Coronavirus

Capítulo 8

La confesión

Pov Bruno

Bueno Mina, Pol esta en una reunión de claustro y me ha dicho que no llegara hasta la tarde noche, así que voy aprovechar para contarte uno de los días más importantes de nuestras vidas.

Estábamos a finales de junio, y no sabía nada de Pol desde el día que nos fuimos cada uno a nuestras respectivas casas, y de eso ya hacia una semana, yo tampoco es que tuviera la intención de llamarle, era mi amigo, si, pero me había cansado de ir detrás de él como un perrito faldero, eso ya no iba conmigo. A pesar de que aún seguía sintiendo muchas cosas por él, pero la pregunta era.

¿Sentía él algo por mi o había vuelto a ser un simple jugarte con el que desahogarse para él?

Sinceramente, después de lo que paso la última noche en casa de Rai, dudaba que fuera un juguete para él, pero claro, con Pol Rubio nunca se sabe.

Por una parte esta última semana se me paso rápido y tú me ayudaste a que eso pasara ya que venias todos los días a mi casa, a estar conmigo y la yaya, aprovechando que Gina, tu madre, trabajaba y Gery se había ido a pasar unos días con su padre, el cual no veía desde antes del confinamiento.

Y si Mina, te puedo decir que ya apuntabas maneras de ser como nuestro padre, aunque la verdad me gustaba y me gusta que seas como él.

Y así fueron pasando los días, hasta que un día que recuerdo perfectamente, el 29 de junio, mientras te estaba leyendo un cuento, mientras estaba sentado en el antiguo sillón de papa y contigo sobre mis piernas, me llego un mensaje de Pol, por fin daba señales de vida.

Me quede leyendo el mensaje, hasta que la yaya, tan extrovertida como es ahora o más dijo: "Vaya, parece que Pol Rubio por fin se ha dignado a dar señales de vida, ya decía yo que mucho no tardaría, aunque un poco cortito sí que es, yo te hubiera escrito al día siguiente".

Como no, la yaya metiendo las narices donde no le llaman, si te soy sincero siempre que me envía algo Pol incluso a día de hoy, le digo que es él, aunque ella igual que esa vez, ya lo sabe, según ella el brillo de mis ojos me delata.

Y no se lo voy a negar, porque seguramente tenga razón.

Cuando estés enamorada de la persona indicada, entenderás a que me refiero.

Cuando se hizo la hora, fui al sitio donde habíamos quedado, que no podía ser otro lugar que la playa, si a lo largo de esta historia te voy a contar porque la playa es uno de nuestros lugares favoritos.

Cuando llegue, lo vi apoyado en una de las farolas del paseo marítimo fumando.

Debo admitir, que aunque no me gustaba que fumara una parte de mi se moría de amor, cuando le veía con esa pose de chulito, su chupa de cuero y el cigarro en la boca.

Madre mía Mina , ahora que ya no fuma tanto, extraño esos momentos. ¿Qué raro no?

Bueno a lo que iba, que como empiece a imaginarme a Pol en esa época, creo yo que me quedo en las nubes y no bajo de ahí.

Nos saludamos, bueno quien dice saludarse, dice abrazarse, que raro se me hace escribir esto y es que Pol, nunca ha sido mucho de abrazar otros tíos, aunque conmigo ya lo hizo, cuando me fui y volví de Roma.

Pero claro, ese abrazo no tenía que ver con los anteriores o puede que sí, no estoy seguro, pero me recordó un poco al de cuando me fui, ya que en ese momento también note algo de cariño, aunque por aquel entonces, yo pensé que eran imaginaciones mías.

El caso es que aquel abrazo, que nos estábamos dando en el paseo marítimo, lo note distinto como si me lo estuviera dando con cariño y puede que con algo de amor, aunque en ese momento sonara algo raro.