Capítulo 32: El dolor de la despedida

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Este es un domingo algo... Peculiar. Generalmente, mis domingos suelen ser horribles. Ya saben, como el de todos. Probablemente se levantarán tarde, comerán algo y no harán nada durante todo el día, con ese estrujo en el estómago de " Mañana es Lunes ". Este domingo, no es así.

Lo que lo vuelve peculiar es el sentimiento que me hace sentir mariposas en el estómago y tiene mi cabeza sobre una nube. No puedo parar de repetir el beso con Max. Mi cabeza es un disco rayado.

Nos besamos.

Y se sintió genial.

Quizás haya sido la situación. La manera en la que me sostenía, la forma en la que me besaba o tal vez, el hecho de bajar nuestros muros de orgullo.

No creo que pueda olvidarlo.

-Extremadamente irresistibles- consigo decir.

Max sonríe y causa algo en mi. Yo provoqué esa sonrisa, y no puedo evitar sonreír también.

No despega su agarre de mi cintura como yo no despego mis manos de sus hombros. Hacemos contacto visual por unos momentos.

¿Y ahora que?

-¡Max!- una voz por detrás de la puerta nos hace volver a la realidad.

-Sam- suspira con frustración.

Rápidamente, doy un paso atrás, deshaciendo su abrazo. No un segundo después, la puerta de la sala de juegos se abre y aparece Sam.

Me ignora y toma a Max de la mano para luego tirarlo adentro. Lo toma por sorpresa, aún así se gira para verme.

No entro con ellos. Giro y salgo rápidamente de la casa, con mis mejillas ardiendo. Ignoro las miradas que capto y entro a mi casa por la puerta trasera.

Besé a Max. Y tiene novia.

Son las seis de la mañana y no hemos hablado desde el beso. Max no me ha buscado y espero que no lo haga. No sabría cómo actuar y aunque pudiese buscarlo yo, no quiero.

¿Cómo se supone que lo veré ahora?

-Estuviste todo el día rara- resalta Emily desde el otro extremo del sofá.

Ignoro su comentario. Sigo algo enojada con ella.

Me siento en el otro extremo del sofá y fijo mis ojos en la gran pantalla. Es una serie policiaca, de esas que le encantan a Emily. No soy fan, pero puedo soportarlas.

-¿No piensas hablarme?

Niego con la cabeza y sigo viendo televisión. Parece no querer insistir más, porque al cabo, ella deja de hablar.

Llevamos 15 minutos así cuando mamá se para enfrente de nosotras. Mi hermana, con frustración, pone pausa y frunce el ceño.

-¿No estabas trabajando?- le pregunta mi hermana a mamá.

Niega con la cabeza.

-Hay algo que debo decirles- anuncia.

Inmediatamente me pongo rígida en mi lugar.

-¿Qué cosa?- inquiere Emily porque yo no puedo articular ni " mu ". Noto como le tiembla la voz cuando lo dice.

Mamá camina lento hasta el sillón individual enfrente de nosotras. Puedo notar como juega con sus anillos, un claro signo de que está nerviosa. Casi nunca la veo así. Mamá es una persona muy segura de sí misma. La clase de mujer que me gustaría ser cuando crezca. No ha dejado que nadie le ponga límites o ataduras y hace lo que le gusta y se propone. Verla nerviosa me deja más desconcertada de lo que ya estoy.

Un amor inesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora