33.- Best friend

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Durante mucho tiempo en mi infancia fui algo introvertido, prefería estar solo, quizá no trataba de socializar porque ya mis padres me había acostumbrado, estar todo el día en completa soledad ya era una rutina, y vaya que era de mis favorita, aún contaba con Leo; así decidí nombrar a mi amigo imaginario, en realidad tenía otro nombre. Le encantaba que le leyera y cosas que pensándolo suenan extraño para mi edad actual, aunque asombrosas para cualquiera que no pudiera contar con una compañía real.

Llegó el momento de ingresar a la primaria, en lo académico no dudaba que me fuera bien, mientras que socialmente tendría problemas, sabía que estaría al fondo viendo a los demás niños disfrutar su niñez, y yo pues seguiría siendo el mismo, no era preocupante aunque tampoco creí que fuera tan normal.

Los primeros años no son importantes, no pasó nada, ví a muchos empezando a formar sus grupos de amistades y dúos, dependiendo de que tan amigables fueran; mi estancia durante las clases era arbitrario, no me quedaba en un lugar específico porque llegaban otros que si tenían amigos y me desplazaban, no me importaba. En una ocasión recuerdo que una compañera se acercó a donde estaba sentado; era muy adorable y amable, su cabello rozaba sus hombros, tenía una sonrisa muy tierna y ojos que irradiaba felicidad.
Era bastante tímido y prefería estar callado, se sentó al lado mío, intenté alejarme pero ella se quedó viendo.

– ¡Hola! –dijo con una tenue y dulce, agitó su mano, me giré para verla, le sonreí y quedé cabizbajo– Ehmm, ¿Por qué estás solo? –se acercó más y posó sus manos sobre su regazo.

– H-h-hola –dije tartamudeando, ella esbozó una sonrisa, levanté la vista y casi me sonrojo– ¿Por qué me estás hablando? –me pareció raro porque yo era como un marginado, para ese entonces no lo sabía.

– Es que te ví y mi mami me ha dicho que cuando otro niño esté solo le haga compañía –tenía muchas ganas de irme, a falta de experiencia en una conversación siempre hay muchas fallas de comprensión. Me quedé escuchando– ¿Quieres jugar? –dijo alegremente.

– No, p-p-prefiero quedarme aquí sentado –volví a ignorarla; para un niño no siempre es fácil tener conversaciones .

Ella no se movió y se quedó sentada al lado mío, tampoco volvió a decir nada, ni yo hice el intento. Estuvimos lo que restaba del receso, su compañía fue muy agradable y con el paso de los días fui yo quien quería jugar y platicar con ella, después pasaba la mayor parte del día con ella. Así estuvimos hasta que al finalizar la primaria ella tuvo que irse a estudiar lejos y no la he vuelto a ver, me reconforta saber que fue una gran amiga por el tiempo que me acompaño, aunque hubo muchas cosas que no conocí. Ella tampoco me conocía mucho, porque evitamos dar mucho, ya que, pensábamos que seguiríamos siendo amigos mucho tiempo después, pasó cómo dos años y la comunicación acabó definitivamente, extravié toda forma de contactarla y ella supongo que también.

Aún la recuerdo, pero sé que se ha de ver diferente así que quizá... es como estar vagando en un retrato que se desvanece al fuego del tiempo.

Extrañar a una persona totalmente desconocida, ya me ha sucedido muchas veces por no esperar a ver qué ocurrirá.

A partir de que la dejé de ver volví a mi soledad y el cambio de escuela no ayudaría, más desconocidos llenos de hormonas y cosas en sus mentes que sé que no podría comprender, sonaba emocionante, los cambios siempre serán fascinantes hasta que alguien llega y lo mejora o arruina, cualquier persona lo hace, en muchas ocasiones es inconsciente y quizá es la más dolorosa, también hay quienes sabes que te hacen sentir incertidumbre pero la disfrutas y por mucho que sepas que no debería, la euforia de sentir se apodera de tu albedrío.

Al llegar a un nuevo sitio buscas a quién o qué pueda hacer menos fastidiosa una estadía de poco o mucho tiempo. Mis primeros días en la secundaria me enfoque en ser un marginado, creía que sería más fácil, mis últimos dos mejores amigos ya no estaban, para esa fecha ya mi amigo imaginario... no supe que le ocurrió. Intenté pasar desapercibido lo más que pudiera.

Aún conservo tu miradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora