45.- Padres

4 1 10
                                    

Esta caminata ha sido un desgaste total, tardamos mucho más de lo que debíamos, el atardecer se hacía presente, por todas las pausas que hicimos ayudó a estar fresco, lo bueno es que no se desesperó, a mi sí me parecía estresante, quedan pocas calles antes de llegar.

– ¿Qué haremos hoy? –pregunté distraído, quería olvidar todo lo que por mi mente empezó a transcurrir, aburrido y sobrio de mí mismo– ¡Por favor dime qué haremos algo!

– ¿Qué quieres hacer? –se sentó al lado mío, dejando su caja con suavidad por sus pies, había algo dentro que podía romperse y yo había ignorado esa parte con lo que llevaba.

– No lo sé, pero eso de pasar toda la noche despierto sin hacer nada me aburre –tampoco quería que no durmiera, solo estar unas horas más despierto–, podemos hablar de muchas cosas, en especial porque me dí cuenta que soy un desastre de amigo –aún no desaparecía la sensación de culpa.

– Por mí está bien –se recargó hacia la pared–, pudimos haber pagado un transporte y llegar más rápido –revisó su reloj de muñeca, logré ver que las 6 con algunos minutos– La noche está cerca.

– Nosotros también de llegar –le señale, solté un bostezo y también me recargue, hice una pausa–, estoy consternado –las personas que iban pasando nos quedaron viendo.

– ¿De qué? –vió a quienes pasaban también–, Ignoralos –se fueron los espectadores.

– ¡No!, No es eso –al mover mi mano moví la cajita y escuché un crujir, esperaba no haber roto nada– sino, mis padres –no se han comunicado, tampoco sé que sucede allá o si vendrán a verme, absolutamente nada, solo debería seguir esperando con la incertidumbre a diario.

– ¡Ah!, ¿Por qué no les llamas? –no sabía lo que ocurría, así que evitaría hacer comentarios sobrepuestos.

– No, esperaré a que ellos lo hagan, quizá están ocupados –desconocía que pasaba, añadir a cosas qué debo contar después, en total eran solo 2, todo normal–, lo que me preocupa es que debería extrañarlos, pero volver a aquella casa me pareció más que debía independizarme –la sugerencia pasaba por un proceso para saber si debía o no hacerlo, además ellos lo aceptarían y no podía ni quería quedarme mucho tiempo en la casa de mi amigo, para no causar molestia.

– De hecho no es mala idea, pero debes estar completamente seguro, ¿Lo estás? –se mostró algo firme, sonaba incomprensible o tal vez me haría dudar un poco.

– Supongo que sí, lejos ya estoy –ví a mi alrededor, todo parecía diferente y era una segunda vuelta–, la idea ya está también –no debía apresurarme a todo con nada– lo veré después –para poder cambiar de tema– Vámonos, tengo hambre –no habíamos comido desde el desayuno, sólo unas galletas que compramos y un jugo.

El resto del camino fue de lo mismo, parar y avanzar, sentía que la suela de mi zapato estaba por terminar, aunque era más por el cansancio a que algo literal.
Al fin estábamos de vuelta a su casa, en cuanto llegamos me alegré y sentí algo de alivio, abrió la puerta dándome paso primero, se las había devuelto a mitad del recorrido para evitar extraviarlas. Pasé directo al sofá a sentarme, sin energía y tampoco forma de recargarla, mis pies dolían y mi cuerpo acalorado por la caminata, ví que se fue directo a la cocina, quería irle a ayudar aunque no sabía si me dejaría, me levanté y fui a seguirlo, estaba preparando algo rápido para comer, unos sándwiches, me ofrecí a ayudar y accedió después de mostrar mi persistencia a no hacerle caso para ir a descansar. Leche chocolatada como bebida y era suficiente cubriendo nuestra hambre, lavamos los trastos sucios y me subí a la habitación, me senté en la cama y revisé mi celular, había decidido cerrar mis redes sociales para evitar que molestaran así que no había notificaciones por revisar. Entré a Google para pasar el rato viendo que había de nuevo, pero nada interesante, lo dejé en el borde y me acosté a ver el techo, la sensación rara volvió y empezaba a tener una sospecha de qué podría ser lo que causaba, pero no me apresuré a sacar conclusiones.
Estaba tan concentrado en el silencio que un ruido enfocó toda mi atención, se detuvo pero no tardó en volver, y dos veces más seguidas, la entrada, alguien estaba llamado abajo, no esperaba que alguien llegara a esa hora y aún no iba a ver qué sucedía, así que me levanté y bajé las escaleras lentamente, a mi mente vino el presentimiento de que tal vez serían mis padres, de inmediato me animó a bajar más de prisa, sin embargo para mi sorpresa si eran padres, pero no los míos, sino los de mi amigo, quedé atónito al verlos y su expresión no fue diferente al verme, después mi amigo giró hacia mi.

Aún conservo tu miradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora