Un amor inesperado

Capítulo 2 : Esta semana no puede ponerse peor

Al fin es viernes.

Gracias a Dios y al cielo. La semana ya se me había hecho eterna. Tuve que entregar tres trabajos, tomar tres exámenes y dos exposiciones. Gracias a mi excelente suerte, desaprobé todo. Digo, seguramente. No es que sea una de las más brillantes e inteligentes de la clase.

La bendita campana suena y me apresuró a salir del salón para ir a almorzar, realmente exponer da mucha hambre. Espero a Megan y una vez que estamos en la cafetería, nos ponemos en la fila. Max llega con un par de sus amigos. Miro hacia otro lado, porque puedo asegurar que apenas me vea, me dirá algo y comenzaremos a discutir como siempre.

Exitosamente para mí suerte, Megan y yo vamos a nuestra mesa de siempre sin que el idiota de Max me allá dicho nada. Estar en la misma escuela es otra pesadilla. Si bien no tenemos el mismo grupo de amigos, para mala suerte si estamos envueltos en el mismo círculo social.

Al poco tiempo llega el resto de mi grupo, Elliot mi ex novio pero ahora gran amigo, Sofía y Bratt.

Estoy demasiado distraída con mis papás fritas que no me doy cuenta cuando Megan me toca el brazo.

—¿Qué sucede?

—¡Allis, acompañame al baño!— chilla rápidamente

—Chicos ya regresamos— mascullo antes de salir de la cafetería, ellos asienten.

Una vez que Megan ya usado el baño, salimos para dirigirnos nuevamente a la cafetería. Me distraigo pensando en que haremos este fin de semana, pero Megan me saca de mis pensamientos tocándome el brazo.

—¿Ahora que sucede?

—Te gustará mirar eso— comenta mientras se ríe. Subo la mirada ahora sí estando interesada.

Sigo la dirección que me apunta y abro mis ojos como platos. Mi estómago se revuelve. Pestañeo un par de veces sin poner creerlo. Es solo mi estúpida imaginación jugando conmigo.

—Esa sí es una noticia— silba Sofía que también se dio cuenta de lo mismo que Megan.

Me apuro para hacercarme a ellos aunque en el proceso me golpeo la rodilla. Sigo hacercandome sin importarme que arde como demonios, me acerco a mi hermana, Emily, la cual se veía bastante cómoda con los besos de James. Ellos no se dan cuenta de mi presencia. Deben estar bastante concentrados en sus bocas.

—¡Dios mío, Emily!— es lo único que logro decir. Se separan bruscamente, dándose cuenta de la que estaba sucediendo a su alrededor y su burbuja de amor se rompe. Veo como se les suben los colores a las mejillas.

—Dime por favor que no es James y tiene una maldita máscara.

Niega rápidamente con la cabeza.

—Esto...— murmura Max estupefacto. No se en que momento llegó hasta aquí.

Me cruzo de brazos y miro a mi hermana, que prácticamente se está muriendo de la vergüenza.

—De todos los chicos que existen en este mundo...¿El?— inquiero.

Tal vez no debería sentirme así pero me siento como si me hubiesen traicionado.

Max.

Arrastró a mi hermano de la camisa hacia afuera de la escuela. Lo suelto una vez estamos en un lugar apartado de la vista de todos.

—¿¡Cuál es tu problema¡? ¿¡Qué rayos ocurre contigo!?— me grita completamente enfadado. Arrastrarlo no fue una de mis mejores ideas, pero no encontraba otra forma para sacarlo de allí para poder hablarle.