Capítulo 7

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            Al día siguiente, Ribber llamó a su padre para contarle que Natalie había aceptado que lo viera. Irían a cenar ese fin de semana para que ella conociera a sus padres aunque sabía que su hermana no querría que ella viniera a la casa ya que le había hecho ese desplante hace unos años. Lo importante era que la joven sería revisada por su padre y probablemente volvería a bailar.

            Cuando acabó su clase de baile, antes de meterse en el vestuario buscó a Natalie, la cual estaba limpiando una enorme vitrina llena de trofeos entregados a la academia en diferentes concursos. Tras encontrarla, se acercó.

            -Hola- le dijo al oído ya que ella estaba de espaldas.

            La joven pegó un brinco haciendo que uno de los trofeos se cayera al suelo, ella se giró rápidamente.

            -Ribber, ¿es que quieres matarme de un susto?

            -Lo siento, sólo venía a decirte que este fin de semana vendrás a cenar a mi casa y mi padre hará una valoración sobre tu rodilla.

            -¿Este fin de semana?

            -Sí, concretamente el sábado. Yo vendría a buscarte para llevarte a mi casa.

            -¿Tan pronto?

            -Sí, no quiero correr riesgos de que te arrepientas.

            -Si acepté, ya no tengo vuelta atrás.

            Natalie se giró y vio el trofeo en el suelo. Maldiciendo, se agachó. Ribber se percató y la miró.

            -¿Sucede algo?

            -Mierda, se ha roto el trofeo. De esta, Yvette me mata.

            -No te preocupes, le diré que fue por mi culpa.

            -Aún así, luego me echará toda la culpa a mí, ¡joder!- exclamó al ver a Yvette aparecer ante ellos.

            Llevaba un cantoso vestido de color azul con una especie de chaqueta de gasa del mismo color con plumas en el cuello. Miró a Natalie y luego miró el trofeo.

            -Natalie ¿se puede saber qué le ha pasado al trofeo? Es uno de los trofeos más importantes que ha recibido la academia.

            -Lo sé pero…- comenzó a decir Natalie.

            Ribber se metió en medio de las dos mirando a Yvette, protegiendo así a la joven que estaba completamente asustada y temerosa por la reacción de la mujer.

            -Yvette, no fue culpa suya, de verdad, la asusté sin querer y se le cayó, yo tengo toda la culpa, estoy dispuesto a pagar el arreglo.

            -No la defiendas- dijo Yvette mirándolo- fue ella quien la tiró.

            -Pero fue mi culpa.

            -No insistas, además, ¿no deberías ir a ducharte? Bonito, hueles bastante mal- dijo la mujer haciendo un gesto de asco- así que, será mejor que te vayas.

            -Pero…

            -No me gusta repetir las cosas- dijo Yvette cortante.

            Ribber sin poder hacer más, miró a Natalie y se marchó. Yvette, entonces, centró toda su atención en ella sonriendo con malicia.

Bailes de PasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora