De trucos muggles y primeras veces

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Esa noche, mientras sus compañeras de habitación dormían, colocó el libro que había estado leyendo en su mesita de noche y se vistió la túnica sobre su pijama para después salir rumbo a la biblioteca donde la esperaban dos gemelos rubios sonrientes.

Bueno, al menos uno de ellos sonríe.

—Pero miren a quien tenemos aquí, la chica Malfoy llegó para hacernos compañía. Parece que mi hermano no mentía —canturreó Ulrich, malhumorado y recostado sobre la puerta de la biblioteca.

—Hola Ulrich.

—¿Cómo supiste? —murmuró el rubio genuinamente sorprendido de que pudiera diferenciarlos.

—¡Fácil! —exclamo Uriel saliendo detrás de una armadura—. Solo atinó por el gemelo mas cabronazo y acertó —miró a Sirah con una sonrisa y le tomó la mano—. Me alegra que vinieras.

La chica sonrió un poco incómoda por la atención y apretó la mano del chico antes de retirarla.

—Bueno, me has escrito. Tenía que saber que hacen ustedes mientras todo el castillo duerme –dijo en un susurro—. ¿Cómo llegaron hasta acá sin que los encontraran?

—Es secreto de gemelos. Si te lo dijera tendríamos que matarte. ¿No Uriel?

El chico miró mal a su hermano antes de contestar.

—Nadie matará a nadie hoy, Ulrich —dijo y volteó hacia Sirah—. No le hagas caso, esta enojado porque quería dormir y no ha podido.

—¿Y que se lo impide? —preguntó Sirah con una sonrisa paciente.

—Alguien tenía que venir a comprobar que Uriel no hiciera una locura por amor. —se quejó Ulrich con sorna—. Y quería saber que razón tenía la pequeña Malfoy para entrar a la sección prohibida de la biblioteca sin permiso. No te ofendas pequeña, pero no eres precisamente intrépida.

Y tú no eres precisamente gracioso.

—Si viniste solo por eso creo que has perdido tu tiempo. Solo quiero sacar unos libros. Pero no sé como entrar a la sección prohibida sola, mientras ustedes si saben que hacer.

—Y si que sabemos, ven conmigo—murmuró Uriel y le tomó la mano nuevamente a la castaña para después guiarla hacia la entrada de la biblioteca.

Suspiro en silencio, agradecida de que no preguntaran porque razón no le pedía ayuda a sus primos o hermanos, y asombrada observó como Uriel empujó ligeramente las grandes puertas que cedieron y se abrieron dejando atrás un leve ruido.

La boca de la chica de abrió ligeramente y sus ojos castaños la acompañaron haciendo sonreír al rubio que aún tomaba su mano.

—Es un viejo truco muggle, ponemos un trozo de papel en esta parte y la puerta no termina de cerrarse. Así fue como entramos la última vez.

—Si, si. Que asombroso. Pasen ya antes de que nos vea algún cuadro y estemos realmente jodidos —se quejó Ulrich mientras avanzaba con las manos dentro de su sweater siendo seguido por su hermano y Sirah.

Avanzaron en silencio hacia la sección prohibida y miraron la elegante reja negra que les impedía el paso.

—Bien, ¿Y ahora que? —preguntó la chica con la mano sobre los labios mientras pensaba.

—Ahora hechizamos a madame Prince para que nos deje entrar —murmuró Ulrich con los brazos cruzados. Debió haber visto la duda en el rostro de Sirah pues sonrió inocentemente—. Es broma.

Claro.

—Está bien, entonces ¿cuál es la solución?

—Buscar la llave —murmuró Uriel mientras se encogía de hombros—. Madame Prince la esconde en un cajón de su despacho. Así que no tenemos que ir muy lejos, quédense acá y yo la traigo.

Sirah Malfoy ||  Tercera Generación || Donde viven las historias. Descúbrelo ahora