83. Quiero pasar mi vida contigo

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Narra Kendall

Al día siguiente, desperté no porque yo quisiera, algo sonaba y no se callaba. Reconocí el sonido, era mi celular, lo tomé y contesté sin siquiera ver quien era.

Llamada.

—¿Hola?

—Hija, tienes que venir al hospital, tu mamá va a dar a luz—era mi padre.

—¿Qué?—dije aún adormilada, vi la hora en el reloj digital que se encontraba en la mesa de noche, eran las siete treinta y uno de la mañana.

—Tu mamá está dando a luz—me levanté de golpe, aún en la cama.

—¿En serio? Voy para allá—colgué.

—¿Todo bien?—dijo Tom quien ya estaba despierto y con cara de asustado.

—Mi madre está dando a luz.

Me levanté de la cama y empecé a buscar mis cosas desesperada. Tom me tomó del hombro y suavemente me volteó para pudiera verlo.

—Tranquila, todo va a estar bien, respira—lo miré y lo abracé.

—Es que es riesgoso.

—No es riesgoso, el doctor ya estaba preparado para esto. Relájate y cámbiate, estamos muy cerca del hospital.

—Está bien—me calmé, los abrazos de Tom me transmitían siempre tanta paz, que aunque el mundo se estuviera desmoronando a mi alrededor, si él estaba conmigo, sabría que todo iba a estar bien.

Me puse mi ropa mas calmada, pero igual estaba apresurándome lo mas que podía, lavé mis dientes. Tom hizo lo mismo y salimos rumbo al hospital.

Una vez en éste, nos dirigimos a la sala de parto, ahí ya estaban mis hermanos junto a Rachel. Los saludamos.

—¿Han sabido algo?

—Nada—dijo Cruz preocupado.

—Solo que entró en labor de parto hace siete horas—dijo Brook.

—¿Siete horas?—me preocupé— ¿Y apenas me avisaron?

—Nos acabamos de enterar.

—Todo estará bien—dijo Tom tomando mis mejillas, sabía que tenía razón.

Nos sentamos a esperar buenas noticias, después de todo, no podíamos hacer nada mas que eso.

Mi estómago se revolvió, pues salimos tan deprisa que ni siquiera desayunar pudimos, a lo lejos vi una de esas máquinas de café y galletas.

—Tengo hambre—me levanté un poco, ya que estaba recargada en el hombro de Tom.

—¿Quieres que vayamos a comer algo, o prefieres esperar?— acomodó mi cabello pasando un mechón detrás de mi oreja.

—No, voy por algo a la máquina, tal vez un café, ¿quieres que te traiga uno, o así estas bien?

—Vamos, te acompaño—nos paramos de nuestros asientos.

—¿Quieren algo de la máquina?—me dirigí a mis hermanos y Rachel. Todos negaron, así que  sin mas, nos dirigimos a la máquina— ¿De cuál quieres?

—Espresso, por favor.

Saqué las monedas que tenía, las introduje a la máquina, puse el vaso y apreté el botón que decía "Café Espresso" en letras blancas, el vaso no tardó en llenarse, le puse tapa para evitar cualquier accidente, ya que conocía a mi novio muy bien y se lo entregué.

—Gracias—me dió un beso en la mejilla, yo le sonreí sonrojada.

Seguido de eso, hice el mismo procedimiento, solo que yo escogí algo mucho más ligero y dulce, un Latte Vainilla, mi favorito. Después de ponerle la tapa, fuimos a sentarnos de nuevo a la sala de espera, así estuvimos una hora más.

Llegó mi padre, cubierto con un traje azul de pies a cabeza. Todos nos acercamos.

—Pasen a conocer al nuevo miembro de la familia Beckham—sonreí, estaba muy nerviosa.

Todos nos introdujimos a la sala en donde se encontraba mi madre.

—¿Seguro que podemos entrar todos?—le pregunté a mi padre.

—Si, los doctores lo autorizaron.

Llegamos al cuarto, pero antes de entrar nos dieron nuestra respectiva bata, un tipo gorro para la cabeza y unos cubre zapatos, todos de la misma tela y color. Cuando todo nos protegimos bien, pudimos pasar.

Ahí estaba mi madre cargando a mi pequeño hermano, apenas entramos y en su rostro se formó una sonrisa, cansada, pero brillante. Me acerqué y le deposité un beso en la mejilla. Todos le preguntamos como se sentía, o si necesitaba algo, ella nos dijo que no.

Después de todo, puse atención a mi nuevo hermano, a cada una de sus facciones, estaba muy rosado e hinchado, era normal, aún así era un bebé hermoso. Hacía varias muecas, y jugaba con sus manos.

—¿Lo quieres cargar?—me dijo mi madre sacándome de mi trance. Asentí. Lo puso en mis brazos con cuidado y puse observarlo un poco mejor, sonreí por inercia.

Narra Tom

Victoria puso al bebé en los brazos de Kendall, ella sonrió apenas lo sostuvo, lo veía con los ojos cristalizados, sin embargo de sus ojos no salió ninguna lágrima, se veía tan hermosa. No pude evitar imaginarme como se vería como madre de mis hijos, ahora el que estaba sonriendo era yo.

Kendall me tiene tan enamorado, la quería a mi lado para siempre, la quería en cada logro o fracaso, la quería en mi cama en las noches, dormir abrazado de su cintura, la quería en las mañanas, que al despertar sea lo primero que vea. Yo estaba decidido a dar el siguiente paso con ella, bueno, en realidad estoy decidido a dar todos los pasos del mundo siempre y cuando ella este a mi lado.

Estoy muy nervioso, nunca hemos hablado de esto, tal vez ella piense que estamos muy jóvenes y el compromiso no es lo que ella quiera en este momento, o puede ser que piense que yo no soy el chico indicado para ella.

***

El parto de Victoria fue natural, por lo que al siguiente día la dieron de alta, estábamos todos comiendo en la casa de los Beckham, todos estábamos felices por la llegada del nuevo miembro.

Después de comer, Kendall y yo salimos al patio trasero, saqué un cigarro y lo prendí. Quería hablar con ella acerca de tener un futuro juntos, pero no sabía como comenzar la plática, tampoco sabía lo que me iba a decir, estaba nervioso.

—Espero que en algunos, pueda tener esta vida...—le di un jalón a mi cigarro.

—¿A que te refieres?—dijo ella.

—Si, tener estabilidad con mi pareja, estabilidad económica, y una familia estable y unida.

—Ese es mi sueño.

—También el mío—nos miramos y sonrió, sabía lo que significaba e iba a tomar la oportunidad de decirle lo que había estado pensando—Quisiera que sigas a mi lado para ese entonces y así los dos poder cumplir ese sueño.

—Me encantaría—pasé mi brazo por su hombro y ella se recargó en el mío.

—¿Estas segura?—se separó un poco de mi agarre y me miró.

—Nunca me había tomado el tiempo de pensar en un dar un paso tan importante, pero ahora se que quiero que sea contigo—sonreímos los dos.

—Quiero pasar mi vida contigo—acaricié su mejilla.

—Yo quiero pasar mi vida contigo.

Siempre fuiste tú. •Tom Holland•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora