[Capitulo 15]

2.7K 317 4
                                    

Edmond.

Estar de nuevo en la casa del árbol hace que me invadan los jodidos recuerdos.

Me siento de vuelta en este lugar como si fuera de nuevo un crío y veo todo a mi alrededor y me es familiar en su totalidad.

En su momento lo fue todo para mi y que ahora no significa nada.

Está exactamente como lo recordaba, todo perfectamente ordenado en su lugar donde corresponde y el ambiente dentro de la pequeña casa es muy acogedor cómo lo recordaba. Este lugar era un refugió para mi, un refugió de todas las personas que estaban a mi alrededor, de todos los demonios que me atormentaban y sobre todo era el lugar donde más recordaba a mi madre ya que solíamos venir aquí y ella me contaba historias hasta quedarme dormido.

Lana me observa y noto la curiosidad en su mirada, no a mencionado nada más con respecto al tema de mi madre y se lo agradezco.

—¿Te gusta?— Pregunto refiriéndome al interior de la casa.

La observo por unos instantes, memorizando cada gesto que hace, tiene una rara manía de tocarse la pulsera que llevaba en su mano derecha cada vez que se encuentra pensado, es algo que pude notar ayer cuando salimos por primera vez.

—Me encanta.— Declara con voz suave observando todo minusiosamente.— Los bosques me parecen hermosos.

Refleja una sonrisa sincera en sus labios.

Tiene sus ojos completamente brillosos, son de un color verde agua.

Dicen que los ojos son las ventanas del alma y nunca había comprendido esa frase, hasta que sus ojos me miraron como si un mismísimo ángel estuviera a mi lado, condenandome y salvándome a su vez.

Es muy sencilla siendo franco, es delgada y de estatura promedio, tiene caderas anchas y buenas tetas, su cabello siempre está desordenado y varios mechones se esparcen por todo su rostro, sus largas y tupidas pestañas acompañan a sus ojos matadores, sus labios son gruesos y perfectamente marcados por el arco de cupido.

Es hermosa a su manera, no puedo darle otra definición...

—¿Por que me miras tanto?— Me pregunta con sus ojos brillando por la curiosidad.

Tomo asiento en el pequeño sofá y decido jugar un rato con ella.

—Tienes un moco en la nariz.— Miento descaradamente y la veo observarse en un pequeño espejo que cuelga de la pared.

Mi respuesta fue mentirosa, mentirosa y muy mentirosa, pero ella al parecer se la creyó.

Cuando se fija que no tiene nada se gira observandome con sus mejillas rojas por la vergüenza, me lanza una mirada asesina y me muestra el dedo corazón.

—Eres un idiota Jones.—Se queja con molestia, pero se le escapa una risa.

La mención de mi apellido me gusta como suena en sus labios. No puedo controlar mi risa por el comentario que ha hecho con respecto a lo idiota que soy y no puedo creer lo ingenua que es.

Idiota es un término que no me viene nada mal.

Lana y yo estamos creando una pequeña relación de amistad y odio, pero por estúpido que sea me siento yo mismo cuando estoy con ella.

—También soy algo raro y gruñón.— Hablo encogiéndome de hombros.— Soy algo así como... Un mapache.

La pelirroja da una carcajada genuina y escucharla reír se siente jodidamente genial.

—¿Un mapache?— Pregunta entre risas.— ¿Te comparas a ti mismo con un desagradable mapache?

Su mirada divertida provoca que una sonrisa se haga presente en mis labios y suspiro.

Te Reto.[En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora