Síndrome de Gilipollez Crónica

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Merlín dame paciencia.

—¡¿En que demonios estabas pensando?! ¡Claro, lo olvidaba! ¡TÚ NUNCA PIENSAS!

Paciencia, Sirah. Respira y cuenta hasta 10.

1-2-3-...

—¡Cállate Regulus, y deja de gritar en mi oído! Esto es una jodida mierda, un complot contra mi.

...4-5-6...

¿Un complot? ¡Un complot! Pelirroja del demonio ¿Cómo puedes decir eso si todo es TU culpa?

...7-8...

¡Como escuchaste maldito traidor! No confías en mi. ¿Crees que yo haría eso por gusto?

—¡SI!

—¡Jodido Black! Desquiciado, idiota, traidor, imbecil...

Sirah se había cansado.

Esos dos habían logrado desenterrar el nervio de su impaciencia. Lo tenía oculto, en el fondo, bajo grandes toneladas de cemento y ladrillos. Pero ellos, habían logrado lo imposible. 

—¡Bueno, ya basta de gritos! ¡Por Morgana! Estamos en medio pasillo, al menos esperen hasta llegar a la sala común. —exclamó Sirah masajeandose las sienes bajo la mirada extrañada de algunos estudiantes.

Regulus contesto con un gruñido nada amigable y la castaña estaba segura de que conocía a Dominique lo suficiente como para imaginar su dedo corazón alzado hacia el pelinegro.

Los tres chicos se dirigieron en un silencio tenso hacia la sala común –realmente, ambos seguían murmurando insultos a espaldas de Sirah–. Al llegar, el lugar estaba repleto de estudiantes hablando y haciendo deberes en las mesas, típico de un martes por la tarde. La castaña hizo su mejor esfuerzo en ignorar a sus dos amigos mientras divisaba a Thomas, Blaine e Issa sentados en su lugar de siempre y se dirigía a paso ansioso hacia ellos.

Dejó caer sus libros sobre la mesita y se sentó en el piso reprimiendo un suspiro agotado. Issa y los chicos levantaron la vista de sus deberes al escuchar los gritos silenciosos que se dirigían Regulus y Dominique, luego volcaron su atención en Sirah quien se encogió de hombros y movió los labios para formular un <lo de siempre> silencioso.

Todos parecieron entender y siguieron haciendo sus deberes como si nada hubiera pasado.

—¡Eres como un grano en el trasero! —murmuró Regulus— ¡Eres peor que eso! ¿sabes que? He reflexionado, acabo de tener una revelación. ¡Si eres tan desquiciada como todos dicen!

Auch

—Claro que sabes como se siente un grano en el trasero. Tatiana no dejaba de hablar sobre lo tímido que eres quitándote la ropa interior. No me sorprende. ¡Seguro tratas de ocultar todos esos desagradables granos! —respondió la pelirroja con rabia—. ¿Sabes lo que eres? Un soberano idiota ¡no! El ministro de los idiotas.

Blaine movía su cabeza de Regulus a Dominique como si estuviera viendo un partido de tenis muggle. Thomas se sentó en el piso junto a Sirah y le ofreció un paquete de chocolate sabor a rosas. Secretamente, le estaba mostrando compasión por haber tenido que soportar a los dos gritones tanto tiempo.

Y es que todo había estado tranquilo mientras Dominique, Regulus y ella estudiaban en la biblioteca. Claro, antes de que los corrieran por segunda vez en un mes, gracias a los gritos de Dominique hacia una rubia de Ravenclaw que parecía ser de séptimo año.

Sirah Malfoy ||  Tercera Generación || Donde viven las historias. Descúbrelo ahora