Programa especial

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La ansiedad estaba apoderándose de cada uno de sus sentidos, mientras lo arreglaban, pensaba en las fechas que se aproximaban, no podía dormir y no podía comer, estaba cansado e irritable la mayor parte del tiempo, no ayudaba en nada el hecho de que Jungkook pareciera estar distante, lo odiaba por eso, porque estaba fallando a su promesa de permanecer a su lado sin importar nada más, era y debía ser siempre su prioridad.

En esos días, era cuando más pensaba en Yoongi, Jimin estaba seguro de que este seguía su vida sin preocuparse de nada, como lo hizo desde el principio, que no le importaba si estaba bien o mal, pero ¿Qué otra opción tenía? Si ellos se habían lastimado tanto, pensaba que, si no hubiese visto ese beso en su fiesta de cumpleaños, a esas alturas las cosas podrían ser diferentes.

Se hallaba en el limbo, entre lo que deseaba y lo que debía hacer para ser famoso, amaba la fama, estaba llegando a donde siempre quiso, lo había soñado desde niño, entonces ¿Qué le detenía de disfrutarlo? El pasado, uno que estaba lleno de secretos, que, si salían a la luz, terminaría con todo por lo que había luchado, dejándolo en la nada, la gente que lo idolatraba le daría la espalda y aquellos que amaba le odiarían por completo.

Pensaba constantemente ¿Qué haría Yoongi si supiera la verdad? O en su defecto ¿Qué pasaría con Jungkook si supiera que le había mentido por tanto tiempo? Era una encrucijada, estaba cayendo al abismo y no sabía cómo salir del hoyo.

—Salen en cinco—dijo un miembro del staff entrando al camerino.

Su maquillista dio los últimos retoques y asintió. —Mírate y dime si te gusta.

Jimin se miró al espejo, sin duda ella había hecho un enorme trabajo, tratando de ocultar su cansancio y malos hábitos, asintió con una sonrisa, estaba listo, deslumbrante, era hermoso y todos a su alrededor se lo decían constantemente, era perfecto, o al menos esa era la imagen que él mismo quiso crear para los demás, para que nadie fuera capaz de ver sus horribles defectos.

—Gracias—dijo amablemente antes de levantarse, su estilista dio unos últimos retoques a su traje y le dejo salir.

Su camerino estaba frente al de Taehyung, ambos salieron al mismo tiempo y no pudieron evitar verse de frente, lo veía más repuesto, aunque no había pasado más que un par de días luego de su intervención, su piel estaba radiante, sus ojos tristes, pero manteniendo una mirada profunda, recordaba que tiempo atrás lo habían nombrado como el rostro más hermoso del mundo, envidia, eso es lo que Jimin sentía al verlo tan perfecto luego de un aborto, ¿Cómo era posible que ni la enfermedad y el dolor lo destruían? A menos que sea un gran mentiroso, como él.

—Hola Tae—dijo con una sonrisa socarrona—. ¿Te sientes mejor?

Su mueca le dijo todo, lo odiaba. —Eso es algo que no te importa Jimin, así que prefiero no hablar contigo a menos que sea necesario.

—Veo que te despertaste molesto, eso está mal, aunque yo también ¿Sabes? Hubiese deseado seguir durmiendo con Jungkook—mintió, no lo había visto desde aquella tarde en su departamento, cuando habló con Jungwon.

—No me interesa—respondió con tranquilidad—. Lo que hagas con tú novio no es mi asunto, evita darme información que no pedí.

—¿Es verdad lo que planeas hacer? Dejar todo, entonces, ¿Puedo decir que gané?

Taehyung lo observó con furia. —Ganaste Jimin, si esto era una competencia para ti, déjame decirte que fuiste el vencedor, ahora si me disculpas, estaré haciendo mi trabajo.

Lo vio alejarse por el pasillo, sonrió ladino, era divertido hacerlo enojar, le despejaba de sus problemas. Su mánager le miró con seriedad.

—Basta Jimin, no queremos más problemas, tienes que comportarte.

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