Dominique rubia

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—Tengo intenciones de teñirme el cabello —comentó Dominique, mirándose las uñas sin interés—, tal vez un castaño oscuro. Mira lo mona que se ve Sirah, le da un aire angelical.

Se escuchó un bufido pero nadie levantó la cabeza del pasto para descubrir quien había sido. Hacia un frío del demonio, normal en octubre pero poco bienvenido por el pequeño grupo de Slytherin. Ya se extrañaban los días calurosos y soleados.

—No creo que tú puedas verte "angelical", ni si quiera con un disfraz. —dijo Regulus, arrastrando las palabras, moviéndose cómodamente y colocando los zapatos muy cerca del rostro de la pelirroja.

Sirah suspiro, resignada ante la inminente nueva discusión que se avecinaba, pero tan acostumbrada a eso que de lo contrario se aburriría. Habían decidido descansar en el patio y hacer los deberes, pero la castaña estaba tan distraída que había comenzado el ensayo de transformaciones con un relato sobre "cómo, por todos los astros pude dejar que Orión Balck me besara" y continuó con un resumen de "no puedo creer que me gustara" muy detallado, haciendo hincapié en los ojos azules del chico Balck y los miles de Hipogrifos que despertaban en su estomago.

Tonta, tonta, tonta.

—Yo creo que te verías bien rubia —opino Thomas, ganándose un gesto de asco por parte de las tres amigas que conocían a varias rubias compitiendo por el premio de "imbecil" del mes—. Serías una rubia sexi, como tú hermana... ¡AUCH! ¡¿Y eso a que se debe Regulus? —preguntó entre gruñidos, sobandose el brazo que le golpeó Regulus.

—Yo opino que no necesitas teñirte el cabello, eres perfecta así como estás —dijo Sirah con voz baja y la mirada perdida entre las nubes.

Dominique levantó la cabeza y le dedicó una sonrisa insinuante a su amiga.

—¿Es aquí donde declaras tu ferviente amor hacia mi? Porque debes saber que es totalmente correspondido, corazon. Seremos felices juntas. Solo imagínalo: tú pintando en un estudio lleno de lienzos y con olor a acuarela, y yo llevándote café y galletas. Sería el paraíso.

Sirah rodó los ojos y se mordió el labio para ocultar la sonrisa que cada vez se hacía más grande.

—¿En que parte de esta fantasía tuya se supone que aprendiste a hornear galletas sin causar un incendio? —preguntó Issa entre risas.

—Oh en ninguna, esas galletas las hornearía Regulus, obviamente. —decidió Sirah, uniéndose a la fantasía de su amiga.

El mencionado arqueo una ceja, aunque sabía que nadie lo estaba viendo y aprovechó para liberar la sonrisa que llevaba rato bailando entre sus labios.

—Por Merlín, Sirah. ¿Acaso crees que te dejaría comer algo que cocine este idiota? ¡Nos envenenaría! —exclamó Dominique fingiendo indignación y pateando suavemente la pierna del moreno.

—La única capaz de envenenar a alguien serías tú, con tu veneno de serpiente. —murmuró Regulus entre dientes.

Se escucho la risa ronca de Blaine y Thomas que estaban más cerca de Regulus.

—¿Cómo me has llamado?

Regulus estaba deseoso de responderle y hacerla rabiar, pero fue interrumpido por su propio hermano, que se acercaba junto a su grupo hacia los Slytherin.

—Creo que oí algo de "una serpiente venenosa" o algo por el estilo. ¿Qué pensaría mamá de tu vocabulario hermano? Joder

Sirah había sentido una sombra interponerse entre su cuerpo y los escasos rayos de sol, antes incluso de escucharlo. Su cuerpo se tensó y los recuerdos del suceso ocurrido hace dos noches la invadieron. Trató por todos los medios de no sonrojarse, no había sido su primer beso, pero si había sido la primera vez que sentía esas inmensas ganas de vivir en sus labios y no dejarlos ir jamás.

Sirah Malfoy ||  Tercera Generación || Donde viven las historias. Descúbrelo ahora