Capítulo 2

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            Ribber estaba en la cafetería cuando apareció Gillian sonriendo ampliamente. Al verlo, se acercó a él y le dio un beso en los labios.

            -Hola, chocolatito- dijo Gillian sentándose en el regazo del joven- ¿me has echado de menos? Porque yo sí.

            -¿De verdad?- preguntó él irónico- pues creo que no tengo ninguna llamada tuya en mi móvil.

            -Bueno…- dijo la joven viéndose en un aprieto- es que perdí el móvil.

            -¿Seguro?- preguntó el chico y sin pedirle permiso siquiera sacó el bulto que había en el bolsillo trasero del vaquero de ella- ¿y esto qué es?

            Gillian abrió los ojos, sorprendida.

            -¡Mi móvil!- gritó la joven como si fuese la primera vez que lo viese después de mucho tiempo- ¿cómo habrá ido a parar a mi bolsillo?, de verdad que no lo encontraba por ningún lado, seguro que fue mi hermanastra quien lo escondió.

            -Basta, Gillian, deja de burlarte de mí, estoy harto de tus tontas excusas, debemos romper.

            -¡¿Qué?! No, no te atreverás…

            -Claro que me atrevo, mira, Gillian, hemos roto.

            Gillian se levantó rápidamente y lo miró entre sorprendida y enfadada.

            -No, tú no puedes romper conmigo.

            -¿Y por qué no?

            -¡Porque aquí la que rompe las relaciones soy yo! Siempre lo hago cuando me canso de los tíos.

            -Pues parece que esta vez, yo romperé la regla.

            Gillian lo miró ofuscada.

            -¡No! ¡Tú no me vas a dejar! ¡Te dejo yo!- espetó la chica mientras se quitaba el collar y lo tiraba sobre la mesa- ¡Ahí tienes tu asqueroso collar!

            Tras decir eso, Gillian se marchó de allí bajo la mirada estupefacta de todos los que se encontraban en el lugar. Ribber cogió el collar y se lo guardó en el bolsillo.

            Algunos lo miraron fijamente y él dijo:

            -¡Qué! ¿Tengo monos en la cara?

            Nadie dijo nada y siguieron haciendo sus cosas.

            El joven, después de tomarse un refresco, volvió a su habitación donde Dylan lo acusó a preguntas.

            -¿Qué pasó? ¿Lloró? ¿Está mal?

            -Me armó un pollo en medio de la cafetería, está enfadada y no, no lloró.

            -Seguro que has destrozado su corazón.

            -¿Tú crees? Yo creo que no.

            Ribber se sentó y tomó su guitarra, se la puso sobre el muslo y comenzó a tocar una melodía que había compuesto durante las navidades. Dylan se tiró en su cama escuchando la música.

            -Es buena… tío, las canciones que compones se salen, deberías grabar una maqueta.

            -¿Una maqueta? No, no sería buena idea.

Bailes de PasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora