Capítulo 44

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Alaina.

Una vez más me encuentro junto con Edmond en la casa del árbol, después de convencerlo nuevamente para venir, al final accedió.

-No sabía que esta fotografía estaba aquí.- Comenté.

Le señalé la pequeña foto que cuelga de una de las paredes de la casa y él con un movimiento despreocupado asintió levemente y se encogió de hombros.

-Me encantó ese día- Me sonrió de manera torcida y su hoyuelo se remarcó en su mejilla- No puedo negartelo.

Edmond siempre inspira respeto, toda su contextura intimida y el en general es un deleite visual.

Su cabello siempre está desenfado y con mechones en todas direcciones, sus ojos son analíticos y dulces a la vez y sus brazos son fuertes e imponentes como es todo él.

Se acercó a mi a paso lento y me tomo por la barbilla en un gesto dulce y demandante, a Edmond siempre le gusta que lo miren a los ojos, pareció leer mi mente, porque acotó.

-¿Te he dicho porque me gusta que me fijen la mirada?- Preguntó en voz baja y ronca, una voz completamente sensual.

Negué con mi cabeza y el sonrió levemente.

-Los ojos nunca mienten Lana, las personas pueden estar diciendo la mejor mentira, pero sus ojos siempre los delatan.- Sonrió- Por ese motivo siempre fijo la mirada y analizo si las palabras que me dicen son verdaderas o falsas.

Su confesión me dejó en el sitio, es cierto, dicen que los ojos son las ventanas del alma, así que me atreví a preguntarle.

-¿Qué ves cuando miras mis ojos?

Una sonrisa tierna apareció en su rostro y respondió.

-Verdad- Susurró contra mi oreja como tanto le gusta hacer, causandome escalofríos y concluyó- Eso es lo que veo en ti.

Lo tomé por su camiseta en un gesto demandante y lo besé, sus labios no tardaron nada en recibir los mios, sus besos son adictivos, todo el es adictivo y siempre a sido a si.

-¿Sabes que estoy unido a ti no?- Preguntó

Su pregunta me hizo mirarlo fijamente, por sus ojos color miel surcan emociones que no alcanzo a comprender y recordé algo.

La sorpresa.

Antes de lo sucedido con Edmond en el hospital tenía preparada una pequeña sorpresa para él y es justo la misma que tengo ahora.

De mi bolsillo saqué una pequeña cajita de color negro.

Edmond la observó y fruncio el ceño con confusión, debido que no sabe que es.

-Tomala.- Ordené sonriendole.

Él la tomó y la abrió, sus ojos demostraron asombro y emoción a la vez, una sonrisa pícara se apoderó de sus labios y me preguntó

-¿Me estas proponiendo matrimonio nena?

Solté una carcajada, no puedo esperar una respuesta coherente si viene de él, así que rápidamente negué con mi cabeza.

-No tienes imaginación niño- Suspire relajada y tomé entre mis manos nuevamente la pequeña caja, dejando el contenido que estaba en ella, en sus manos y expliqué- eso que tienes en tu mano son anillos, pero no de matrimonio- Reí- Son anillos de promesa.

La confusión se acentuó aún más en su rostro y como un niño curioso preguntó.

-¿Qué son los anillos de promesa?

Pasé mi mano por encima de la de suya y tomé el anillo que será el suyo y le expliqué.

-Los anillos de promesa se entregan durante el noviazgo Ed, cada pareja le da un significado distinto.

Sorprendido y con diversión a la vez preguntó.

-¿Cuál es tu promesa Alaina?

Tomé su mano de forma tranquila y le coloqué el pequeño anillo planteado y masculino en su dedo anular y respondí.

-Te prometo siempre estar para ti cuando me necesites.

Me miró con amor y su sonrisa fue amplia como siempre, pero esas emociones indescifrables seguían surcando su rostro.

Tomó mi mano e hizo el mismo gesto que hice anteriormente con él.

Cuando colocó el pequeño anillo en mi dedo, toda su atención se fijó en mi rostro y le pregunté.

-¿Qué me prometes?

Ladeó su cabeza en un gesto pensativo, su voz se tornó seria y después de unos segundos respondió.

-Te prometo que siempre regresaré a ti- Acarició mi mano y luego mi brazo con suavidad y envió una corriente por todas mis terminaciones nerviosas - Así lo arruine miles de veces siempre regresaré a ti- Sonrió y besó mi mejilla con dulzura- No quiero a nadie más.

Sus palabras me dejaron embobada, su voz ronca y lenta fue perfecta al pronunciar cada palabra y aunque se que parezco una colegiala enamorada, que se joda el mundo.

Edmond Jones acaba de hacerme una promesa que no olvidaré.

Ahora el que me besó fue él, de una manera distinta a todas las anteriores, así es Edmond, él siempre es nuevo para mi.

Sus manos me tomaron con fuerza y me pegaron por completo a él, nuestro beso pasó a ser más desesperado y en un movimiento rápido le saqué su camisa, dejando su torso trabajado expuesto, toqué cada parte de su abdomen, explorando ese territorio que reclame como mío. El no tardó nada en quitarme mi camisa, me besó repetidas veces por todas partes, desde mis labios, hasta mi cuello, luego pasando a mi clavícula y terminando en mis pechos. Cada beso era una promesa silenciosa, me besó con esmero y dedicación, pasó una de sus manos por mi mejilla en un gesto delicado y de repente preguntó en voz baja.

-¿Quieres hacer esto?

Lo miré directamente a sus ojos color miel y le demostré seguridad, con él siempre e estado segura.

Mi respuesta fue definitiva.

-Estoy lista...

Hicimos el amor de una manera distinta, solo fuimos él y yo, dejamos de lado nuestras inseguridades, nuestros miedos y nuestros demonios.

Edmond siempre asegura que yo lo salvé a él, pero yo estoy segura de algo, él me salvó a mi...






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