Capítulo 8

1.1K 37 4
                                    

            Beverly estaba en el comedor tomándose unas patatas fritas cuando lo vio aparecer. Era tan guapo y considerado que su mente la llevó a soñar un futuro con él.

            El joven al verla, se acercó a ella sonriendo.

            -Hola, Beverly, ¿qué tal?

            -Hola, Devon- dijo ella sonriendo tímidamente- yo estoy bien ¿y tú?

            -Aquí como siempre, ¿qué tal llevas la clase de canto?

            -Bueno, no me quejo, aún no he mejorado mi voz pero poco a poco lo voy consiguiendo.

            La joven lo miró, su pelo corto castaño y los ojos color azul como el mar, la volvían loca. Él sonrió y le dijo:

            -Bueno, nos vemos en clásico.

            -Sí, hasta luego.

            Devon se fue de allí y entonces apareció Gillian y la miró con los brazos en jarra.

            -No me puedo creer que estuvieras hablando con Devon, creo recordar que te dije que no es para ti.

            -Sólo hablábamos.

            -No debes hacer ni eso… pero mírate, ¿otra vez picando entre horas? Te estás poniendo como una foca.

            Beverly bajó la mirada, avergonzada y Gillian aprovechó para quitarle las patatas.

            -Lo hago por tu bien, querida, anda ve a ponerte la ropa de clásico.

            -Ya voy.

            La joven se levantó y salió del comedor pero en vez de dirigirse a su habitación, fue al lavabo. Se miró en el espejo fijamente y se levantó la blusa para tomarse un poco de carne del vientre, se veía gordísima y eso no le gustaba.

            Con la mirada perdida se dirigió a uno de los baños, cerró la puerta y miró el retrete fijamente. Se arrodilló y se metió dos dedos en la boca lo que le provocó el vómito. Tras vomitarlo todo, salió y se lavó la cara para recuperarse, Volvió a mirarse en el espejo. Se odió por lo que acababa de hacer pero era eso o que su ropa no le sirviera.

            Tras eso, salió y fue a cambiarse a su habitación. No volvería a picar entre horas, se acabó. Se puso las mallas, se recogió el pelo y se fue corriendo al aula donde tendría baile clásico.

            Cloe llegó a la academia y se dirigió a la habitación de su amiga.

            -¡Hola, hola, amiga mía!- exclamó Cloe al entrar pero al ver a su amiga con las manos vendadas, se acercó a ella y se sentó a su lado- ¿qué te ha pasado?

            -Nada, son unas simples ampollas.

            -¿Simples? ¿Estás segura?

            -Sí, de verdad, no es nada, ya casi están curadas…

            -Pero, ¿cómo te lo hiciste?

            -Limpiando el suelo.

            -¿Cómo que limpiando el suelo? Que yo sepa se limpia con fregona.

            -Yo lo limpié con mis manos, Yvette me obligó.

            -¿Qué?- preguntó Cloe estupefacta, luego frunció el ceño y dijo- esto ya se pasa de castaño oscuro, ¡te está explotando!

Bailes de PasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora