Narra Kendall.
Los días habían pasado desde que Tom me dijo que ya no quería nada conmigo y la infección no se me quita. Para ser sincera no tengo ganas de nada. No tengo apetito, ya no distingo porque es. No salgo de mi cama y no quiero ver a nadie.
—El desayuno esta listo señorita—dijo Maya desde afuera.
—No tengo hambre, gracias.
—Pero tiene que comer para que tenga energías.
—No tengo hambre Maya, gracias.
—Son ordenes de su madre—Me paré de la cama y abrí la puerta.
—Esta bien, gracias. Y por favor no me llames de usted, me haces sentir vieja, ya lo sabes.
—Esta bien, perdón señorita.
Baje a desayunar, no había nadie, solo estaba mi mamá. Mis hermanos ya se habían ido a la escuela y mi padre al trabajo, mi mamá se ha dado estos días de descanso para acompañarme en mi enfermedad.
—Espero que las pastillas que te recetó el doctor te hagan tener apetito.
—Lo peor es que si me da hambre, pero cualquier alimento lo devuelvo—dije con pesadez.
—Come fruta aunque sea.
Comí un poco de melón picado. No era ni mi tercer bocado y las náuseas empezaron a aparecer, de nuevo ¡Maldita sea!. Me pare lo mas rápido que pude y fui al baño, apenas entre y comencé a vomitar los tres miserables cubos de melón.
Sentí que una mano acariciaba mi espalda, sabía que era mamá.
—Esto ya no es normal—dijo con preocupación, lo cual hizo que yo también me preocupara.
—Seguiré tomando mis medicamentos y...
—Ni siquiera los medicamentos puedes tomar, ni siquiera tu estomago recibe el agua, esto ya no es normal. Ve a cambiarte, vamos a ir a que te hagan unos estudios.
Salí del baño y fui a mi habitación, me puse ropa cómoda, me dolía el estómago y lo tenía inflamado. Mientras me cambiaba no podía evitar pensar que era lo que tenía, estaba preocupada, espero que en esos estudios todo salga bien.
***
—En quince minutos les entregamos sus resultados, si gustan esperarme en las sillas de mi lado derecho se los agradecería—dijo la enfermera con una sonrisa lo más pacífica posible.
Me hicieron examen de sangre y orina, menos mal que no se van a tardar para darme los resultados. Pero estoy muy nerviosa, ojalá todo salga bien.
—Kendall Beckham—salió la misma enfermera minutos después.
Mi madre y yo nos paramos de nuestros asientos y nos dirigimos a donde ella, entramos al consultorio y nos sentamos.
—Bien ¿Quieren abrir los resultados ustedes primero?—dijo señalando los dos sobres que llevaba en la mano.
—No, ábralos usted.
Primero abrió los resultados de orina, leyó un poco y al parecer todo estaba bien. Después abrió los resultados de sangre, se tardó un poco más leyéndolos.
—Bueno, hay buenas y malas noticias—¿Malas noticias? No por favor.
—¿Cual es la mala?—pregunté.
—La mala noticia es que tienes principios de hepatitis—¿QUÉ? No hay manera en el infierno.
—¿Y la buena?—pregunté con un poco de esperanza.
—Que solo es un principio, todavía puede ser tratada para que no avance. Debes tener cuidados especiales y estrictos, no puedes comer lácteos, nada de irritante por ejemplo salsas, chocolate, refrescos, etcétera, y tienes que guardar reposo por una semana.
—Genial—dije sin ganas.
—Te voy a recetar algunas inyecciones, ya que tu estómago aún no aguanta nada. Necesito que sigas el tratamiento al pie de la letra si es que te quieres recuperar pronto. Te doy cita dentro de dos semanas, si con el medicamento no ves mejorías no dudes en venir—me entregó los resultados.
—Gracias—dije desanimada.
Llegamos a la casa, desde afuera se podían ver varias siluetas, no le di importancia, deben ser mis hermanos que ya llegaron de la escuela, prácticamente perdimos toda la mañana en el hospital.
Entre a la casa y para mi sorpresa eran los amigos de mi hermano, mi hermano y Tom, genial, justo la persona que no quería ver.
—Hola—dije sin ganas.
—Hola—respondieron, todos me miraban, algunos con lástima y otros sorprendidos ¿Tan mal me veo?
—¿A donde fueron?—preguntó Brooklyn.
—Al hospital— contesto mi madre.
—¿Todo bien?—miré a mi madre, no quería hablar de eso y menos frente a ellos, o mas bien, frente a Tom.
Por suerte mi madre se dio cuenta de no quería mencionar lo del hospital.
—Ya esta mejor—dijo no muy convencida.
—Me voy a dormir—dije y fui a mi habitación.
—Descansa— dijeron Cole, Richard y Dylan.
Narra Tom.
Kendall y su madre llegaron, mi corazón empezó a latir rápido desde que escuché su voz afuera, cuando abrió la puerta nos vió, claro que no tenia idea de que estuviéramos aquí, su rostro lo dijo todo.
Se veía realmente mal, tenía unas ojeras bastante marcadas, pálida y aunque suene exagerado la vi bastante flaca aunque tiene apenas un par de semanas que no la veo, su rostro reflejaba su mal estado y eso me preocupaba bastante ¿Que es lo que tiene y por qué todavía no se mejora?.
—Hola—dijo sin tanto ánimo.
—Hola—contestamos todos. Me quede mirándola, se veía muy mal y me dolía verla así.
—¿A donde fueron?—preguntó Brooklyn.
—Al hospital— contesto su madre.
—¿Todo bien?—deje de mirar la escena pero estaba atento a la respuesta, en serio quiero saber como se encuentra.
—Ya esta mejor—dijo su madre no muy convencida.
—Me voy a dormir—dijo Kendall y se fue dejándonos a todos en la sala.
—Descansa— hablaron mis amigos.
—¿En serio esta todo bien?—insistió Brook, sabía que no estaba bien.
—Tu hermana tiene principios de hepatitis—los chicos y yo nos miramos. Pobre Kendall, la debe estar pasando muy mal.
—Pero eso se puede curar, ¿No?—no pude evitar preguntar.
—Claro, con cuidados estrictos.
—Menos mal. Por favor cuide mucho a Kendall—le dije a su madre—Brook, tengo que irme.
Me despedí de todos y salí, no soportaba mas estar en esa casa sabiendo que Kendall estaba mal de salud y yo sin poder hacer nada. Esto es más difícil de lo que pensé.
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Siempre fuiste tú. •Tom Holland•
FanfictionAun después de la distancia, decepciones y amores pasajeros, ellos están destinados a estar juntos y eso nadie lo podrá cambiar.