Capítulo 8 : ¿Acaso esta semana nunca se va a terminar?

27 14 1
                                    


Es jueves y por lo tanto todavía me queda un último entrenamiento esta semana. Aún me queda una hora para almorzar antes de ir al dichoso entrenamiento, recojo mis cosas para dirigirme a la cafetería.

—Allis, ¿Ya estás lista?— interroga Megan acercándose a mi.

—Si, estaba terminando de recoger mis cosas— mascullo sin muchas ganas.

—Esta bien, ¿Qué sucede?— pregunta en un tono preocupado.

—Es que estoy harta del estúpido equipo de porristas.

—Bueno Allis, tienes que tomar en cuenta que ya no las puedas abandonar. Ellas te necesitan.

—Si, pero yo nunca quise ser parte del equipo en primer lugar— murmurro cansada de la situación.

—Bueno intenta verle el lado positivo, podrás demostrarle al idiota Max que su estúpida broma no te afecta en nada
— masculla intentando darme ánimos.

—Tienes razón, gracias por apoyarme Megan— doy un paso hacia adelante y dejó un cálido beso en su mejilla.

Caminamos tranquilamente por lo pasillos hacia la cafetería. Una vez que llegamos saludamos a Luisa la cocinera, pedimos lo que vamos a almorzar y nos dirigimos a nuestra mesa de siempre dónde nos esperan nuestro amigos de siempre.

—¿Por qué se tardaron tanto?— interroga Bratt con una ceja levantada.

—Cosas de chicas, no tienen que saberlo todo chico— masculla Megan restándole importancia.

—Recuerden que siempre podrán contar con nosotros para lo que necesiten— nos aclara Elliot.

—Lo sabemos, gracias chicos— digo acercándome a ellos para darles un tierno beso en las mejillas.

—Bueno basta de sentimentalismos, hay que almorzar— interrumpe Megan sentándose junto a Sofía.

El almuerzo pasa volando, una vez satisfecha me despido de mis amigos y me abro paso entre la gente. Me dirijo al vestidor. Una vez allí me cambio la ropa por la de entrenamiento y me abro paso hacia el campo. Ya todas están estirando, y noto que soy la única que faltaba.

—Hola chicas, perdón llegar tarde— me disculpo dejando mis cosas a un costado.

—¡Ya era hora de que llegarás! ¿En donde estabas?— exclama Torpiana a mis espaldas.

—Ya me disculpé, y no tengo por qué darte explicaciones— mascullo tranquilamente.

Todas las otras chicas me miran como si quisieran sacarme los ojos.

—Ok chicas, ya basta de peleas— interrumpe Samanta acercándose.

—Lo siento no quise llegar tarde— me disculpo por segunda vez.

—No importa, pero espero que no pase otra vez.

—Tranquila no volverá a pasar.

Una vez aclarada la razón por la cual llegué tarde, empezamos con el estiramiento. Una hora después el entrenamiento ha terminado, vuelvo al vestidor y me pongo nuevamente mi ropa. Luego llamo a Bratt para que venga a recoger porque mi auto sale hasta mañana del taller.

—Agradece que te quiero, porque de otra forma no vendría a recogerte cada vez que se te antoja— exclama Bratt abriendo la puerta del copiloto.

—Yo también te quiero— mascullo dándole un beso en la mejilla.

—Como sea, ¿Cómo te fue en el entrenamiento?— pregunta poniendo el auto en marcha.

—Dejando a un lado mi discusión con Torpiana, me fue bien— mascullo sin muchas ganas.

—Allis, dime por favor que solo fue una discusión— exclama un poco alterado. El me conoce demasiodo bien para saber que mis discusiones siempre terminan mal.

—Tranquilo Samanta apareció y no paso a mayores— le explicó para que relaje.

—Bueno por lo menos no hay nada que lamentar.

—Sí hay algo que lamentar, el echo de no haber podido estamparle mi puño a Torpiana.—murmurro divertida.

—Jaja, muy graciosa— se burla Bratt.

Minutos después llegamos a mi casa, Bratt se despide recordándome que no me meta en más problemas de los ya tengo.

—¿Por qué no te quedas y vemos una película?—inquiero tratando de convencerlo.

—Tengo cosas que hacer, volveré más tarde— se despide cariñosamente antes de poner su auto en marcha.

Entro a la casa y me doy cuenta de que ni Emily, ni mamá han llegado. Me apresuro a subir a mi habitación para darme un baño y poner un poco más cómoda mientras Bratt regresa.

Una vez que termino de ducharme, me coloco una de mis pijamas y me recuesto un rato en la cama. Sin darme cuenta me quedo dormida y despierto cuando ya está anocheciendo. No se que momento me quedé dormida, lo único que siento en un ligero almoadazo en la cabeza cuando me despierto.

—¡Despiertate dormilona!— la voz de Bratt retumba en mis oídos.

—!Ya desperté!, ¿Cómo entraste?— pregunto incorporandome en la cama.

—Emily me abrió— musita tranquilamente.

—Ah, ¿vamos a ver la película?— inquiero en un tono divertido.

—Claro, no pensarás que estoy aquí simplemente por ti— masculla alzándose de hombros.

—Eres un idiota.

—Yo también te quiero— responde con ternura.

—¿Qué película veremos?— inquiero cambiando la conversación.

—Son como niños— responde abriéndose camino hacia el sillón junto a mi cama.

—¡Me encanta esa película!— exclamo dando pequeños saltitos.

—Traje tus dulces favoritos— masculla Bratt pasándome un envase lleno de fresas con chocolate.

—¡Por estas cosas es que eres mi mejor amigo!— exclamo depositando un beso un su mejilla.

Ya han pasado dos horas desde empezamos a ver películas y Bratt ya se ha quedado dormido. Apagó la televisión, y me acomodo en mi cama para dormir. Hoy fue un día agitado, pero momentos así de únicos con mi mejor amigo son los alegran en día lleno de caos.

Nota:

Se que este capítulo es un poco corto, pero les prometo que el próximo sera mucho mejor. Espero que la pasen super mis amores.

I love you 💙💚.

Un amor inesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora