Sirah Malfoy

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La primera vez que Orión vio a Sirah fue a los 10 años. Ella en ese momento solo tenía 8 años, la edad de su hermano menor y era tan amenazante como un Yorkshire terrier. Lo primero que llamó su atención no fueron sus ropas chamuscadas, el desastre que formaba su cabello castaño oscuro, la palidez enfermiza de su piel, los múltiples cortes en sus brazos o su expresión de terror. Lo que llamo la atención de Orion fueron sus ojos, tienen el color exacto del café, recién hecho, cuando brilla por el reflejo del sol que entra por las ventanas y choca con la porcelana fina de su madre.

Para ese entonces a Orion no le permitían tomar café, pero cuando cumplió los 14 y entro a las cocinas de Hogwarts con los chicos en busca de un bocadillo nocturno lo vio, en el estante donde guardaban las hojas de té y por extraño que parezca, las tartas de calabaza y los bollitos rellenos. Se encontraba un gran tarro de café en polvo, Orion sabía que a los estudiantes no se les permitía consumir cafeína, y esa fue una de las principales razones por las cuales obligo a Teddy y Maxon a preparar un poco para él.

En el momento en que el líquido toco sus labios frunció el ceño, preguntándose cómo era posible que esa sustancia pudiera tener un olor tan exquisito y un sabor tan amargo. Toda la noche la paso en vela, en un estado de excitación inducido por la cafeína que corría por sus venas y que no le permitió conciliar el sueño, como Teddy se lo había advertido. Cuando por fin logró dormir mientras amanecía, soñó con unos ojos color café y en la amargura que se escondía tras ellos.

— Señor Black, le estoy hablando a usted — La voz firme y disgustada de la directora McGonagall lo trajo devuelta al presente. Se encontraba sentado en la oficina de la directora, con sus padres a su espalda y una Sirah con el ceño fruncido sentada a su lado. — Me gustaría saber ¿Cómo es posible que alguien se meta en problemas el primer día de clases? ¡Merlín! Aun no entiendo que hacían usted y su grupito en la biblioteca. Lo entiendo del señor Lupin pero sé que usted y el resto no ha vuelto a poner un pie ahí desde segundo año. — La directora comenzó a ponerse un poco roja y Orión podía jurar que en cualquier momento saldría humo de sus orejas.

— Solo buscábamos libros para la tarea de pociones — Sonrió con la máxima inocencia que un chico de 1.80m y con pinta de motero puede aparentar.

— Los de séptimo ni si quiera han tenido clases pociones, Black, eso es hasta el jueves y apenas es el primer día de clases. — respondió Sirah entre dientes, sin mirarlo.

— Solo quería estar mejor preparado para las clases, Sirah. — se burló el joven remarcando las letras del nombre de la chica con una sonrisa de suficiencia.

— Malfoy, para ti. — Sirah estaba comenzando a fruncir el ceño tan profundo que se le marcaban las venas del cuello y la frente, haciendo que Orion sonriera aún más. Juró que pudo escuchar a su madre murmurar tras el algo que sonó como < es tu culpa que el saliera así. Merlín, tienes que hacer algo >. Orión solo puso los ojos en blanco y volvió su vista hacia la directora tratando de ocultar su risa cuando su padre habló.

— Pues claro que haré algo, Harry no se va a creer esto, mi hijo le ha ganado a James ¡En la dirección el primer día de clases! ¿Sabes desde cuando no se ha visto esto? — su tono de voz reflejaba lo orgulloso que se sentía, haciendo que las 3 mujeres de la habitación soltaran un resoplido de frustración.

Orión volvió la vista hacia Sirah quién también lo observaba frustrada, y no pudo recordar cuando fue que la mejor amiga de su hermano menor le comenzó a gustar, tal vez fue la primera vez que la vio, o simplemente fue la primera vez que tomó café y pensó en ella. Lo más probable es que fuera la primera vez que se quedó a dormir en casa de su tío Draco y la observo leer frente a la chimenea toda la tarde, o aquella ocasión en se cayó del árbol junto a la madriguera cuando celebraban su cumpleaños número 12 y ella corrió hacia el con una expresión de miedo y preocupación en su pequeño rostro.

No sabía cuándo fue, pero empezó a sentir esas terribles ganas de estar cerca de ella a cada momento, cualquier excusa era la mejor si le permitía tocar su mano, así fuera con un simple roce. Si era necesario molestarla para que ella posara sus ojos en el por más de 10 segundos, el encontraría mil y un maneras de hacerla rabiar.

Ella era todo lo que el necesitaba, todo lo que quería. Es la brisa fresca en los días calurosos y las tardes frente a la chimenea en los días de invierno. Es la sensación de calma que tienes cuando estás terminando un libro y todo está saliendo a favor de los protagonistas, así como también es ese vuelco en el estómago que da cuando bajas de picada en la escoba y enderezas en último minuto. Si las estrellas necesitaran inspiración para brillar cada jodida noche, mirarían a Sirah.

Si la palabra valor necesitara fortaleza, le pediría consejos a Sirah.

Todo el mundo debería tener la suerte de verla sonreír al menos una vez en la vida. Si bien a Orion aun no le terminan de agradar los Slytherin, podía hacer varias excepciones.

— Bien, creo que es mejor terminar con esto — la voz de la directora lo atrajo nuevamente al presente — Dejaremos que el profesor Lupin como jefe de tu casa escoja tu castigo, sin embargo, tienes que disculparte ahora mismo con tu prima — finalizó la directora mirando a ambos adolescentes por encima de sus anteojos y juntando las manos sobre su escritorio.

— Ella no es mi prima — aclaro el pelinegro, con expresión seria y un tono de voz neutro. Haciendo que la castaña a su lado lo mirara inexpresiva y que su padre le diera una palmada en la cabeza, una fuerte palmada.

Mierda, no quería...

— ¡Basta Orion! — pidió su madre angustiada, mirando de reojo a su sobrina política con preocupación.

— No, tía Marlenne — dice Sirah después de aclararse la garganta, su tono de voz neutro al igual que su expresión — No te preocupes. Directora, me gustaría ir ya a cenar, si no le molesta — la directora la miró con preocupación mientras asentía. Con un movimiento de su muñeca la puerta de su despacho de abrió y Sirah salió luego se besar en la mejilla a su tía y dedicarle una pequeña sonrisa a su tío.

— La has cagado esta vez, hijo. — murmuró Sirius con compasión, mientras apretaba un poco el hombro de su hijo, que no levantaba la vista de la alfombra verde.

Mientras el Gryffidor caminaba hacia el gran comedor para la cena pensaba en lo idiota que debe ser una persona para joder a alguien como Sirah. Pero no podía simplemente imponerse una mentira, ella no era su prima, pero si era su familia, y en algún momento encontraría la forma de que ella lo supiera, sin que los hermanos de ella no lo mataran en el intento.

Sirah llego a su familia a sus 8 años, destrozada, herida y sola. En todo este tiempo Orion la observo crecer, aprendiendo a esconder su dolor, aprendiendo a dejar que otros la amaran, aprendiendo que a veces lo que quieres no es lo que necesitas.

Después del ataque a ese pueblo muggle Gales, cuando todo el Ministerio de magia se unió para ayudar a los sobrevivientes, Draco Malfoy encontró a una niña pequeña, asustada, abrazada a si misma mientras miraba a todos con terror, no recordaba su propio nombre o si tenía familia. Aterrada de todos los magos y brujas que se acercaban a socorrerla, solo dejó que un hombre serio, alto y con el cabello platinado la tomara de la mano y la ayudara a atravesar todo ese terreno destruido. Solo confío en Draco Malfoy y desde entonces no soltaba su mano para nada.

Orion quería decirle que no era su primo, y aún así era su familia. Pero no podía soportar esa mirada de desagrado que pondría. El no la merecía, pero demonios ¿Quién podría merecerla?

Si Orion Black intentara algo con la única chica Malfoy, su tío y sus primos Maxon, Abraxas y Scorpius lo matarían.

Pero nadie puede decirle que hacer a Orión Black más que el mismo.

Joder, eso espero



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Hola!  Ya está lista la segunda parte y van apareciendo otros personajes nuevos. Tengo muchas ideas para esto. Y espero que les guste y lo disfruten.

La canción que les deje arriba me ayudo mucho a escribir esta parte. Es simplemente hermosa, deberían escucharla.
Besos, SdS.

Sirah Malfoy ||  Tercera Generación || Donde viven las historias. Descúbrelo ahora