diecinueve. iii

3K 369 201
                                    


Llegamos pronto al hospital, nos bajaron a ambos. Tae no había vuelto a recuperar el conocimiento y eso me tenía muy preocupada.

Ya en Urgencias estaban los enfermeros y un doctor preparados para recibir a Tae, corrí detrás de la camilla que era llevada por los paramédicos y algunos de los enfermeros con el doctor dando instrucciones, pero no pude avanzar más porque dos mujeres me detuvieron. Una con una bata blanca que de inmediato me indicó que se trataba de una doctora y la otra era una enfermera.

–¡Es mi hermano!... ¡No puedo dejarlo solo! –Exclamé desesperada, en medio del pasillo donde estaban otras personas, tratando de que se quitaran de mi camino. A Tae se lo habían llevado por unas puertas dobles y desconocía hacia donde.

–Señorita, también debemos revisarla, está herida –la joven enfermera me tomaba por un brazo con cuidado– Su hermano está en buenas manos. Por favor colabore.

–Tendremos que inyectarle un sedante si no se calma. –Dijo, la doctora.

–¡No! –me resultaba peor estar dormida y no saber nada de Tae– Yo... yo me voy calmar. –Respiré profundo.

–Tenga la seguridad de que en este hospital haremos todo por él. –Aseguró la doctora, y quise confiar en sus palabras. Necesitaba aferrarme a ellas con todas mis fuerzas–. Ahora, acompáñenos.

Permití que me guiaran hacia otro pasillo cercano, sentía las miradas de las personas que estaban ahí que probablemente estaban pasando por una situación parecida a la mía, mirarme con pena.

Tenía mucho miedo, sentía un dolor profundo de sólo imaginar la posibilidad de no ver más a Tae. 

Me hicieron una radiografía para determinar la lesión que tenía en la muñeca, la cual como resultado no indicó que tuviese alguna fractura o fisura. Resultó ser un esguince de segundo grado. Me inyectaron un analgésico para el dolor, que también me recetaron y me colocaron una férula para mantener inmovilizada la mano. Debía usarla por algunos días y seguir un tratamiento que incluía hacer terapia para que la lesión se curara lo más pronto posible. La herida en mi frente no fue grave, la sangre podía ser muy escandalosa a veces, sólo fue necesario un parche. Tenía algunos moretones, además del que ya tenía, pero sólo eran golpes externos, también me recetaron una pomada para ellos.

Después de todo eso permitieron que fuera hasta la sala de espera para obtener noticias de Tae o por el contrario esperar por ellas. Mantenía la mano contra mi pecho, el dolor había disminuido considerablemente gracias al analgésico que estaba haciendo efecto poco a poco.

Saqué mi celular del bolsillo trasero de mis jeans.  Cuando se me cayó, a lo largo de la pantalla se le hizo una raya, nada grave, seguía siendo funcional. Intenté encenderlo para llamar a mis padres, aunque suponía que Jungkook ya lo debía haber hecho, pero me di cuenta que ya no tenía batería.

Cuando iba acercándome a la sala vi a Jungkook sentado en una de las sillas metálicas. Estaba muy inquieto, movía su pierna de forma repetitiva mientras tenía sus codos apoyados en sus piernas y mordía su pulgar, mientras observaba todo a su alrededor. Justo giró su cabeza en mi dirección, abrió sus ojos en grande cuando me notó y vi el alivio cruzar sus facciones. Se levantó de inmediato viniendo en mi encuentro y yo caminé más rápido, hasta que estuve rodeada entre sus brazos que me sostuvieron con cuidado de no lastimarme.

Dejé salir un sollozo desde lo más profundo de mi garganta, enterrando mi cara contra su pecho.

Me separé un poco para mirarlo, sus ojos estaban ligeramente rojizos y llenos de preocupación. Me limpió las lágrimas, aunque fue inútil porque éstas volvían a deslizarse por mis mejillas.

reformed •myg (problematic book #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora