31.- Comenzar de nuevo

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El viaje será largo y tengo tiempo suficiente para hacerme un recuento lo que me ha sucedido antes de todo esto y tratar de encontrar algo importante. Mi historia amorosa es una parte importante a partir de ahora, también existen detalles que me faltaron.

Por suerte los pasajeros ignoran que estoy aquí, no me es difícil pasar desapercibido, mi frasco jamás lo soltaré, pero debo mantenerlo oculto, espero llegue a salvo para cuando esté en mi destino.

Ha pasado aproximadamente una hora desde que inicio mi partida, no sé si volveré a ver a mis padres, quizá lleguen a mi encuentro pronto, eso espero, lo que sé es que deberán arreglar unos detalles antes.
Lo que extrañaré es mi escuela, ya estaba acostumbrado y a quién más extraño es a Luke, no puedo creer que haya partido, tengo su recuerdo presente, ahora mi certeza incluye que algo pronto pasará.

En el camino hay muchas curvas, espero no maree. He tomado una decisión apartir de este momento, mi nombre será Jaime y el verdadero queda al olvido, el anterior ya no me parece conveniente usarlo, también me dejó de gustar, siento que no tiene significado para lo que haré, además que ya tenía planeado hacer un cambio radical desde hacía tiempo, solo que la cuestión era encontrar uno apropiado, me hace sentir cómodo y no es por el asiento.

Buen momento para recordar lo que fue mi vida... Los primeros años de vida no los recuerdo, tengo algunas imágenes y fotografías sobre cómo era, pero solo físicamente, no es adecuado para iniciar ahí,  solo me acuerdo cerca del final a preescolar, es que fue una época con demasiados recuerdos, aunque en su mayoría apenas vienen vagamente. En sí es un solo recuerdo que siempre he tenido presente, ya que, todavía continúa estando.

Siempre me ha gustado guardar lo que me parece interesante, desde hace mucho guardo colecciones; la primera colección que tuve fue cuando tenía como 6 años aproximadamente.

En dónde vivía antes de mudarme tenía un jardín muy extenso, me pasaba la mayor parte del tiempo ahí, sentando viendo lo que ocurría; casi siempre estaban varias aves cantando y aterrizando en el árbol que había al fondo, justo debajo era donde siempre me sentaba, porque la sombra era buena y la vista también, podía observar lo que ocurría en casa, mi madre mientras leía sentada frente a la ventana que era quien me vigilaba con frecuencia, interrumpía cada página para revisar que me encontrara bien, después esbozaba una sonrisa de satisfacción y calidez, retomaba su lectura y seguía con la misma rutina. Cuando tenía asuntos pendientes o surgía algún inconveniente me dejaba dentro encerrado, era demasiado sobreprotectora, pero nunca olvidaba dejar la ventana entreabierta para que cuando quisiera solo empujara.

En una ocasión mi madre estaba trasplantado uno de sus rosales; ella tenía varios y de diferentes colores, al parecer prefería tener una colorimetría amplia para no hacerla tan aburrida, aunque no justificaba que tenía una especial, era a la que mayor atención le daba, esa que siempre florecía impecable, eran unas rosas rojas magníficas, siempre me cautivó el que su tamaño fuera mayor a las demás, quizá era por su exhaustivo mantenimiento, desprendía un olor demasiado intrigante, no era similar a las demás, era una mezcla de sensibilidad.

Mi madre solía tomar una y la usaba como adorno de interiores, cuando acontecía algo especial. Me ofrecí a ayudarla ese día, pensé que se negaría, me quedó viendo con ternura y asintió, me acerqué para revisar que debía hacer, ella es fanática de la jardinería y conoce bastante sobre el tema, tenía uno a su costado con una capullo ya floreciente, también había una perforación en la tierra hecho adecuadamente según me dijo, yo lo veía algo pequeño, me indicó que tomara con demasiada precaución para evitar que los pétalos se desprendieran y la colocara en una posición vertical justo en el centro, lo hice, no tuve ningún problema, me pareció fácil, le sonreí en forma de logró y me besó la mejilla, me remarcó que aún faltaba rellenar el hueco, con ambas manos le introduje un poco de tierra, cuando estuve por terminar, por error la pasé a mover un poco brusco, me quedé petrificado y por instinto cerré los ojos, sentía culpa; suena algo raro.

Mi madre me dijo unas palabras que no recuerdo, pero parecía no haber tomado importancia, ella continuaba sonriendo, ví de nuevo a la planta, todo seguía intacto, a excepción de un pétalo, se había desprendido, lo quedé observando un instante y después lo levanté, le di una caricia, lo mantuve más tiempo en mi palma, luego le pregunté a mi mamá si podía conservarlo, se admiró, pero no se negó, de inmediato ingresé a mi casa y fui directo a mi habitación; era pequeña y tenía pocas cosas, algunos juguetes que ignoraba. Busqué un marco vacío que tenía guardado, era de madera y media como 30 centímetros cuadrados, le coloqué un pedazo de plástico recubriendo la parte del centro, conseguí pegamento blanco y adherí el pétalo en la parte superior del lado izquierdo, debajo le puse una tira de papel que decía la fecha, lo quedé observando por varios minutos, me encantaba, pronto me llegó un dolor proveniente de mi dedo índice, al revisar me percaté que una pequeña espina de había introducido, al sacarlo una gota de sangre se deslizó por mi dedo hasta llegar al suelo, fui con mi madre y me dió una bandita adhesiva.

Hasta el día siguiente volví a sacar aquel pétalo, la emoción aún no se desvanecía, pero me llegó una sensación que le faltaba estar repleto de diferentes, bajé y corté pétalos de los demás rosales que había, los coloqué uno a uno en orden según los colores que más me gustaba, terminé llenando todo el cuadro, mi emoción aumentó, era hermoso, corrí a buscar a mi madre y se lo mostré, le gustó, regresé y lo guardé, después estuve buscando otros marcos de madera para hacer lo mismo, encontré dos más que estaban guardados en una habitación desocupada.

Al día siguiente salí a conseguir más variedad, en las calles encontré otras diferentes a la que habían en casa, arranque flores enteras, me caí y golpeé varias veces, al llegar a casa mi mamá estaba hasta el patio así que no vió en las condiciones que regresé, me apresuré a terminar de colocar un solo pétalo diferente en cada espacio vacío, ya tenía tres completos. Para cuando bajé me vió con algunos golpes y me cuestionó, no le respondí, me curó las heridas y su preocupación disminuyó.

La mañana siguiente me levanté temprano para ver mis tres cuadros, los saqué de su escondite, observé de que algo estaba mal, me sentía triste y angustiado, el primero que había hecho estaba diferente, los pétalos estaban descoloridos y empezaban a secarse, no sabía lo que ocurría, arranqué los que se veían mal, bajé nuevamente a cortar lo que necesitaba, cuando me vió mi madre se admiró, pero no dijo nada al respecto, los volví a colocar en la posición que estaban sus anteriores, los días siguientes fueron peores, sentía inconformidad al ver como no todo quedaba como el primer día y volvía a buscar reemplazos, siendo más cuidadoso para evitar evidencias.

Después de jna semana ya todo lo sentía muy apagado y aún las acabara de colocar las percibía como marchitas, la situación llegó un poco excesivas, bajé y salí a buscar una última vez, mi madre se había percatado de mis salidas anteriores y empezaba a sospechar de lo que hacía, regresé con una bolsa llena de rosas y flores que arranqué a otros jardines, como unas 30, las llevé con el resto, corté más de mi jardín, estropeé varios rosales dejándolo sin ningún brote. Colocándolo con las demás ya tenía aproximadamente 50 de diversos tipos y colores, sentí un orgullo, también algo de euforia, me encerré en mi habitación y me puse a clasificar, fue difícil elegir la jerarquía y orden de patrones que debía seguir, las secuencias eran confusas, para cuando las tenía ordenada mi madre entró de imprevisto, se quedó algo confundida al ver todo lo que tenía, me reprendió y quitó mi colección, también añadió que estuvo siguiendo para ver lo que hacía, intenté arrebatarlo, me contuve y dejé que se lo llevara, la seguí para revisar lo que estaba por hacer, llegó hasta el cesto de basura, los arrojó, me le quedé viendo furioso, no le dije nada y me regresé a mi cuarto, después sentí tristeza al ver que mi esfuerzo estaba en la basura, pasé toda la noche así, me dijeron muchas cosas, me tomó toda una semana comprender que estaba mal, porque los pétalos pierden su escencia después de poco tiempo, necesitaba algo que fuese permanente o al menos tuviese mayor duración, así que comencé a coleccionar otras cosas, fui más prudente y lo ocultaba mejor.

En una ocasión llegué a coleccionar rocas, las colocaba en el jardín, mi madre no las notaba, pero yo sabía cómo estaba colocadas y el orden que seguía, nunca supo de esa, también más objetos que ya olvidé, al principio no tomaba demasiada importancia a que elegía para guardar, con el paso de los años, decidí ser más selectivo, conservar aquello que... no sé, estaba algo confundido.

El autobús acaba de hacer una parada, creo que acabo de llegar, ya ha pasado mucho tiempo, al menos para mí, esperé a que todos desocupen sus asientos, así podré poner mi frasco devuelta a mi mochila, lo he estado sacando cada que puedo, siento una sensación de preocupación, considero que debí avisar, espero que el mensaje le haya llegado, aún no encenderé mi móvil, para no tener que dar explicaciones, luego le llamaré a mis padres para informar de mi llegada, llegó el momento de comenzar de nuevo.

Aún conservo tu miradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora