50.- Primer mes

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Mi alarma ha repetido varias veces, no quería levantarme aunque debía hacerlo, esperé a que el tono terminara, aún no amanecía, había dormido lo suficiente un día antes así que no necesitaba muchas horas, hoy sería el día para dejar el dormitorio de mi amigo.
Esperé lo suficiente para tomar una ducha matutina, eso me terminaría de levantar, vaya que si, mis ojos terminaron irritados porque les entró shampoo, decidí iniciar antes a empacar, no era mucho lo que tenía, pero había estado evitando que viera lo que llevé y así seguiría oculto.
A las 11 ya tenía todo listo y empacado, él se había levantado media hora antes aunque se fue directo a abajo, creo que a la cocina por el ruido similar al freír, me sentía emocionado, al fin sería casi como si me independizara o lo más cercano por el momento, mis ojos estaban mejores, bajé y lo ví cocinando.

– ¿Por qué no me esperaste?, Te hubiera ayudado –le dije, ya estaba terminando, no veía mucho, pensé que para ser equitativos pensaba en lavar los trastos.

– Hoy es tu último día cómo huésped, así que quería hacerlo yo –respondió mientras movía una espátula en la sartén, me limité a acercarme para evitar algún accidente–, no te preocupes, ya después iré a tu nueva vivienda y será tu turno –le escuché reír.

– ¿Y qué has preparado? –me acerqué un poco para ver aunque no logré distinguir.

– En un momento lo verás –me senté a esperar, tenía un olor cautivador, siguió moviéndose buscando terminar su platillo.

No tardó mucho, eran chilaquiles aunque con una apariencia un poco diferente, se veía exquisito y al probarlo su sabor lo era, se lo dije en cuanto dí el primer bocado.
La salsa era una combinación adecuada para ser picante y un poco dulce, tomando en cuenta el crujiente y su acompañamiento acorde al sabor principal, me sorprendió totalmente, no lo había hecho antes.
Me preguntaba dónde consiguió la receta.

– Te quedó delicioso, debes pasarme la receta –no solía hablar cuando comía pero claro que era necesario decirlo, él sonrió.

– Gracias, no podría hacer eso, hay un ingrediente que no conseguirás –le ví tratando de reconocer, aunque ya imaginaba a qué se refería– ¡te has levantado temprano!, eso debiste hacer ayer también –dejó los cubiertos–, supongo que ya has empacado.

– Lo que descansé ayer me ayudó a despertar temprano hoy –me sentía con bastante energía–, sí todo listo.

Llevaba planeando toda una larga semana lo que haría, estaba emocionado por ese día, además de haber pensado que no llegaría. La noche anterior me la pasé revisando, mi amigo me ayudó un poco, aunque no sabía si fue buena opción. Un mes, el primero.
Salí de casa temprano para ir por el obsequio, mis padres aún no sabían nada sobre Dany, mi amigo me acompañaría, tuve que pasar por él, caminamos hasta una florería, al entrar esa combinación de aromas de rosas y flores diversas, el aire parecía regulado al igual que la iluminación, veía pétalos sobre el suelo y varias hojas con diversas formas e incluir sus tamaños tan variantes, eran más arreglos florales, me acerqué a la encargada, estaba rociando unos helechos colgantes, él se fue a otro lugar que habíamos acordado, se supone nos reuniríamos después.

– ¿Está listo? –pregunté mientras le entregaba la tarjeta. Me la habían dado días antes cuando hice el pago por el pedido, para que me hicieran entrega adecuada, tenía detalles sobre el lugar. Asintió y fue a una repisa, allí tenía varios arreglos de flores.

Se fue y tomó el del centro, una especie de contenedor de vidrio en forma de labios con rosas rojas muy bien alineadas con pétalos blancos a su alrededor, además tenía un espacio en el centro como en líneas paralelas, lo tomé con cuidado, agradecí y salí para evitar contratiempos, tenía que evitar que alguien me viera, subí a un taxi y fui directo a la casa de mi amigo, allí es donde habíamos acordado encontrarnos, las opciones anteriores no me convencieron, también viéndolo hubiese sido un desastre el tener que llevar aquel obsequio caminando y por casualidad tropezar. El tamaño era suficiente como para no pasar desapercibido, tenía una tarjeta pre-elaborada, entré a su casa, saludé a sus padres y fui directo a la sala, ambos se veían bastante felices, quizá era buen día para los dos, por coincidencia también lo era para mí, me senté y agarré algunos pétalos, poco después llegó él con la parte faltante, eran varias cosas; un globo con helio, en una bolsa llevaba listones y demás decoraciones que me había dicho para detallar, por último una pieza que complementaba el espacio vacío en líneas paralelas formando un 1, hecho de cristal que en su interior contenía una sorpresa, me emocionaba ver aquello, me gustaba. Empezamos con la vista externa cubriéndola con un listón rojo carmesí y pequeños detalles es un rosa tenue con delineados en blanco, la capa que recubría todo por completo estaba hecha del mismo material semitransparente, y un moño en forma de rosa en el margen derecho del labio superior. Terminamos antes de las 12, habíamos quedado de vernos en la tarde, tenía tiempo para volver y estar listo.

– ¿Qué te parece? –le pregunté a mi amigo, sus padres se acercaron desde atrás, me giré para verlos.

– Yo te ayudé, así que quedó muy bonito –sonrió y fue con sus padres, ellos se irían, los dos le dijeron algo al oído y partieron.

– Deberías decirles –le sugerí, el negó, me pasó una caja para ocultar y llevarlo en el camino.

– Él único que dirá algo eres tú para saber cómo te va –dejé un poco alejado el regalo, se acercó y me dió un abrazo–, se te hará tarde –se alejó yendo directo a la puerta, le agradecí y salí.

Fui caminando a casa con una caja de cartón con mucho que destruir por dentro sí tenía algún percance, no quería que nadie viera lo que llevaba, todo el camino estuvo tranquilo, cuidaba pisar bien y ver que nada fuera a causar algún tipo de tropiezo, estaba un poco pesado.

Al llegar a casa no fue difícil abrir, subí directo a mi cuarto para dejarlo sobre mi cama, después alimenté a mi pecesito, mantenía la pecera lo mejor cuidada que pudiera; cambiar el agua era difícil aunque empezaba a acostarme, su nado era impecable, su naturaleza.
Después de varias horas, ya era momento de iniciar a prepararme. Tomé una ducha no muy prolongada, pero tardé pensando dentro muchas cosas, quizá sí fue una buena idea descartar el globo y dejárselo a mi amigo, al salir no estaba seguro de cómo vestir. Después de revisar lo que tenía, opté por una playera rosa con estampado de hojas en tonos azules tenues, una chamarra negra y unos jeans azules, por suerte tenía unos tenis blancos limpios. Estaba soleado, aunque el clima no, sino templado con algunas brisas. Tenía pensado no dar de inició el regalo, esperar hasta volver y dárselo porque estaría más a salvo en mi habitación, sin contar que no sabía que haríamos.
Al bajar me encontré con mis padres quienes se suponía llegarían tarde, quería comer algo antes de salir, iba a recalentar pero ellos ya lo habían hecho, los saludé y me senté con ellos.

– ¿A dónde irás? –preguntó mi padre, me preocupaba fuera a ver el obsequio de Dany, tendría que dar una explicación larga y además sería mucho tiempo, lo había dejado en un lugar que consideraba seguro y algo difícil de encontrar.

– Iré a la casa de mi amigo –para ellos yo solo tenía un amigo así que no había necesidad de nombrarlo siempre. Además me sería de escudo y de escusa, también ya lo había planeado, lo que si era novedoso es que estuviera más arreglado–, se supone que le ayudaré con la tarea que tenemos para mañana –si teníamos pero ya se la había pasado, esa fue la condición para cubrirme, no estaba difícil.

– Hace mucho que no viene –intervino mi madre, tenía algunos días sin llegar, solía ser frecuentes sus visitas al igual que las mías en su casa– ¿Él está bien? –se preocupaba por saber de nuestra amistad, asentí para evitar más preguntas, creí que continuarían sin embargo tenían asuntos pendientes por resolver, comieron con rapidez– Quizá nos lleve toda la noche, así que nos veremos mañana cerca de mediodía –me dió un beso en la mejilla y ambos partieron como de costumbre.

Terminé de comer, dejé todo en orden y salí, en el camino a casa de Dany me sentía nervioso, además de una gran emoción, tenía un gorro rosa con blanco para complementar, en la parte inferior izquierda tenía 8319 en negro. Antes de tocar, di un suspiro profundo, la sensación fue en aumento, toqué tres veces hasta que abrieron la puerta, era Dany sonriendo, se abalanzó y me dió un abrazo, le sujeté para liberar un poco de lo que llevaba contenido.

– ¡Has llegado antes! –se rió, me vió fijamente– ¡Te ves increíble! –dió una pequeña vuelta a mi alrededor mientras parecía inspeccionar, me sorprendió escuchar que me hiciera un halago, me dió un beso rozando mis labios– ¡No!, Algo no está bien –le quedé viendo confundido– No debes verte mejor que yo –ambos pasamos adentro, me llevó al sofá, se sentó y volvió a levantarse rápidamente cómo una inquietud– Espera, debo ir a cambiarme –asentí, ví el reloj y tenía razón llegué varios minutos antes.

Me quedé sentando esperando a volviera, pasó bastante tiempo, me recordó a la vez anterior en la que pasó lo mismo, tener que esperar sentado en el mismo lugar a la misma persona, no me molestaba, de hecho quería pasarla bien sin importar nada, sin embargo esta vez tardó mucho menos en volver, me quedé asombrado, se veía espectacular cómo siempre, además de una actitud increíble con gran entusiasmo, todo lo anterior con algo indescriptible.

– Ahora sí –hizo una pausa mientras se acercaba–, ya estamos iguales –me tomó del brazo y me hizo dar una vuelta, luego fue su turno–, la idea de tener una pareja increíble es sentirte de la misma forma para que ambos deslumbren con actitud y claro, una sonrisa –sonreía, todo era recíproco, le ví casi hipnotizado–, ya que soy quien halaga, lo haré por ambos.

Aún conservo tu miradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora