35.- Pecesito, nada 2

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La noche poco después de haber conocido a Dany llegó un paquete a mi casa, mi madre había hecho un pedido pocos días antes de unos somniferos; no podía conciliar el sueño desde tiempo atrás, vendrían días agotadores para ella y no iba a permitir que el insomnio bajara su rendimiento. Como mis padres habían salido a una cena, me quedé con mi amigo, estábamos viendo un maratón de películas de terror y asesinatos, unas palomitas y quizá otros dulces, se quedó a dormir.

Esa noche fue bastante larga, recuerdo estar viendo el techo imaginando cosas, algunas que quería hacer y otra que podían pasar, mi amigo apenas y sintió todas las veces que me removí en la habitación aunque ignoraba y quedaba en sueño profundo, me levanté lentamente y tratando de ser cauteloso salí en dirección a la habitación de mis padres, traté escabullirme sin dejar rastro o provocar ruido, las paredes parecían hacer eco intentando delatarme, me detenía cada que podía en el pasillo, giré la perilla y el marco de la puerta pareció rechinar, me acerqué hasta la mesa de noche que tienen en la habitación de mis padres y tomé el frasco con somniferos, las pastillas se agotaron al levantarlas, estaba alerta por si se despertaban, lo destapé y saque una pastilla, giré hacia ello para verificar que no me sentido, estaba colocando la tapa cuando se me ocurrió tomar otra pastilla dejé caer sobre mi mano, no ví por la oscuridad, solo dejé todo en su lugar y regresé a mi cuarto.

Allí tenía una cajita con pastillas y un vaso con agua, fuí y los dejé momentáneamente encima, tomé una pastilla, posiblemente harían más efectos, solo quería dormir, estaba cansado. Apenas me acosté el efecto no tardó en hacerse presente, quedé en un sueño profundo.

Las siguientes horas que pasé inconsciente fueron satisfactorias, hasta que tuve que despertar, a mi lado estaba vacio, mi amigo se había despertado antes, bajé con la pijama puesta, mi madre estaba desayunando con mi amigo; huevos, pan tostado y jugo de naranja. Me acerqué y dí los buenos días, sonrieron, fui directo a la cocina a preparar mi desayuno, al momento de freír un poco de aceite caliente saltó a mi mano, por suerte solo una gota llegó, ignoré el dolor. Me senté con ellos, mi madre me quedó viendo y esbozó una sonrisa algo extraña.

– ¿Tienen plan para hoy chicos? –mi madre se dirigió a ambos, levantó sus trastos.

– Iremos a nadar, o eso creo, ¿Tú qué dices?, ¿Vamos? –pronunció mi amigo, levanté la vista, estaba amanecido y algo confundido.

– ¿Ehmm? –recuerdo haber escuchado una canción antes de bajar, me dejó confundido la letra, demasiado bueno para el inicio del fin de semana, también esperaba que madre no notara que agarré unas pastillas, ya no volvería a hacerlo, el insomnio estará y ya debía adaptarme. Estaba demasiado hambriento, quizá era una reacción adversa de haber ingerido aquella dosis.

– ¡Excelente plan!, ¡Sí, vayan!, Solo deben tener precaución, el agua puede no ser confiable, se ha llevado tantas vidas... –hizo una pausa larga y después levantó los trastos de mi amigo– Sean precavidos.

– Estuvo delicioso todo –se levantó del comedor y fue la lavarse, ambos se fueron juntos, me quedé a terminar.

Casi siempre solíamos ir a un lago cercano, muy bello y cuidado, una vez a la semana o cada que se pudiera, era un lugar poco frecuentado, estaba quizá oculto por árboles y arbustos.
Mi madre y amigo regresaron justo cuando estaba por levantarme, ella se acercó y se llevó mis trastos.
Ambos salimos después de una hora, él llevaba una mochila pequeña donde teníamos un bote con agua y prendas para el regreso; ambos tenemos ropa en la casa del otro, de tantas veces que hemos estado ya había confianza.
La mañana estaba soleada aunque no superaba los 25°, era buen día, él iba bastante alegre y yo medio disperso de la mente, dormir mucho no siempre es bueno.

– ¿Crees que será un buen año escolar, o igual a los anteriores? –pregunté viendo a aquella mochila, él se giró y se detuvo– Todo parece iniciar bien, aunque... –quedé en silencio hasta que alguien en un coche bajó la ventanilla y saludó, detrás de mí estaba una pareja– No lo sé –asentí sin saber que ocurría.

Aún conservo tu miradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora