[Capítulo 8]

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Edmond.

Conducir siempre me ha funcionado para despejar la mente, pero en este caso la pelirroja mal humorada que tengo como copiloto, está evitando cruzar cualquier palabra conmigo y la siento tensa y eso hace que me sienta realmente incomodo.

-¿Sabes que no puedes evitarme todo lo que queda de día no?- Le digo y la observó un momento, le doy una sonrisa de boca cerrada para intentar que se relaje un poco.

Me observa con sus ojos verdes brillantes y me responde de manera seca.

-Me evitaste toda la semana y ahora actúas como si me conocieras de toda la vida.- Agrega sin filtro alguno.

Sus palabras me dejan enmudecido durante un momento, no se que responderle, así que opto por hacer lo primero que se me ocurre, orillo la camioneta y freno en seco.

Me da una mirada la cual interpreto como si estuviera asustada y luego me me mira como si estuviera loco. Ambas cosas en una misma expresión.

En realidad si lo estoy, esta zona de la ciudad es bastante peligrosa, los autos pasan extremadamente a alta velocidad.

Me giro sobre mi asiento, encarandola y la chica definitivamente está alterada.

Puedo leerla muy fácilmente.

Sus ojos son muy expresivos.

-No estuve evitándote...- Explico con voz pausada.- solamente no quería estar tras de ti para que no te sintieras furiosa como sueles ponerte cada vez que nos encontramos. No quería ser molesto.- Concluyo de manera serio observándola.

Simplemente me observa en silencio y luego de unos minutos que casi parecen eternos, decide hablar.

-No me molestas...- Explica y muerde su labio inferior en un gesto nervioso y no puedo evitar observar sus labios rojizos.- me haces irritar y me has sacado de quicio en una semana.- Añade en una risa baja.-
Es un tiempo récord a decir verdad.
Pero no me desagrada tu compañía.

Sonrío por sus palabras. La hago irritar hasta ponerla furiosa, pero sé de antemano que le tengo que agradar, por que si no, ni siquiera habría aceptado mi invitación. La verdad es que me gusta el hecho de que es bastante sin filtro.

-¿Entonces, puedes evitar estar actuando como si te tuviera secuestrada?- Me río para restarle tensión al ambiente.-
Relajate un poco, yo no muerdo...-Añado.- No demasiado.

La escucho suspirar y veo como su cuerpo pierda la tensión y se relaja.

-Lo siento.- Dice con voz suave, acomodándose mejor en su asiento para estar más cómoda.- Prometo relajarme y actuar como una persona normal.- Con su dedo índice me apunta de manera amenazante.- Ni se te ocurra morderme, porque te juro que grito.

Una sonrisa divertida se dibuja en sus labios y es el momento donde soy consciente de algo.

Estoy haciendola sonreír.

Enciendo mi camioneta nuevamente y seguimos con nuestro camino. La pelirroja comienza a cantar una canción que no se reconocer y lo hace bastante mal, casi insoportable.

Me burló de ella en voz baja y Lana solo me da una mirada de reojo y sonríe de manera amplia pensando que no lo estoy notando. Continua cantando y me ánimo seguirle la corriente y canto con ella su horrible canción aunque no la conozca o por lo menos lo intento.

Su alegría mientras canta es malditamente contagiosa y no puedo nadar contra corriente, así que comienzo a cantar más fuerte con ella.

Nos encontramos cantando como unos malditos dementes, eso somos, una par de desconocidos que a penas se conocen y que le cantan al mundo con tanta energía que hace que nos duelan las cuerdas vocales. No hay incomodidad, no hay miedo ni vergüenza y mucho menos restricciones, simplemente somos nosotros, dejándonos llevar por la música.

Te Reto.[En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora