Pasaron dos días en los que Natalie apenas notaba el paso del tiempo encerrada en aquella habitación y sumida en la penumbra. Sus muñecas y tobillos estaban completamente heridos de tanto forcejear, tampoco le quedaban lágrimas que derramar.
Desde que la habían encerrado allí no había probado bocado y su garganta estaba sedienta pero no cedería ante la amabilidad de Sarah porque no se fiaba de ella a pesar de que esta lo intentaba a menudo.
-Natalie, debes comer algo… podrías enfermarte…
Pero la joven apartaba la cara y la ignoraba completamente. Sarah se daba cuenta del estado de Natalie porque cada vez estaba más pálida e incluso parecía enferma… la piel estaba pegajosa por el sudor. Su preocupación iba en aumento pero si decía algo, Gillian cumpliría su amenaza.
Le tocó suavemente un brazo y notó cómo la piel de la joven ardía.
-Tienes fiebre…- le dijo la joven- estás enfermando… tengo que hablar con Gillian, no puede dejar que te pongas mala y no haga nada al respecto.
En ese momento, la puerta se abrió y apareció Gillian que miró a Natalie con una sonrisa maliciosa y se acercó hasta las jóvenes.
-¿Hoy tampoco quiere comer?- preguntó a Sarah.
-No pero se está poniendo mala, creo que tiene fiebre…
Gillian se agachó frente a Natalie y la miró fijamente.
-Con que tienes fiebre ¿eh? Qué pena…
La joven la miró para luego bajar la mirada y comenzó a toser.
-Hay que hacer algo, Gillian, podría ponerse peor…
-No lo creo… además dicen que bicho malo nunca muere ¿no? No te preocupes, seguro que vivirá.
Tras decir esto, Gillian se levantó mirando despectivamente a Natalie que levantó la mirada y vio como la otra levantaba un pie para darle una patada en la zona de las costillas que la hizo encogerse de dolor y volvió a toser.
Rápidamente, Sarah se acercó a Natalie pero esta se encogió evitando que ella le rozara por lo que la joven apartó la mano.
-Natalie…
Si dejaba que Gillian se saliera con la suya, Natalie podría ponerse peor. Tenía que hacer algo pero ¿qué?
Lentamente se levantó y se alejó hasta salir de allí, dejando a la joven sola tosiendo. Cuando cerró la puerta, apoyó la frente en esta y suspiró, confusa. No sabía qué hacer porque si ayudaba a Natalie, Gillian cumpliría su amenaza pero si no la ayudaba, la joven podría ponerse peor y quién sabe cuánto más aguantaría.
¿Qué podía hacer?
Con este pensamiento, bajó las escaleras y se fue a su habitación.
La tarde siguiente, apareció una pareja de policías buscando a Yvette.
Todos los alumnos estaban muy sorprendidos al verlos allí y justamente buscando a la directora pero ¿para qué?, se preguntaban todos, sólo había dos de ellos que sabían perfectamente el por qué han venido esos policías a buscarla.
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Bailes de Pasión
RomansaNathalie era una joven bailarina con un maravilloso futuro por delante pero un día ese sueño se ve truncado tras una aparatosa caída que le impide volver a bailar ahora trabaja en la academia de su padre, fallecido en un misterioso accidente de tráf...