– Quisiera volver a mi casa –dijo Dany, parecía haberse aburrido, llevábamos cerca de dos horas hablando mientras caminamos, sin rumbo, empezaba a cansarme también, ya era de noche. Asentí, no nos encontrábamos lejos, quizá a dos calles o tres, le tenía rodeando en un abrazo sobre su hombro.
– Antes acompáñame –quería entregar el regalo, no se me ocurrió nada más, esperaba que le gustara para mejorar el día, o quizá sólo el momento. Recibió un mensaje, mientras revisaba hice la parada a un taxi para ir lo más pronto posible.
– Cambio de planes –esbozó una sonrisa y se subió rápidamente, le dijo algo al conductor que no pude escuchar.
Ví el camino que recorríamos, me parecía conocido, las calles estaban obscuras y poco transitadas, revisé la dirección, tenía algunos indicios de dónde podríamos estar, aunque no de a dónde iríamos.
– Demasiado aburrimiento –exclamó, sentí consternado y con algo de culpa, bajé la ventanilla para que entrara un poco de aire, me ayudó a mantener la calma–, eso hubiera pasado, pero me alegro que hayas estado para hacer que la espera no pareciera eterna –fue reconfortante escuchar que no la había pasado tan mal–, pero viene lo mejor –parecía emocionarse sin dejar de mostrar indiferencia.
– ¿Espera? –repliqué confundido.
– Obvio, por eso te dije que habías llegado antes, no todo estaba listo, las dos veces que te he hecho esperar demasiado y aunque todavía no sabes, pero será todo excelente –el taxi se detuvo, bajé y fui a abrir la puerta para que Dany bajara, al parecer ya había pagado. El lugar lo había visto en una visita anterior, pero estaba cerrado y justo seguía igual, no parecía tener nada relevante o llamativo, era un edificio de algunos pisos con una escalera externa en espiral.
– ¿Esperaremos a que abran? –dije con sarcasmo, estaba impecable, pero parecía más una casa con una altura que sobrepasaba lo común, dí unos pasos al frente.
– Tú esperarás a que alguien que pueda abrir –sonrió perspicaz, revisó su bolsillo, sacó unas llaves–, porque yo seré quién te de acceso –me acerqué a la entrada, tenía un detallado la madera muy bello, giré y Dany no estaba– ¡Aquí estoy! –le escuché algo lejos, volví hacia el lado contrario, estaba sobre el primer escalón– ¿Qué haces ahí?, Allí no entraremos –subió lentamente los demás, fui hacia donde estaba, al tocar el soporte sentí el frío recorrer mis dedos, era metálico, ví hacia arriba, tenía mucho por subir.
– ¿Iremos allá arriba? –seguíamos subiendo, me causaba recelo la estabilidad de la escalera, sin embargo parecía estar bien sujeta. No respondió, llegamos a los últimos escalones.
– Merecemos la cima –sostenía las llaves en su mano derecha, había una puerta justo enfrente, creo que estabamos el último piso, se notaba que era el más pequeño– Ya estamos, aquí.
– ¿Cómo conseguiste eso? –señalé hacia su muñeca, movió haciéndolas sonar.
– Los padres de una amistad son propietarios y le pedí favor que me lo prestara –introdujo la llave correspondiente, giró el porche y entró.
Le seguí de cerca, al entrar ví que no era un cuarto, sino la terraza, el muro no era muy alto y solo cubría dos paredes, mientras las otras dos estaban protegidas por segmentos de madera y cristal, tenía cubierto en un triángulo de concreto sobre las columnas fijas, todo lo demás estaba libre para ver hacia el cielo y la calle.
Tenía unas líneas de baldosas en las partes inferiores cercanas al suelo, pintadas difuminando en café para simular la madera y tonos para mostrar fragmentos de cristal.
En el centro tenía una pequeña mesa y poco detrás un sofá color café, además un mini helecho adornando.
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Aún conservo tu mirada
RandomLa vida te marca con recuerdos. ¿Qué harías para conservarlos contigo? ¿Coleccionar? Nunca deseches lo que algún día te hizo felíz, intenta preservar la esencia de los momentos a cómo dé lugar. Un jóven que hará lo que sea por mantener su recuerdo. ...