Una semana (parte 2)

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Me quedé a dormir en casa de mi amigo, ya era tarde para regresar a casa, mis padres no tenían problema, nos quedamos viendo una serie en su laptop, aunque dormimos temprano porque él tenía que ir a resolver unos pendientes temprano. Se me ocurrió una idea que parecía buena, aunque no había ido antes, así que sería nuevo para ambos, posiblemente a Dany le gustaría.

Teníamos día libre por lo que no le ví toda la mañana, habíamos planeado vernos casi al anochecer. Antes regresé a mi casa, fui a mi habitación y tomé una larga siesta al despertar ví el ordenador de mi madre encendido, me acerqué para ver, había comprado varios artículos en línea, le añadí algo que me iba a servir para mi proyecto a su lista y lo dejé.
Terminé de alistarme con algo casual sin ser tan informal, pasaría a por Dany. Al llegar me quedé postrado frente a la puerta, revisé mi teléfono, aún faltaba 10 minutos, toqué el timbre, Dany abrió, pensé que tal vez aún le faltaba terminar de prepararse, me tomó de la muñeca y me invitó a pasar, pero se arrepintió.

– Awws, no puedes esperar a verme, espera un momento –me dejó en la entrada y se fue volviendo rápidamente– ¡Listo! –salió dando unos giros.

– Te ves increíble –dije sonriendo, se detuvo y me vió sosteniendo el gorro que estaba por caer.

– Lo sé y eso que solo me he puesto un gorro –era muy bonito–, no tenía ánimos de arreglarme, esto –bajo el gorro un momento– me ayuda a no parecer que recién me levanto –su cabello estaba algo alborotado, me reí.

– ¡Olvídalo! –empecé a caminar–, Para la próxima te diré que te ves menos mal –dije con sarcasmo, le dí un beso en la mejilla.

– Aunque no lo creas también cuenta como cumplido –rozó sus dedos en mi pómulo derecho y bajo sosteniendo mi mentón–, qué lindo. Ahora hay que ir a... –le interrumpí.

– No, está yo seré quién te lleve a un lugar... Qué esté abierto –estaba mucho más lejos, pero teníamos tiempo suficiente, la noche recién iniciaba–, tenemos una semana saliendo, ¿Es mucho o poco? –su gorrito se llenaba de hojas.

– Te diría que es poco, pero estando conmigo es demasiado y mientras no termine puedes presumir haciéndolo aún mejor –las calles estaban bien iluminadas, jugaba con su sombra mientras caminaba–, hasta ahí me veo bien –señaló hacia aquel reflejo oscuro en la pared– Interesante, intentaré sorprenderme al llegar.

– Tardaremos en llegar así que puedes ir preparándote –la distancia era casi el doble en comparación a la vez anterior.

Estando una calle antes de llegar me dí cuenta que fue buena idea haber tomado un taxi para no caminar mucho, además estuvo haciendo indirectas los primeros 10 pasos, después de eso se la paso en silencio, le intenté preguntar pero no decía nada.
El lugar de lejos se veía luminoso con tonos azules y rojos, pero en cuanto más nos acercamos era evidente la diferencia entre horarios.

– Un helado no suena mal –exclamó me giré a verle.

– ¡Hasta que dices algo! –le respondí sonriendo.

– Dijiste que me preparara, eso he estado haciendo –se acomodo el cabello– ¿Entonces si iremos a comer un helado? –se emocionó.

– Claro, un helado nocturno y posiblemente algo más –estaba muy bien ambientado, veía a mucho entrar y pocos salir–, recién lo han reinaugurado y ha traído consigo mejoras –se acercó directo a pedir su sabor, le detuve– ¿Qué haces?

– Es obvio, voy a pedir mi helado –se giró.

– No, aquí no, esto es para la mañana, porque crees que hemos venido a esta hora –le tomé por el hombro, pasamos a un corredizo que estaba por la izquierda– es una de las mejoras que se hizo aquí, ¿Ya habías venido antes? –todo estaba oscuro, al final se veía la entrada.

Aún conservo tu miradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora