Misteriosa

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- tienes trabajo que hacer- ordenó Gabriel a Audrey.

- ¿De nuevo?- preguntó el chico.

- ¿Cuántas veces te he dicho que no se cuestiona el trabajo?- le dijo el hombre mayor.

Se escuchó el rechinar de una silla. Al parecer el hombre se sentó. Unos segundos antes escuché bolsas de lo que seguramente fue mercado. Supongo que eso fue a hacer Gabriel al pueblo, ahora Audrey las estaba organizando.

- pero papá siempre le haces caso a esa mujer, ¿No te parece extraño lo que pide y lo que hace?, ¡Es la dueña! Sí yo recibiera esa cantidad de dinero no me pondría a hacer ese trabajo- le dijo el chico.

-¡NO SE CUESTIONA AUDREY! - le dijo con voz dura Gabriel - eso " extraño" que hace nos da de comer , no importa si pide cosas...distintas, tampoco es nada del otro mundo- le dijo Gabriel.

- pero no te toca hacerlas- susurró Audrey.

Miré a Jhon que estaba frente a mi. Estábamos bien pegados de la pared a un lateral de la casa. Jhon frunció el ceño.

- ¿A quién diablos se refiere?- susurró Jhon . 

Solo alcé mis hombros.

-¡¿Qué dijiste?!- le gritó Gabriel al chico.

- nada papá, lo haré , terminaré aquí y me iré- le dijo el chico rápidamente.

- empiezo a creer que es medio sordo- me dijo Jhon al oído. Sonreí recordando lo que Jhon le había dicho a el viejo.

- sabes que ella pide más vigilancia cuando ya se van acabando los días - dijo el hombre mayor .

-¿Qué ocurre después?- preguntó el chico - El señor del taxi dice que nunca lo llaman de nuevo para regresar, pero todos los turistas se van, ¡Y él es el único taxista en todo el pueblo!-  dijo Audrey con el corazón al mil.

- no es mi asunto y tampoco lo sé, solo nos pagan y hacemos silencio. Con eso comes Audrey y pago tu estudio, no te quiero hablando con nadie del pueblo-

- pero si no me vas a pagar la Universidad- susurró bajito el chico de nuevo.

Fue allí que escuchamos como una silla fue corrida con fuerza y el chico se quejó.

Jhon me empujó para ir por él. Lo tomé de los brazos y lo abracé.

- no nos podemos meter Jhon-

Un golpe secó se escuchó.

Jhon gruño. Yo gruñi. Pero me retuve. Jhon me miró con súplica.

- no vuelvas a desafiarme niño estúpido, no haces más que perder el tiempo con tus fotos mediocres. ¿Crees que gastaré mi dinero para que aprendas a perder el tiempo con ese juguete?, ¡NI LOCO! ahora ve de inmediato y me cuentas que hacen esos dos en el día , y espero que está vez no hagas idioteces y dejes esas malditas fotos en la casa. Tuve que entrar a sacarlas por TU maldita culpa y por nuestro bien espero que por tu descuido no sospechen nada , porque ella se pondrá furiosa -

-¿Entendiste?- gruño el hombre.

Escuché como el chico se quejaba bajito. No sé que estaba haciendo el hombre. ¿Tal vez pellizcandolo?

- si señor - respondió Audrey.

- muy bien - fue todo lo que dijo el hombre antes de escuchar sus pasos hacia algún lugar de la casa. Luego de eso se escuchó un televisor.

El chico recogió rápidamente las cosas , caminó a su habitación y en menos de un par de minutos cerró la puerta y salió.

Lo vimos salir con la cabeza baja y su sudadera de nuevo.

Relatos de la manada oeste.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora