Inicio de la guerra

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Yoongi miró a Taehyung por unos momentos antes de que esté comenzará a reír, como si hubiese dicho la mejor de las bromas, sin embargo, en ningún momento le vio a la cara, aquello era confuso, como un doble mensaje que no podía descifrar. Había ido a verlo después de su encuentro en su estudio, dónde dijo cosas que no habían estado bien, sabía que lo lastimó y no quería dejar las cosas así, eran buenos amigos, Yoongi sentía que Taehyung lo entendía como nadie en el mundo, lo quería y se sentía culpable de sus palabras.

No iba a hacerle esa pregunta, si bien, pensó mucho en la razón por la cual Taehyung había dicho eso de Jimin, llegó a la conclusión de que era debido a JungKook, sin embargo, cuando lo vio, fue lo primero que quiso saber.

—No, no siento algo por ti, te dije que me gustabas, pero sólo es atracción, eres de las pocas personas que se ha portado bien conmigo.

Sus palabras, en vez de aliviarlo, le causaron un poco de recelo, asintió suspirando y dando un paso hacia atrás.

—De verdad lo lamento, nunca debí decir eso.

—Lo hiciste y ¿Sabes qué? Es verdad, cada palabra es real. Tal vez la razón por la cual odio a Jimin es porque lo he visto como el que me arrebató lo que era mío, pero, está mal, JungKook nunca fue mío, él tuvo la libertad de decidir, pero no lo hizo. Así que estoy listo para soltar, pero, no puedo ser amigo de Jimin, ni siquiera estar en la misma habitación que él.

Yoongi hizo una mueca, observó a la decisión de Taehyung y tuvo que asentir, sabía que para sus amigos sería difícil aceptar de nuevo a Jimin, de alguna manera le molestaba, Jimin estaba pasando por un momento muy difícil y él necesitaban a sus amigos, Taehyung suspiró y recargó la cabeza en la puerta unos momentos, antes de volver a mirarlo, su semblante cambio a uno más tranquilo.

—Yoongi ¿Estás bien?

—No, no lo estoy.

—Sientate, tomaremos una copa de vino, pero antes tengo que ir a ver a mi hijo.

El pálido hizo lo que este le pidió, se sentó en el sillón, y espero, estaba confundido, sus emociones eran un mar turbulento, uno que no podía parar, era diferente la forma en la que pensaba, ahora, la situación con Jimin, parecía ahogarlo, no es que no lo amara o quisiera a su hijo, era todo lo que venía implícito en ello, sus carreras, la opinión pública y tener que enfrentar el pasado.

—Ya está—dijo Taehyung regresando—. No duerme si no le doy las buenas noches.

Yoongi sonrió a medias. —Es un niño muy lindo, tiene tus ojos.

—Sí, se parece más a mí, lo cual es excelente.

Taehyung regresó al sillón con una botella de vino y dos copas, se la tendió a Yoongi para que la abriera con el sacacorchos, lo hizo de forma experta. Sirvió ambas copas y bufó.

—Prefiero el whisky.

—Yo el vino, así que te aguantas, estás en mi departamento.

Yoongi rodó los ojos, parecía que las cosas entre ellos estaban bien, al menos no le gritaba mientras lo corría de su departamento, se sintió en confianza.

—¿Cómo fue para ti? Sé que ya te he hecho está pregunta, pero quiero que me digas todo, tener un hijo es tan aterrador.

—Mi situación es diferente Yoongi, yo tenía diecisiete años, era un mocoso idiota, obviamente nadie veía bueno que tuviera un hijo, estaba aterrado, pero, me aferré a tenerlo, aún cuando JungKook y su familia no querían.

—¿Te arrepientes?

Taehyung miró sobre su hombro al pasillo donde estaban las habitaciones, suspiró y regreso la mirada.

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