Capítulo 16

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            Cloe acudió a la boutique de Paolo para su primer día de trabajo. Al llegar, la recibió el diseñador que le explicó lo que debía hacer en caso de que viniera una clienta. Cuando terminaron, la puerta se abrió y apareció Gillian quitándose unas enormes gafas de sol y las metía en su bolso de marca que colgaba de su brazo.

            -Oh Dios, la bruja boca de besugo ha vuelto- dijo Paolo por lo bajini a Cloe.

            La chica sonrió y luego dejó que el diseñador se acercara a Gillian.

            -Paolo he venido a hablarte del vestido.

            -¿Le pasa algo? Cuando se lo llevaron estaba perfectamente.

            -Lo sé, es espléndido, me encanta- dijo dándole el bolso al diseñador y se dirigió a unas prendas de ropa que había colocadas en unos maniquíes- ¿reconociste a la persona que vino a buscarlo?- preguntó con una sonrisa maliciosa en los labios.

            Paolo miró a Cloe y sin que Gillian se diese cuenta, le guiñó un ojo a lo que ella respondió con una sonrisa.

            -Claro que la reconocí, querida.

            -¿Y qué te parece el aspecto de la idiota de Natalie?

            -De verdad que estaba muy mal.

            Gillian soltó una carcajada y sonrió burlona.

            -¡Lo sé y me encanta! Es lo que se merece, siempre haciéndose la mosquita muerta para ganar las competiciones de baile.

            Cloe cerró las manos formando dos puños y se giró para que Gillian no viera la cara de rabia de la joven.

            -Sinceramente no pensé verla así.

            -Bueno, lo que importa es que no va a volver a bailar y nadie me quitará el puesto que me merezco. Ahora olvidemos eso y vayamos a probarme el otro vestido.

            -Claro, pasa por aquí- dijo Paolo entrando en la salita tras el mostrador, Gillian lo siguió y cuando esta entró, el diseñador se asomó y le dijo a Cloe- dentro de un momento te llamaré para que me ayudes con los alfileres y te lo pido, clávale alguno, por favor.

            -Créeme, nada deseo más en este momento- dijo la chica sonriendo.

            -Tú y yo nos llevaremos la mar de bien, querida- dijo Paolo sonriendo- ahora espérame aquí a que yo te llame.

            Entonces Paolo volvió dentro dejando a Cloe sonriendo maliciosamente.

            Ribber no fue ese día a clase, apenas había dormido y estaba bastante cansado. Cerraba los ojos y recordaba el beso que había compartido con Natalie.

            Como no tenía sueño, cogió su guitarra y comenzó a tocar aquella melodía de la canción que había cantado con la chica.

            La joven que pasaba por allí, oyó la melodía y cerró los ojos. Posó su mano en el pomo de la puerta por un instante pero no se atrevió a verlo así que se apoyó en esta. Su corazón latía frenéticamente porque a su mente había vuelto aquel delicado beso que le había encendido por dentro. No podía dejarse llevar por sus sentimientos, no quería volver a sufrir como sufrió con Drake.

            Suspirando, Natalie se alejó de la puerta cerrada con una mano cerrando su colgante.

            Los últimos acordes sonaron en su guitarra y él suspiró recostándose de nuevo en la cama. Nunca se había sentido así y no sabía qué hacer. Siempre había sido un picaflor y no se había sentido tan atraído por una chica pero es que Natalie era tan dulce e inocente… a la vez que bella y seductora sin siquiera proponérselo.

Bailes de PasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora