Lord Elvis Zeppelin

301 18 0
                                    

La habitación no es un buen lugar para escribir una carta si no quieres que tus amigos se enteren. Eso James debería saberlo, conociendo a sus amigos y conociéndose a sí mismo. Pero Merlín sabía que no haría un viaje a la biblioteca o a un aula vacía para escribir una carta. Solo le tocaba rezar para que nadie entrara a la habitación en ese momento.

Además, James olvidaba que era un mago talentoso y que bastaba un simple hechizo de bloqueo a la puerta, para mantener la curiosidad de sus amigos alejada de su carta. Oportunamente James solo recordaba hacer ese hechizo cuando le daba un tour por su habitación a alguna chica. Y no cuando escribía una carta que definitivamente no deseaba que alguien más leyera.

James-distraído-Potter acababa de terminar su carta cuando escuchó la puerta de su habitación abrirse de golpe, dejando ingresar a un pelirrojo y un rubio que comentaban acaloradamente sobre el tamaño de los senos de Amelie Thrussell. Y claro, ¿Por qué no? James-sutileza-Potter se avienta sobre su carta recién terminada para evitar que sus amigos la vean. Lo cual, obviamente llama más la atención de los dos chicos, incluso un poco más que los senos de Thrussell.

Idiota, que idiota que soy. Pensaba James mientras trataba de sentarse relajado a la vez que escondía la carta tras su espalda.

Abraxas enarcó una ceja platinada mientras observaba a su mejor amigo con una mueca burlona. Los Potter tenían la desventaja de ser un libro abierto, una sola mirada y sabias lo que pensaban, cosa que el rubio perfeccionó gracias a tantos años de amistad.

— ¡Chicos! ¿Qué hacen aquí? — cuestionó James con un intento de sonrisa gigante en su rostro, tratando de no mirar a esos dos a la cara.

Concéntrate James, pueden oler el miedo.

 ¿Por aquí te refieres a nuestra habitación? ¿La que compartimos desde hace cinco años? — preguntó Fred con los ojos entrecerrados.

Trágame tierra.

— ¿Qué tienes tras la espalda, Jamie? ¿Nos ocultas algo? — canturreó el rubio mientras se acercaba lentamente al azabache, que se levantó apurado y estiró el brazo con todo y carta sobre su cabeza.

— ¡Aléjense, se los advierto! — amenazó James, luego frunció el ceño queriendo golpearse a sí mismo por ser igual de amenazante que un micropuff.

¿En serio idiota? ¿Se los advierto?

Abraxas amplió más su sonrisa y trató de no mirar a Fred que se acercaba a James por detrás.

— Vamos Jamie, ¿Para quién es esa carta? ¿Una chica? ¿Te has enamorado? — preguntó Abraxas tratando de no reír justo en el momento en que Fred salta y le arrebata el pergamino a James. El rubio envuelve a su mejor amigo en un abrazo para evitar que pelee con Fred, mientras el pelirrojo toma aire y comienza a leer.

Querida madrina.

Espero que estés bien y que te haya gustado el regalo de cumpleaños que te envié. Me leí todo el libro que me regalaste a inicios de verano y me ha gustado mucho...

El pelirrojo deja de leer y observa a James enarcando una ceja — ¡Vaya! Abraxas amigo, creo que James si está enamorado, pero de tu madre — comenta entre risas haciendo que el rubio ruede los ojos y el azabache se sonroje hasta las orejas.

— No estoy enamorado de nadie, idiota. — dice entre dientes — Dame la carta.

El rubio libera a su amigo y se adelanta para agarrar la carta. James suelta una maldición entre dientes y se acuesta en su cama rendido, conocía a sus amigos y sabía que no se detendrían hasta conocer todo el contenido de la carta.

Sirah Malfoy ||  Tercera Generación || Donde viven las historias. Descúbrelo ahora