiera soportado el frío usando solamente el suéter de Orión. Habían ido directamente al partido después de su plática con Uriel, y por esa vez, Dominique ni la había obligado a hacerlo.

Se encontró ansiosa por ver a Orión sobre esa escoba, no sabía cómo había logrado evitar la mayoría de los partidos antes de ese momento, porque la emoción que la carcomía era agradable y novedosa, haciéndola querer buscar cualquier escoba disponible y unirse al vuelo de Orión, majestuoso y letal, remontaba el viento y lo doblaba a su gusto, volaba tan rápido que los ojos de Sirah no podían seguirle la marcha, y hacía descensos de infarto junto con vueltas mortales que mantenían su corazón en vela, temeroso y orgulloso en partes iguales.

—Que sorpresa —murmuró Dominique a su lado—, Gryffindor está ganando, te juro que creí que Ravenclaw les patearía el trasero. ¡Si Sirah pudo ganarles, cualquiera puede!

Abraxas soltó una risa ahogada por el viento y pasó su brazo derecho encima de los hombros de Dominique.

—El partido pasado lo ganaron ustedes por suerte, no esperes que vuelva a suceder. Ya veras que el partido final nos dará la copa.

Sirah los ignoró mientras seguían contradiciéndose el uno al otro, estaba más ocupada observando a Orión con los ojos picando a causa del frío. Sintió a Regulus a su lado y los tensos músculos de su mentón le avisaron que algo no andaba bien.

—Estas muy callado, Reg, no has dicho nada desde que salimos de la enfermería. Y teniendo en cuenta lo mucho que te gusta escucharte a ti mismo, esto es un milagro.

Regulus hizo una mueca de ofensa que resultó tan graciosa que Sirah no pudo evitar reír a carcajadas. Regulus le devolvió una sonrisa.

—En increíble que ahora controlan mi silencio, entre tú, Dominique e Issa van a matarme. Ya entiendo porque no tengo novia, no creo que ninguna chica en su sano juicio pueda aceptar que las amigas de su novio lo controlen mas que ella misma.

—No te controlo, tonto, me preocupo por ti.

Regulus soltó un resoplido.

—Claro, abre las ventanas, Regulus. Tráeme chocolate, Reg. Préstame las respuestas de astrología, Reg. Estas muy callado, Reg. Salta de la torre de astronomía y muere en el camino, Regulus.

Sirah lo observó de reojo.

—Estoy segura de que la última te la has inventado.

Él la miro con la derrota marcada en sus ojos grises como el acero.

—Pues has fallado, fue cortesía de Dominique hace tres días.

Sieah suspiró y le sostuvo la mano a su amigo, con fuerza, tratando de transmitirle un poco de paz. Porque ella sabía lo que estaba pasando por esa mente ordenada y sagaz, comprendida la tristeza de esa alma tan calmada y le arrugaba el corazón cuando no podía ayudarlo. Ambos giraron a la izquierda cuando Dominique se rio de algo que había dicho Abraxas, Regulus torció el gesto, como si la imagen le hubiera propinado un puñetazo en el estómago y apartó la vista.

Estuvieron así unos minutos en los que James encontró la snitch y salió como el viento a su encuentro, hasta que la pelota alada se perdió nuevamente.

—No le has preguntado a Uriel por el espejo.

Sirah suspiró, sabía que iban a sacar ese tema en algún momento.

Sirah Malfoy ||  Tercera Generación || Donde viven las historias. Descúbrelo ahora