Holaa, esta historia la escribí también mientras no podía acceder a esta cuenta. Aún la estoy subiendo por Whatsapp, pero ya tengo varias capítulos adelantados. Los voy a subir de a poco, o depende si les va gustando.
✨✨✨
Escuché los gritos de mi madre pero aun tenía ganas de dormir y seguí en ese hermoso sueño que tenía. Los gritos son más cerca cada vez, aún con los ojos cerrados hago una mueca de desagrado.
Romina- HIJAA! A LEVANTARSE... SILVIA.
Me cubrí completamente con las sábanas, mientras mi madre se enoja más. Pero lejos de regañarme hizo algo que no me gusta. Cosquillas.
Silvia- ¡Basta mamá! ... Ya mismo me levanto, ¿ves?... ya me Levanté.
Dije poniéndome de pie, aún tenía una hora para prepararme e ir al colegio, fui a darme una ducha mientras pensaba que ropa ponerme, no es que me importe verme bien pero de todos modos pensaba que ponerme. Al salir busqué esos jeans que tanto me gustaban, una blusa suelta, unos tenis, peiné mi cabello y recogí todo en un moño. Mis labios los pinte de un color rosa casi igual a mi color natural.
Tomé mi mochila y fui a comer algo. Mi madre tenía preparado un vaso de leche con galletas.
Silvia- ¿no crees que ya estoy grande para esto?
Romina- no.
Silvia- perfecto porque me encanta.
Ambas sonreímos, hoy mi madre se levantó de buen humor y no arruinaría eso. Al terminar mi desayuno me despedí de ella con un beso en la mejilla, jamás lo hacia por eso el gesto de sorpresa de mamá, reí y le dije.
Silvia- te amo mami... Gracias por el desayuno.
Romina- yo también te amo... ¡Que te vaya bien!
Silvia- gracias igualmente.
Caminé en busca de mi mejor amiga, mi bici. No se lo digan a Denise. Pero una de sus ruedas estaba desinflada, busqué por todos lados pero no encontré nada para arreglar eso.
Silvia- Don Ramiro me ayudará.
Corrí con mi bici en manos hasta la esquina donde vivía Don Ramiro, di unos golpes en su puerta, él trabajaba temprano así que creo que lo encontraría. Él era el Carnicero del barrio.
Se abrió la puerta y me encontré con ese hombre de unos 45 años, alto y si lo mirabas podría asustarte por lo grande que es. Pero al conocerlo es muy buena persona.
Silvia- ¡Buen Día don Ramiro!
Don Ramiro- Buen día Chivi!
Silvia- ¿puede ayudarme con esto?
Don Ramiro- si. Éntra...
Entré a su casa que era muy linda, no era lujosa pero era muy hogareña y tranquila. Me encontré con su esposa, La señora Inés.
Silvia- Señora Inés, ¡Buen día!
Inés- Buen día linda... ¿Quieres pan dulce?
Silvia- si claro... ¿Lo hizo usted?
Inés- obvio.
Ambas nos reímos, ya había desayunado pero tenía hambre, la señora me alcanzó un vaso con leche.
Inés- ¿no estas grande para leche?
Silvia- claro que no.
Inés- que bien. Porque llego a darles leche a mis sobrinos y me reprochan eso.
Silvia- quizás me gusta que me mimen... Quiero seguir siendo la niña de mamá.
Inés- (ríe) Que linda eres.
Don Ramiro- Chivi.. Aquí esta tu transporte escolar.
Silvia- gracias a los dos... Los quiero y me voy porque tengo sólo 15 minutos.
Inés- no quiero que llegues tarde así que ve con cuidado.
Don Ramiro- yo te puedo llevar.
Silvia- no, si me lleva llegará tarde a su trabajo.
Me despedí de ellos y me subi a mi bici, en el camino vi, como todos los días a Doña Rosa, la dueña del almacén.
Silvia- ¡Buen Día Doña Rosa!
Rosa- Buen día mi niña... Ven, no te vayas.
Ella todos los días me daba algunas golosinas para el colegio. Esta vez me dio dos alfajores y paletas.
Silvia- muchas gracias Doña Rosa... Que tenga un día hermoso.
Rosa- tú igual linda.
Seguí mi camino encontrandome a el verdulero del barrio, conocía a todos porque mamá me mandaba a comprar a mi. Me quedaba varios minutos hablando con ellos, siempre hice eso, la mayoría del barrio me conocía y no se si eso es bueno o malo. El señor Juan me saludaba de lejos, me detuve frente a él y me dijo.
Juan- ¿Chivi ya te vas al colegio?
Silvia- sii... Se supone que hoy hay un acto escolar donde tengo que leer algo.
Juan- Aaah que bien... ¿Vendrás a visitarme después?
Silvia- sii... Al salir del colegio vengo a ayudarlo.
Juan- te espero... Estas llegando tarde mi niña.
Silvia- sii... Pero no se lo diga a nadie.
Él rió y seguí mi camino, el era un hombre de más de 50 años y su familia vivía lejos, se separó de su esposa, sus hijos venían a visitarlo una vez al mes. Eso me fastidiaba.
Empecé a pedalear más rápido, ya tenía tardanza pero si me apresuro llego, jamás tuve tardanza, hasta hoy. De pronto escuché un grito.
- ¡Cuidado!
Un chico venía también en bicicleta, ambos chocamos y caímos al piso, el cayó de rodillas y apoyo sus manos lastimándose. Yo caí de mi costado derecho lastimando mi rodilla que rompió mi jeans y sentí un golpe en la cabeza del lado derecho. Mi hombro me dolía. Él chico se levantó y me ayudó.
- perdón... Venías distraída.
Silvia- tú también... ¿Por qué no te fijas bien?
- es que quería llegar al colegio rápido.
Silvia- yo también... ¡Aay! Esto me duele.
- Mi nombre es Cristian, vamos a que nos vea un médico, bueno al menos a ti.
Silvia- no, yo puedo sola.
Dije levantándome o tratando ya que me dolía la cabeza y la rodilla. Porque caí contra el piso.
Cristian- no seas terca y déjame ayudarte.
Silvia- esta bien.
Cristian me tomó del brazo para ayudar a levantarme nuestras bicicletas las llevábamos cada uno. Caminamos hasta llegar a un centro de salud del barrio.
Esperamos mientras sentí que un líquido caía sobre mi frente. Me toque mirando luego mis manos, era sangre.
Cristian- estas sangrando.
Silvia- si.
Una enfermera vio que no nos atendían y hizo que entraramos a un consultorio.
Enfermera- ¿que les sucedió?
Al unísono- me chocó.
Ambos nos miramos y la enfermera sonreía. Me sentó en una camilla y curó mi frente. Necesitaba dos puntos. Bien, necesitaría llevar un parche en mi frente. Me dio algunas indicaciones mientras terminaba de curar mi rodilla. Luego desinfecto la herida de Cristian, la que se llevo la peor parte fui yo.
Nos pidió nuestros datos, primero a mi, al terminar salí del consultorio esperando a Cristian. Él salió y me despedí, quiso llevarme a mi casa pero no lo dejé.
Silvia- no necesitas hacer eso... Yo puedo sola.
Cristian- esta bien.
Silvia- gracias por acompañarme hasta aquí.
Cristian- de nada.
Saque de mi mochila un alfajor, como él continuaba mirándome se lo di.
Silvia- No desayunaste ¿no?
Cristian- no, gracias.
También le di un caramelo, me despedí de él. La rodilla me dolía aún, así que caminé sola con la bici a mi costado, comiendo un alfajor. Me encontré a Don Juan que dejó su verduleria y corrió hacia mi.
Juan- Chivi... ¿Qué te pasó?
Silvia- ¿un imbécil me chocó?
Dije algo enojada, el agarró mi bicicleta y me ayudó a caminar, estaba cansada y tenía sueño. A esta hora mi madre no estaba en casa y yo no tenía llaves de casa.
Juan- Ven.
Dijo sentandome en su silla mientras traía un vaso con agua. Siguió atendiendo su puesto mientras hablamos de como fue que termine así.
Juan- ¿Era lindo el chico?
Silvia- no se...
Juan- ¿segura?
Silvia- en lo que menos pensé es en eso... Soy chiquita aún para pensar en eso... Tengo 14 años Don Juan.
Juan- tienes razón... Hay mucho tiempo para el amor, pero ahora no es el momento... ¿Te harán fiesta de 15?
Silvia- no lo se... Mi mamá tiene gastos, no es fácil mantener a mis dos hermanitos y a mi. Y como sabe papá murió.
Juan- si entiendo... ¿Pero a ti te gustaría fiesta?... El vestido, el baile, la comida, el lugar grande, estar rodeada de las personas que quieres.
Silvia- suena lindo... Pero no sueño con algo grande, para mi lo importante es que eso es una excusa para que te llenen de amor, sea la fiesta chica o grande... Lujosa o humilde. Sólo quiero que estén las personas que amo, y si es una fiesta pequeña en casa, de todos modos seré feliz.
Juan- eres una muy buena persona... Mi hija pensaba todo lo contrario de ti.
Silvia- Lo siento... Ella no entendió y no entiende el valor de las cosas.
Llegó un cliente pero antes que el haga algo yo me levanté y lo atendi. Era alguien del barrio vecino.
- es muy linda su hija o nieta...
Juan- si es muy linda por dentro y por fuera.
- lo felicito.
Juan- gracias.
Yo sólo sonreí, vi los ojos de Don Juan que se iluminaron, estaba orgulloso de que le digan algo así. Yo vengo a visitarlo desde que tenía 6 años, los mismos que él llevaba separado de sus hijos y esposa. Él era como el padre que siempre quise tener y la vida me lo dio.
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Mi Salvación Eres Tú
FanfictionUna historia ficticia de Silvia Navarro y Cristian de a Fuente.