Capítulo 33

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            Cloe estaba en la boutique intentando localizar a su amiga pero no contestaba a su móvil.

            -Señorita- le riñó Paolo- deja de llamar y atiende a la gente. Al novio lo puedes llamar después.

            -No llamaba a Dylan- dijo Cloe poniéndose un poco colorada- llamaba a Natalie pero no contesta.

            -Seguro que está con su novio o ensayando algún baile.

            -Pero siempre se lleva el móvil- dijo la chica con semblante preocupado- si te dijera que tengo un mal presentimiento ¿me creerías?

            -No sé, los presentimientos no siempre son acertados.

            -Ya pero es que siento algo dentro que no sé explicar.

            -¿No será que comiste algo que te sentó mal?

            -Paolo, hablo en serio.

            -Y yo también… es que no creo en esas cosas, querida. Quizás sean imaginaciones tuyas.

            -Lo siento, quizás sean cosas mías.

            Dicho esto, la joven volvió a sus quehaceres.

            Natalie abrió los ojos lentamente, al parecer se había quedado dormida. ¿Habría sido un sueño? Se miró pero todo era real, se hallaba atada y amordazada en el cuarto donde había ensayado y sólo Gillian y Sarah sabían que ella estaba allí.

            Intentó soltarse de nuevo pero cada vez el cordón que ataba sus manos se clavaban más en sus muñecas. La joven gimió dolorida. ¿Cuánto tiempo llevaría ya allí?

            De repente su estómago rugió lo que la hizo encogerse.

            Más lágrimas asomaron a sus ojos. Deseaba gritar pero la mordaza le impedía transmitir cualquier sonido quedando estos en quedos gemidos.

            La puerta, entonces, se abrió obligando a Natalie a cerrar los ojos ya que la luz le dio de lleno cuando sus ojos hasta ese momento se habían acostumbrado a la penumbra. Una silueta apareció portando algo en sus manos. Esta se agachó frente a ella.

            Era Sarah.

            -Pensé que tendrías hambre- dijo la joven evitando mirarla directamente.

            Natalie desvió la mirada, no podía mostrar algún signo de debilidad, ya se había burlado bastante Gillian de ella.

            Sarah intentó quitarle la mordaza pero la joven giró más la cara.

            -Natalie, yo no voy a hacerte daño ni nada por el estilo- la joven la miró enfadada- sé que tengo la oportunidad de ayudarte pero no puedo… anda, déjame quitarte la mordaza para que comas algo…

            Natalie volvió a apartar la cara y sin contemplaciones le dio una patada a la bandeja, tirando todo el contenido al suelo, dejando claro que no iba a aceptar nada de ella y menos si era cómplice de Gillian.

            Sarah miró la comida esparcida por el suelo y volvió la vista a Natalie que estaba encogida y lloraba desconsoladamente.

            -Lo siento, Natalie…- la joven recogió lo que pudo de la comida, colocándolo en la bandeja y salió de allí. Cuando cerró la puerta, se apoyó en esta, suspirando- lo siento de verdad…- murmuró y bajó las escaleras.

Bailes de PasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora