40.- Insomnio con sueños

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Esa noche estaba más obscura de lo normal, la luna no se apareció y las nubes ocultaron todo rastro en el cielo de que fuera a despejarse, me levantaba cada hora instintivamente, un ruido constante que provenía de la calle, un silbido que no distiguía si era parte de mi subconsciente o solo se disipaba en cuanto le prestaba atención, me puse de pie y caminé en círculos, ya era cerca de las 3 a.m., el viento movía algunas cosas, fui hacia mi maleta y removí algunas pertenencias para distraerme, ya estaba casi vacío, decidí dejar lo más importante dentro y cubrirlo con lo demás. Revisé mi teléfono, no tenía ninguna notificación, aunque no tenía certidumbre de cuanto más tardarían en comunicarse debía mantener la paciencia, tampoco habían enviado dinero, aún no había gastado lo que me queda, aunque no sé cuánto duraría. Vuelvo a la cama con la esperanza de descansar las pocas horas restantes hasta que amanezca, cierro los ojos y quedó sumergido en mis pensamientos, algunas imágenes pasan por mi mente,  todas ellas no las distingo, algo borroso, parpadeo y todo se disipa, me cubro con una frazada por completo pero siento calor y mejor la arrojo a mis pies, el silencio es abrumador, escucho hasta mi respiración y por alguna razón intento detenerla para dejar mi mente en blanco, sentí una asfixia tanto interna como externa, terminé tosiendo y con menos sueño, quería bajar por un poco de agua, pero me abstuve por esperar a que se pasara, me giraba de un lado a otro, empecé a imaginar las nuevas cosas que vendrían.
Las siguientes horas fueron muy complicadas, dormía por unos minutos hasta que algo al azar me volvía al insomnio parcial, la luz del día empezaba alejarme de la posibilidad de dormir, quizá sólo debía quedar sentando hasta que mi amigo se levantara.
Horas más y él parecía tener un muy profundo sueño, no se asomaba o acercaba, tenía hambre así que bajé a comer algo, encontré fruta y un vaso con agua, sería suficiente hasta que quisiera desayunar.
El medio día se acercaba, me quedé encerrado en el cuarto, mi apetito se fué, escuché que tocaron la puerta aunque no abrí, quería estar solo porque la falta de descanso me pondría algo insoportable conmigo y hacia los demás, los minutos se ralentizan y los segundos parecen no querer continuar. Vuelvo a bajar para comer, él había salido, ignoro a dónde, lavé mis trastos y de nuevo a la habitación, estaba agotado pero con sueño ausente.
La noche se acercaba de nuevo y me preocupaba volver a pasar por lo mismo, busqué en línea métodos para conciliar el sueño, aunque no funcionaron, mis ojeras estarían más grandes de lo habitual cómo rastro de esa noche. Pasé el resto del día encerrado, me frustra la idea de quedar aislado todo el día, con suerte esa noche sería adecuada para una siesta por lo menos, no podía moverme de la fatiga que tenía, solo sentado en la cama con las luces casi apagadas, solía soltar algunos bostezos pero no eran efectivos, me reacomodé y cubrí mis ojos con una almohada, una sensación de relajación calmó mi vista cansada, suavice mi cuerpo a la cama para más comodidad, primero una colosal capa colorida pasó por mi mente seguida de varias tonalidades oscuras semi-grises, por último un blanco que se quedó constante, unas imágenes borrosas que no lograba distinguir su forma, después algo acercándose demasiado rápido sin comprender que era me levanté arrojando la almohada y algunos movimientos involuntarios, una lámpara me hizo ver una sombra y por reflejos giré a ver qué lo provocaba, era él, mi amigo estaba en la puerta viéndome algo preocupado.

– ¿Sucede algo? –se quedó quieto en la entrada, tenía un tono sutíl y áspero, recién levantado he de suponer. Asentí y retrocedí hasta quedar sentado– Escuché ruidos y no quería despertarte –dió un bostezo.

– ¿Tan fuerte se escuchaba? –froté mis ojos y traté de aclarar mi voz, estaba  confundido.

– No, de hecho iba pasando cuando escuché todo –se giró a ver hacia afuera–, iba por algo de leche –se acercó lentamente– ¿Te sientes bien?

– Ehm... –era obvio que no, aunque le había evitado todo el día posiblemente no habrá percatado– No lo sé –mis párpados apenas los podía mantener abiertos– Sólo que no he dormido mucho desde anoche –me sentía fatal y mi rostro lo reflejaba, en poco no entendería nada de lo que ocurriría.

Aún conservo tu miradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora