diecinueve. ii

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–Un golpe, sólo será un golpe, Minny. Lo merece.

–Ya no vale la pena –alcé los hombros– Y no sólo será un golpe, lo sabes. –Señalé.

–Resultó ser un completo imbécil. –Bufó.

Taehyung estaba enojado porque le conté todo lo ocurrido en el penthouse de Jin, no le cayó para nada bien lo que me dijo éste al haber hecho alusión a las drogas y a Yoongi, además que después de todo el engaño aún así pretendiera seguir con la farsa. Tanto era su enojo que propuso ir a golpearlo con un bate que le pediría prestado a su vecino de diez años o rayarle su auto, o ambas. Hasta quiso quitarme mi celular, ya que el suyo se le había agotado la batería, para llamar a los chicos pero lo impedí. Se supone que quería hablar con él primero porque no quería lidiar con Jungkook y Jimin ahora, esos dos hubiesen salido directamente a buscar a Jin sin detenerse a pensar.

Tae estaba actuando muchísimo mejor de lo que lo harían ellos.

Estábamos sentados en una de las mesas del exterior de la heladería, habían algunas personas alrededor disfrutando de sus helados. Era uno de esos locales que quedaba abierto hasta casi la medianoche, lo cual era muy conveniente.

Ya me sentía un poco mejor y no tan agobiada, pero no le había dicho a Tae sobre los pensamientos que tuve de volver a consumir.

–Hace un rato... pasó algo.

Él centró toda su atención en mi luego de meterse una cucharada de helado a la boca, iba por el segundo vaso porque estaba muy molesto y quería calmarse.

–¿Qué?

Apoyé mis brazos sobre la mesa para asegurarme que nadie más escuchara, Tae hizo lo mismo.

–Pensé en consumir de nuevo –suspiré, pasándome los dedos por los mechones de mi cabello– No puedo perder el control.

Agarró una de mis manos y a pesar de que estaba fría, me brindó calidez. –Hace mucho que dejaste de ir con tu terapeuta, quizás debas volver.

–Si, es lo mejor.

–Has estado pasando por situaciones complicadas, pero aún así tratas de mantenerte firme. Lo has hecho bien hasta ahora. –Quiso animarme porque sabía que me estaba sintiendo muy culpable.

Yo había estado viendo a psicólogos durante gran parte de mi vida, después de ser adoptada mis padres me llevaron con uno porque claramente tantos cambios en un período corto de tiempo podía ser perjudicial para un niño si no comprendía aún del todo que pasaba. No sólo yo, mis hermanos también llegaron a ser tratados.

Durante y después de rehabilitación recibí terapia, pero hace dos años o, creo que un poco menos, que no hablaba con mi terapeuta y en realidad desde hace meses que he querido ir con él, sólo que me daba un poco de miedo, pero a este punto era lo más sensato.











Ambos íbamos de regreso a casa después de comer helado y hablar. Decidimos ir y volver caminando ya que la heladería no quedaba tan lejos de donde yo vivía y además me hacía bien. Tae se quedaría a dormir conmigo porque no quería que pasara la noche sola.

Nos metimos por un callejón para recortar camino.

–Espera... –Me detuve y él lo hizo también, dejando de hablar sobre una canción de un grupo que descubrió. Se giró hacia mi con el ceño fruncido al no comprender mi comportamiento. –Creo que mejor nos regresamos a la calle principal.

–¿Por qué?

Miré hacia el otro extremo del callejón levemente iluminado por unas farolas. Esta zona realmente era muy tranquila, nunca se escuchaba nada malo y yo muchas veces había pasado por aquí, claro que todas esas veces era de día. Él alternó su vista entre el tramo que nos faltaba y yo, para comprobar si había algo, no encontrando nada pero era inevitable no sentirme incómoda al andar por calles solitarias. Aunque ahora estando acompañada me había invadido un mal presentimiento de nuevo.

reformed •myg (problematic book #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora