Caos I

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Decir que amas a alguien es bastante difícil la verdad. Aunque algunos lo digan por el calor del momento, decirlo sobrio, mirando a los ojos a esa otra persona y sintiendo mil incomodidades en el cuerpo solo por tener a ese ser frente a ti, es difícil.

La palabra en sí no es sencilla , conlleva demasiada responsabilidad y un lazo tan fuerte que es imposible de obviar. Cuando lo que se siente en verdad es amor, todo se vuelve hermoso pero especialmente complicado.

No puedo imaginar volver a perder a Jhon un solo día de mi vida.

Al inicio cuando recién lo conocí, la atracción y el sexo fue lo primero que recorrió nuestros sentidos y sucumbimos rápidamente en ello. Pero también nos trajo consecuencias graves, principalmente porque no fundamentamos una relación, solo éramos dos seres que se atraían y hacían lo que deseaban no lo que sentían.

Mi mayor error fue dejarme llevar por el instinto y sin control de mi propia naturaleza, lo mordí.

No fue en absoluto correcto.

Una tradición sagrada, un simbolismo importante para nuestra especie roto y obligado. La expresión en el rostro de Jhon es una imagen que jamás sacaré de mi cabeza.

La desilusión de que la confianza que alguien tenía en mi estaba rota. Un alguien importante.

Y lamenté cada segundo de estos años el haber perdido su confianza, el haberlo defraudado, porque algo que nos enseñan desde niños ha sido siempre el control sobre nuestros instintos. Es algo que como adultos ya tenemos dominado.

Y fallar de esta manera, frente a mi pareja, a ese ser que me miraba con adoración, con la inocencia que tiene Jhon pese a su característica personalidad traviesa.

Eso dolió .

Dolió muchísimo.

Solo espero que algún día esa mirada de completa confianza regrese a mí.

Pero sé que voy por buen camino.

Desde que lo volví a ver allí borracho en mi bar y pude tenerlo de nuevo en mis brazos todo mejoró.

Mis días , mi humor , mi vida tomó un color diferente. Estaba feliz, mi lobo, mi propio yo se sentía en tranquilidad al verme perdonado y con una segunda oportunidad que aprovecharía al máximo.

Cada día que amanecía con Jhon en mis brazos me sentía afortunado.
El lobo era hermoso en su completa masculinidad, sencillo, divertido, cariñoso y un completo niño necio cuando quería. Jamás pasaba un día sin que sonriera por su causa.

Y eso solo podía significar que estaba locamente perdido por él.

Lo amaba.

Y por eso mismo tenía terror de cualquier cosa que pudiera alejarlo de mi. Así que de allí mi sentimiento impulsivo de protección.

Quería pasar un tiempo en pareja sin pensar en los problemas que nos rodeaban. Pero al parecer llegamos a un lugar que tenía sus propios problemas y que de alguna manera estaba significando un peligro hacia nuestra relación, y hacia nuestras vidas. Pues desde que sucedió lo de las fotos y el humano desconocido, mi tranquilidad se fue a la mierda.

Gabriel era uno de mis enemigos, el primero de ellos, no se lo mencionaba a Jhon para no alterarlo, pero el hombre era en extremo misterioso y no confiaba en él, mucho menos en como miraba a Jhon.

Siempre vigilaba al hombre cada vez que entraba a la casa, y estaba precavido de que no fuera a hacer algo contra Jhon.

Estaba seguro que podía o quería hacer algo contra él. Bueno , todos miraban a Jhon casi siempre, y el lobo nunca se daba cuenta. Siempre con una sonrisa, un chiste o un guiño. Y aunque era parte de su personalidad, era mejor estar pendiente de mi chico.

Ya estábamos en posición para hacer una cacería en forma , sin que nos tomaran esta vez por sorpresa. Habíamos cerrado la casa y dejado las luces de la habitación principal encendidas ,lo mismo que la televisión. Nuestro primer señuelo.

El segundo fue a idea de Jhon , con almohadas hicimos las formas de cuerpos sobre la cama. El vaquero se divirtió lo suficiente haciendo eso. La televisión no podía dejar de influenciar su loca mente. Y su creatividad pervertida salió a flote hasta que se puso serio en cuestión y fue momento de salir a cazar.

Estábamos echados sobre la maleza esperando que algo sucediera, o que alguien llegara. Durante las primeras horas de guardia todo paso con calma.

De hecho llegué a pensar que por el día de hoy no tendríamos visitas nocturnas inesperadas. Pero un par de horas después, todo cambio.

El olor del humano de la cámara volvió a aparecer, ubicamos su rastro a unos cuantos metros de distancia, cuando lo observamos en detalle, parecía que estaba intentando enfocar la cámara.

Sentí como el lomo de Jhon se alzaba mientras observabamos como empezaba a tomar fotos.  Moví su cabeza con la mía para indicarle que se calmara. Un gruñido nos delataría y haría correr al maldito humano.

Jhon solo giró su cabeza molesto. Cambiando a su cuerpo humano. Su rostro traía un puchero y un ceño fruncido. Solo se sentó allí mirándome con cara de malas pulgas.

Un gesto tan...él.

No cambié,  solo pase mi lengua por su rostro. Jhon de inmediato sonrió.

El humano misterioso, chisto con su lengua y luego de eso guardó su equipo en una mochila y salió del lugar. Esa fue nuestra alerta para seguirlo.

Al parecer hoy no había conseguido buen material.

Jhon regresó a sus cuatro patas y comenzamos a seguir al humano esta vez más de cerca. Mucho más, justo íbamos a solo un par de metros de ambos lados, cubiertos por la maleza y nuestra sutileza al caminar.

Esta vez el humano tomó otra ruta, los árboles de esta zona eran mucho más separados, por lo que la luz de la luna entraba mejor y ayudaba muchísimo más que la vez pasada. Para nuestra suerte se retiró su sudadera.

Teníamos su rostro.

Lamentablemente era uno igual de desconocido, un chico joven de cabello oscuro, no más alto del promedio. Un lunar bastante notorio adornaba con gracia su mejilla derecha.

Iba cantando algo en un idioma que desconocía. Tal vez ¿Griego?No tenía idea.

Jhon trotaba a mi lado con calma, detallando cada movimiento del humano.

El chico se subió un poco más su mochila a sus hombros y continuo el camino. Casi veinte minutos después llegamos a lo que reconocí como un sendero. Para este momento tuvimos que dejar que el chico tomara ventaja. No había tanta maleza por aquel camino.

Cuando el sendero terminó una pequeña bajada nos llevó al patio trasero de una casa. Seguramente era la última casa de una calle cerrada.

Paré el paso junto con Jhon viendo cómo el chico entraba por la puerta de la cocina.

A paso rápido cruzamos el claro acercándonos a la propiedad. El olor era bastante reconocible.

-¿papá? Ya llegué- dijo el chico.

Alcé mis orejas cuando todas las fichas cayeron en su lugar.

Era el hijo de Gabriel.

- ¿Apenas te dignas a aparecer? , ¿Que quieres que haga?, ¿Una fiesta?-  respondió el hombre.

Cambie a mi cuerpo humano y llamé a Jhon, entre en pánico cuando no lo ví.

-¿Jhon?- llame bajito.

Cuando su cabeza salió de la puerta de cocina, sentí un vacío.

- rápido Leo- susurró antes de desaparecer dentro de la casa.

¡Maldición!

Relatos de la manada oeste.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora