Capítulo 18: "Los sentimientos" han entrado al juego

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Allison.

Se dice que solo usamos al 10% de nuestros cerebros. Pero yo crecí con Max Taylor. Me regaló su 7% cuando éramos niños, porque claramente, en el suyo solo funciona el 3%.

Así que no sera ningún inconveniente que se me ocurra algo para vengarme. Algo ingenioso, inteligente y astuto. Sin embargo, Samanta no debe sufrir por la idiotez de su mejor amigo, así que nada de consecuencias para ella.

Eso sí, necesito de su cooperación, porque si no, esto será misión imposible.

Echo otro vistazo rápido por la ventana de mi habitación. Samanta y Max, la parejita imposible siguen en los mismos lugares que hace veinte minutos.

Emily.

Tengo que pensar en un nuevo plan para unir a Allison y a Max porque que el diseñe no está dando resultado, Allison lleva veinte minutos observando a Max por la ventana de su habitación.

Ni siquiera se a dado cuenta que he está viendo de hace un buen rato, me aburro de ver cómo observa a Max y me devuelvo a la sala junto con James.

Tengo que pensar muy bien el siguiente paso que voy a dar, para no volver a fallar en el intento. Cuesto lo que me cueste, tengo que unir a Allison y a Max lo antes posible.

                               ***

Allison.

Una vez afuera, rodeo la lujosa casa de los Taylor y entro por la puerta de la cocina que siempre está sin llave.

Entro como si fuera mi propia casa. Nina está trabajando y James sige en mi casa hablando con Emily. Así que no espero encontrarme a nadie en el camino.

Subo las escaleras de dos en dos y una vez que estoy en frente de la habitación, toco la puerta, porque un pelo de educación me sigue quedando.

Oigo el “pase" de Max y giro el pestillo de la puerta, adentrándome en la habitación.

Puedo contar con una sola mano las veces que estuve aquí.

No es nada de otro mundo. La habitación es cuadrada, tiene las paredes blancas y la decoración en negro. Una cama en el medio, juro que me agarra algo con tan solo sentarme ahí. ¿Sabe Samanta cuantas personas estuvieron en esas cama? No, por supuesto que no sabe. Max intenta jugar al angelito con Samanta Parker con la tonta esperanza de que algún día, ella le dará un chance.

La cama tiene un grueso edredón color negro y almohadas blancas. Un sillón, color negro y amarillo—en el cual está Samanta— se encuentra en una esquina. Luego le sigue un escritorio y una estantería, la cual está... escasa de libros. Hay dos puertas más en la habitación, una dirige al baño y la otra al closet.

Max y Samanta se giran a mi dirección y yo estiro una sonrisa burlona. Siempre a tres metros de distancia, dejando lugar para Jesús.

—¿Qué necesitas?— pregunta Max con el ceño fruncido.

—Hola para ti también— bufo y me cruzo de brazos al mismo tiempo que recargo el costado de mi cuerpo en el marco de la puerta.

—Hablar con Samanta— respondo dirigiendo mi atención a la castaña, quien ahora me sonríe. ¿Por qué es tan dulce? ¿En qué se baña? ¿En azúcar?

—Esta conmigo— sentencia en tono de pelea.

—No es tu propiedad, Max. Solo quiero hablar con ella— espero. Me mira como si estuviera a punto de asesinarme y es así como comenzamos una pequeña batalla de miradas, la cual se interrumpe con la voz de nuestra querida Samanta.

Un amor inesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora