Zanahoria número 101

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Ese dicho que dice siempre hay calma antes de una tormenta, McGonagall lo sabía, lo conocía igual de bien que conocía a cada estudiantes que se encontraba sentando frente a ella en el gran comedor, mientras se servía el desayuno. Incluso los depredadores procuraban no hacer un movimiento en falso, ni el más mínimo ruido mientras acechan a sus presas.

La primera semana de clases se sintió tal cual eso, una falsa y poco duradera calma invadía el castillo. Los años de experiencia le sirvieron para entender como los jóvenes se comunicaban sin palabras, un movimiento de cejas por acá, un entrecerrar de ojos por allá y si, definitivamente esa era una pequeña sonrisa en la cara del mayor de los Black. Fijó su vista en la mesa de Gryffindor disimuladamente, mirando por encima de su ejemplar del profeta mientras trataba de anticipar el desastre inminente.

Orión tenía una canción en la cabeza, no podía olvidarla, se repetía en su mente como un disco rayado. Lo hacía golpear la copa que tenía en frente con su tenedor mientras masticaba al ritmo del gran Rey Michael Jackson.

— ¡Si no te detienes ya te golpeare, hermano! — lo interrumpió Maxon mientras le sujetaba el brazo. — Si no te conociera bien, diría que pareces nervioso. — Terminó burlándose mientras llevaba una tostada a su boca.

El pelinegro jamás admitiría que estaba nervioso. No entendía por qué James y su grupito no habían hecho su primera jugada del año, siempre eran predecibles, pero ahora solo podía dudar. Una táctica que aprendió con el tiempo, es la de observar, analizar y luego actuar. Sin embargo, no puedes analizar nada si no ha ocurrido nada.

Un ruido salió de su boca, una mezcla entre un resoplido y una carcajada, mientras miraba a Maxon a su lado y luego pasaba la mirada a sus otros dos amigos que se encontraban mirándolo desde los asientos de enfrente.

— Es la emoción, te lo aseguro. Esta vez nadie lo verá venir y haremos que cualquier guarrada que prepare Jamie sea poca cosa. — Teddy sonrío un poco mientras seguía leyendo el libro de encantamientos que tenía en las manos.

— Así no hayan pruebas de que fuimos nosotros, McGonagall lo sabrá. — afirmó Wood con orgullo. — Siempre y cuando no nos suspenda en Quidditch todo estará bien.

— ¡Todo saldrá bien! Fue planeado usando la lógica, inteligencia y nuestra gran habilidad — Sentenció Orión mientras rodaba los ojos — Eso y mi encanto natural harán de esta la mejor broma de inicio de año.

Desvío la mirada hacia la entrada del gran comedor justo a tiempo para ver a su hermano entrar, seguido de Dominique que iba bostezando, como cosa rara, la chica Parkinson que se amarraba el cabello en un moño alto y, cerrando la marcha estaba Sirah, que caminaba mientras leía algún libro pequeño, desde la distancia Orión no lograba ver el nombre pero estaba seguro de que no era para las clases.

The way she came into the place

Podía escuchar claramente la voz de Michael en su cabeza.

I knew right then and there

Sonrió aún más cuando sus presas se sentaron en la mesa de Slytherin e hizo una señal a sus tres amigos para avisarles. El desayuno en sus platos paso a segundo plano y Teddy soltó su libro para ver como Wood señalaba con su varita al techo disimuladamente y murmurando el hechizo dejó caer una increíblemente gran cantidad de polvo de tiza, sobre los estudiantes de Slytherin. Todo el comedor quedó en completo silencio.

Los cuatro chicos aprovecharon que la atención de todo el comedor estaba en la mesa de las serpientes, para señalar uno a uno a cada estudiante haciendo que el polvo de tiza formara palabras sobre sus cabezas.

Sirah Malfoy ||  Tercera Generación || Donde viven las historias. Descúbrelo ahora