EPÍLOGO

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Edmond.

Un mes después...

A pasado un mes desde que no escucho su voz, su risa o sus preguntas innumerables, un jodido mes acostumbrándome a toda mi nueva vida, una vida aburrida y vacía, una vida sin ella.

Ethan a sido completamente amable conmigo desde que estoy en Nueva York, trabajo con él en una empresa de telecomunicaciones y se gana bastante bien a decir verdad.

Mi carrera quedó congelada, gracias a que el rector del campus entendió mi situación.

Hablo con Matt casi a diario, es al único que puedo preguntarle por Lana.

Gracias a él, se que está bien, me a dicho que no sale como antes, siempre está en la biblioteca o con Britany, no he tenido más contacto con ella y aunque e intentado llamarla miles de veces ella no contesta. La entiendo, fui un imbécil al no haberle contado todo yo mismo, pero mi corazón no razona.

—Deberías llamarla!— Gritó

La voz de Ethan resonó por todo el lugar.

Sabe lo mucho que la extraño, hablo poco, pero si de algo estoy seguro, es que cada vez que hablo, es de algo que tiene que ver con ella.

—Debe odiarme— Lo observé y negué con mi cabeza, para que entienda que es una mala idea— No la culpo.— Confese.

El hombre rubio me observó desde su asiento en el sofá y bajó su periódico para centrarse mejor en nuestra conversación,  enarcó una de sus cejas y su típica sonrisa burlona se dibujo en sus labios.

—¿Eso es lo que te frena?— Preguntó y soltó una carcajada ronca y rasposa— ¡A la mierda el odio niño!— Me señaló bufó con burla— Pensé que eras más osado, pero eres una nena.

Tense mi mandíbula ante sus palabras, aguantando las ganas de romperle su perfecta sonrisa burlona.

—Si no fueras mi único amigo aquí...— Escupí— creeme que ya estarías jodido.

Soltó una carcajada limpia y me tendió el teléfono.

—Si nena— Rodó sus ojos y balbuceó sin parar— Lo que digas, ahora llamala y explicale lo idiota que eres.

Cogí el teléfono de mala gana y marqué el número que me se de memoria.

Un tono... Dos tonos... Tres tonos.

Hasta que al fin tomaron el teléfono, pero no quien esperaba.

—¡Hey!

La voz de Jack se escuchó a través de la línea telefónica, me confundió un poco el saber que Lana no tomó el teléfono, pero simplemente me limité a responder de manera seca.

—Quiero hablar con Lana.

Escuché una risa amarga de parte del chico a través de la línea y preguntó.

—¿Para joderla más?

Mi paciencia se estaba agotando así que refuté.

—No es tu puto problema lo que yo quiera hablar con ella.

Otra risa por parte del rubio se escuchó.

—Todo lo que tenga que ver con mi novia, es mi problema.

Solté todo el aire que estaba conteniendo y pasé mi mano por mi cabello con frustración, no puede ser posible, es más, no es posible.

—Que te jodan hijo de perra.— Escupí.

Colgué el teléfono y lo tiré encima de la mesa.

No es verdad, no es su novia, eso no es verdad.

Soy un maldito imbécil.

Me senté en el sofá y mi mente comenzó a dar vueltas.

Ella no romperá nuestra promesa, se que no lo hará, porque si de algo estoy seguro, es que yo siempre volveré por ella.

Te Reto.[En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora