Capítulo 10 : Besos sabor a fresa

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—¿Qué? vuelve, vuelve— pide Sofía girando su cuerpo por completo hacia mi, mientras cruza sus piernas como le enseñan a los niños en preescolar.

—A veces olvidó que te conozco hace unos meses— digo recordando que Sofía es la más reciente del grupo. Bratt, Elliot, Megan y yo nos conocemos desde la primaria, por otro lado, Sofía es de Nueva Jersey y se cambió a la escuela este año. Nos cayó bien y sentimos que congenia muy bien con el grupo.

—Cuando tenía quince, mi madre controlaba mi vida. Llegó al punto en que perdí cualquier control sobre mi vida. Siempre quiso emperejarme con Max. Era su sueño perfecto. Entonces empezó a presionarme. Yo veía a Max como un simple idiota que veía cada tanto, no lo odiaba pero tampoco nos llevábamos de maravilla. Fue tanta la presión que en mi cabeza comenzó a entrar la idea de que Max y yo debíamos ser pareja, que él era atractivo y yo eventualmente me enamoraría. Empezamos a hablar de diferente manera. Era algo... extraño. El coqueteo, las citas... No se. Nunca llegamos a besarnos. Gracias a Dios. Aunque pasó lo inevitable, Max no estaba tan mal y yo empecé a enamorarme. Todo lucía perfecto. No me di cuenta que era un verdadero imbécil que estaba jugando conmigo hasta que lo encontré besándose con Samanta Parker, su mejor amiga ahora y capitana del equipo de porristas. Lo entendí todo. Desde ese día comencé a odiarlo.

—¿Samanta y Max?— pregunta atónita como si le acabase de contar el mejor chisme del mundo.—Todo el mundo sabe que son mejores amigos y nada más.

Me alzo de hombros. Es así.

—Max esta perdidamente enamorado de Samanta desde que tiene memoria. Pero Samanta lo ve como un amigo. Solo se besaron una vez... creo y fue esa— explico.

—Pero no parecen...— Sofía comienza a balbucear.

—No, no parece. Max pretende que la ha superado pero sé que no es así. Samanta es un amor de persona. Max es todo lo opuesto. Gracias a Dios no están juntos.

—¿"Gracias a Dios no están juntos"? ¿Son celos lo que estoy detectando?— inquiere.

—¿Celosa? ¿Por qué debería estarlo?— pregunto confundida.

—¿Vamos por unos helados? Tengo hambre— pregunta al levantarse de un salto.

—Sí, por favor— resoplo y la sigo

       
   
                            ***

Nos sentamos en la mesa redonda de la heladería. Sofía me habla sobre este chico nuevo con el que está hablando. Me llevo el helado a la boca y suspiro cuando siento el gusto a fresa. Será el más básico, pero siempre el más delicioso.

Mi celular comienza a sonar. Está encima de la mesa así que me inclino a ver quién es. Ruedo mis ojos al ver el nombre en la pantalla.

Max Taylor.

¿Para qué me llama? Ni que fueramos amigos.

—No atenderé— aclaro mi garganta y deslizo la pantalla para cortarle.

—¿Qué si está muriendo?— inquiere Sofía.

—Mejor para mí.

—Pero enserio imagina si es una urgencia...

—Pues se confundió. Tiene que llamar al 911, no a mí.

Mi teléfono vuelve a sonar. Antes de que pueda terminar la llamada Sofía toma rápidamente mi celular, atiende y se lo lleva a la oreja.

—¿Max?... No, no soy Allison. Soy Sofía... Eh, su amiga... Estamos en una heladería... Sí esa. ¿Por qué?... No, espera.

A juzgar por su expresión, Max le ha cortado.

Un amor inesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora