[Capitulo 26]

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Alaina.

—¡No puedo creer lo hermosa que estas!— La voz chillona de mi mamá se escucha por toda mi habitación, mientras me llena el rostro de besos.

La extrañaba demasiado y tenerla aquí conmigo es como estar de vuelta en San Diego. Otra voz me hace prestarle toda mi atención y sonreír al observarlo.

—¿Tienes idea de lo mucho que te he extrañado?— Añade Jesse, mientras me envuelve entre sus brazos en un abrazo cálido y lleno de familiaridad, para luego comentar con dramatismo.— No tengo a quien contarle nada de mi vida y tú no contestas mis jodidos mensajes.— Reclama.

Hace un mohín y río.

Siempre a sido exageradamente dramático y me hace reír con sus ocurrencias, las cuales son muy locas a veces. Es mi mejor amigo de toda mi vida.

—También los he extrañado muchísimo a ambos.— Confieso y los observo alternando mi vista entre uno y otro.— ¿Como estuvo su viaje?

Mi madre sonríe y es una sonrisa de oreja a oreja. Su cabello un poco más oscuro que el mío lo lleva suelto y le llega a la altura de sus hombros, está más corto de lo que puedo recordar; sus ojos son de un color azul celeste muy bonito y aunque me parezco mucho a ella, se que tan bien tengo muchos rasgos físicos parecidos a los de mi padre.

Mis ojos, es un claro ejemplo de ello.

Edmond ha visto algunas de mis fotografías de cuando era una niña y dice que me parezco mucho a mi madre, pero es porque no conoce a mi papá. Si así fuera, diría todo lo contrario.

He notado estos últimos días a Edmond algo inquieto, por no decir nervioso, por el hecho de conocer a mi madre y a Jesse. Realmente me hace gracia verlo tan inquieto por conocer a dos de las personas más importantes de mi vida y bueno, no voy a omitir la parte de que me burlé un poco de él por ello.

Últimamente mis clases han estado muy bien y junto a Britany todo a sido más fácil. Él profesor Wikham se a relajado un poco con su papel de: Ogro enseña burros. Y bueno, todo a estado mejor.

Me siento en uno de los bancos de madera de la isla de la cocina y veo a mi madre acercarse a la pequeña despensa y verificar la comida que se encuentra dentro.

Mierda.

La veo girarse sobre su eje, para observarme con ojos como platos y me preparo mentalmente para lo que se avecina.

—¿Te estas matando de hambre Alaina?— Señala mi despensa y luego mi cuerpo e inquiere con preocupación.— ¿Por eso estas tan delgada? ¿Te sientes bien?— Su semblante enojado pasa rápidamente a uno de preocupación y se acerca para verificar que no tenga calentura o algo así.— Creo que deberíamos de ir a hacerte alguna prueba en un laboratorio, te noto algo pálida.

Mi madre siempre ha sido muy sobreprotectora conmigo y se lo agradeceré siempre. Y se que últimamente no he estado comiendo de la mejor manera, pero me siento bastante bien.

Escucho que llaman a la puerta de mi habitación mientras observo a mi madre chequearme el rostro con atención, inspeccionando que todo esté bien con mi salud. Escucho a Jesse, quién se encontraba en silencio sentado detrás de mi ponerse en pie y murmurar que él irá a ver quien a tocado. Se que solo lo hace para salir de la escena, de mi madre medio histérica por mi alacena medio vacía.

Huye, traídor.

Sabe perfectamente que mi madre continuará con su discurso de que debo alimentarme mejor durante un largo rato. Así que decidió huir por la derecha.

Te Reto.[En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora