Capítulo 29

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            Dylan besaba a Cloe como nunca lo había hecho con otra chica. La besaba con verdadera pasión y deleite, dejándose llevar por las deliciosas sensaciones que ella le transmitía con su cuerpo.

            La joven se separó y abrió los ojos para mirarlo.

            -Creo que esto dice mucho más de lo que sentimos- dijo él recuperando el aliento.

            -E… eso parece- respondió ella.

            Dylan la atrajo hacia sí y metió las manos por debajo de la camiseta de la joven, la cual lo miró con los ojos entrecerrados pero a la vez con un deseo aterrador.

            Tenía que ser la razonable de los dos por lo que apartó las manos de él de su cuerpo.

            -Dylan… estoy trabajando… no puedo desatender la tienda. Paolo no está y me he quedado a cargo durante dos días. No podemos quedarnos aquí haciendo algo que no debemos- dijo la joven maldiciéndose por dentro ya que su cuerpo había respondido a las caricias de él sin proponérselo siquiera, haciéndola sentir vulnerable.

            -No creo que Paolo se enfade si cerramos la tienda por un rato- le susurró él al oído, lo que provocó un intenso escalofrío en la joven.

            -Pero… ¿y si viene una clienta?- preguntó ella al verse acorralada.

            -Pues que vuelva más tarde o si no que venga mañana.

            El joven se apartó de Cloe, la cual se apoyó en la pared al notarse desfallecer por unos instantes y vio cómo Dylan cerraba la puerta con llave y cambiaba el cartelito de abierto a cerrado.

            -Dylan, es muy temprano para cerrar la tienda- dijo ella cuando lo vio acercarse lentamente- esto no está bien, deberías…

            Cloe no pudo acabar la frase porque él la había acallado con un delicioso beso que la dejó flotando y sin aliento.

            -Siempre he querido saber qué se siente al hacerlo en un probador- le susurró él al oído cuando se separó de los dulces labios de ella.

            La joven, velada por el beso preguntó:

            -¿Qué?

            Pero Dylan no le dijo nada más sino que la arrastró hasta uno de los probadores donde él volvió a invadir aquellos dulces y hermosos labios que lo volvían completamente loco de deseo.

            Retrocedieron sin separarse hasta que la espalda de la joven chocó contra el espejo del fondo del probador. Sin esa pared quizá no hubiese seguido de pie mucho tiempo, pensó la joven.

            Las manos de Dylan atraparon el borde de la camiseta y la levantó para poder tocar la sedosa piel de la joven mientras ella se agarraba firmemente al cuello de él. Nunca había sentido nada igual por otro chico. ¿Cómo era posible querer al chico que odias de un día para el otro? Esa era una cuestión que no lograba explicarse pero que tampoco le importaba tanto en ese momento porque las manos de él estaban subiendo peligrosamente hasta llegar a los pechos aún cubiertos por el sujetador pero que ya se notaba los pezones duros.

            Sin esperar más, Dylan le quitó la camiseta para luego pasar a quitarle el sujetador que lo separaba que aquellos jugosos pechos. Una vez liberados, el chico los tomó en sus manos rozando con el pulgar las pequeñas piedras que formaban sus pezones y la joven se removió inquieta. Su cuerpo febril, temblaba de anhelo, quería más de lo que él le estaba dando en ese momento. La estaba torturando pero no tardó en recibir lo que deseaba y notó como los labios del chico se cerraban alrededor de uno de los pezones y succionaba haciéndola gemir de puro placer.

Bailes de PasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora