25.- Ex-trasuperado

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Yo considero que las salidas son limitadas y existen diferentes tipos, también me atrevería a decir que las únicas que realmente se disfrutan son aquellas en las que no se está sujeto a un tema persistente o de la sociedad, para eso hay quienes puedan y deban sostener ese tipo de temática. Tal vez enfocarse más que las formas de disfrutar a tener que repetir términos no apropiados para un sinfín de cosas que no deberían ser obligatorios.
Esto me lleva a la comodidad con las palabras, sin dejar de conocer otras que aumentarían una expectativa de vocabulario.

La tarde era bastante fresca, la corrientes de aire a unos 19 grados, los árboles dejando en libertar a sus hojas, algunos nidos con pequeñas aves dentro quizá apunto de emprender su primer vuelo o ir por el último, cascarones rotos en la acera, los cánticos más sonoros ante la soledad de las calles, el cielo nublado por completo con probabilidad de lluvia, los primeros indicios de lluvia se hacían presentes, algunas gotas cayendo sobre un paraguas con colores de quien iba pasando, además que también recorría el cuerpo para los que olvidaron llevar uno.

Yo continuaba caminando sin preocupación por ir más rápido, disfrutando las pequeñas gotas que caían sobre mí, veía a los demás correr, como si fuera a salvarlo de una destrucción, sentirse en desconcierto no es tan abrumador. Algunos perros buscando refugio, no se alejarían de un punto específico porque el agua no lo arrastraría hasta dejarla en una posición sin dirección.

Me dirigía al cibercafé, habíamos quedado de encontrarnos allí, ya iba un poco tarde, han pasado 15 minutos desde la hora acordada. Al entrar se sentía el acondicionador de aire encendido, similar al ambiente de afuera, con el intangible olor tan cautivador.
Ellos ya se encontraban esperando, Luke y Bety hablando a murmullos, cuando me acerqué se levantaron a saludar, los asientos eran destinados a tres personas, rodeando una pequeña mesa de cristal; tenía una estatuilla de una taza de café y en el centro rellena de tierra y una planta de café, aunque diminuta, estaba aromatizado, me aproximé a oler, para mí era casi jna costumbre de cada vez que visitaba el lugar. Sacaron su teléfono intentando eludir mi presencia, examiné la carta para saber que pedir.

– ¿Ya ordenaron? –pregunté y tardaron en bajar los celulares, y replicaron lo que hice– Sé que llegué tarde, ¿De qué hablan?

– Aún no hemos ordenado, te estamos esperando. ¡Tarde! –Bety fue la primera en  responder con un tono burlón– Te hubieras demorado más y no nos encuentras –se rió.

– Podrías ir por las bebidas, ¿Qué te parece? –asentí– Yo quiero un expreso, mi amor –luke gesticuló un beso, es inusualmente agradable escuchar aquella frase.

– Yo quiero una taza de grasa –se soltó a reír Bety junto con nosotros.

– ¡Sigues con eso!, Creí que te había molestado –le dije con cierta inseguridad. Por lo general no todos tienen un sentido del humor tan generalizado y en ocasiones se disgustan con ciertos temas y hay que evitar.

– No, me gusta. Las máquinas podrían ser menos incongruente y conservar la tolerancia si así se le marca, a diferencia de los humanos –se dispuso a ordenar–, pero por el momento prefiero un americano.

Me dirigí hasta dónde estaba un empleado del establecimiento, repetí los encargos; era un joven con una emoción apagada, el uniforme lo rescataba porque era algo colorido, sin llegar a ser extravagante. Dejó un papel a un lado con la clave para conectarse a la red. Regresé a sentarme junto a ellos a la espera, les encontré de nuevo texteando, supuse que habría algo importante, me sentía excluido, ambos teléfonos sonando constantemente, después un sonido diferente, era el mío, al revisar ví que era una videollamada de mi amigo, ayuda para evitar el silencio, la acepté.

– ¡Hola!, Gracias –le dije, les quede viendo y podría asegurar que estaban conversando por chat.

– Es hora de qué hablemos –se escuchaba algo preocupado, aunque tardó en percatarse de la compañía. La imagen se distorsionaba al fondo, no veía  que ocurría atrás– ¿Quiénes son?, ¿Es de a quién te referías? –se dirigió a Bety.

– Ten calma, deja te presento. Ella es Bety y no es, no quiso –mi amigo se emocionó– y quién está a su costado es la persona que quién te he comentado –hubo un saludo mutuo.

– ¿Puedo intentar yo? Quizá tiene mejor gusto –Bety lo escuchó, pero hizo caso omiso– Es un placer conocer a nuevas amistades –nadie respondió, no comprendía a que iba a la pregunta anterior.

– No, déjala ella está en una relación con... un ordenador personal –dije casi en susurro, ella se rió y mi amigo quedó confundido– Gracioso, ¿es algo como colgar una llamada o me equivoco? –hice ademán de hacerlo.

– No cortes debo hablar contigo, pero tiene que ser privado –parecía urgente, me levanté y cuando intenté girar ví que rápidamente se acercaron y hablaban en susurros, decidí ignorar– ¿Ya? –asentí– Debes terminar esto ahora –Se veía más profunda su angustia.

– No puedo, me he enamorado –le dije convencido, se puso a la defensiva. Mi entorno se volvió algo tenso, con todo lo que pasaba.

–  ¿Has superado a...?, No me molesta tener que repetir –me reclamó, mi amigo parecía que no comprender las palabras que le había dicho en ocasiones anteriores, es que ese tema debía quedar al olvido.

– Más que eso –le sonreí intentando calmarlo–. No volverá a pasar, también te lo repetiré las veces necesarias –le estaba tratando de reducir el volumen paré evitar que alguien más escuchara.

– ¿Se supone tengo una lista de cosas que no debo mencionar?, no la recuerdo. Quiero no tener que preocuparme otra vez y... –presioné la pantalla para terminar la videollamada, guardé mi teléfono e intenté olvidar toda esa conversación, estaba siendo muy intenso, no quería escuchar nada al respecto.

Aún conservo tu miradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora