43. ¿Como podría quitarme lo mas preciado que tengo?

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Narra Tom.

Al siguiente día iba llegando al hospital con los niños. Ahí estaba la abuela Lauren, Brooklyn ya había llegado, David y Victoria no podían faltar. Nos miraron con una sonrisa cuando llegamos, no entendía nada.

—Que bueno que llegaron, les tenemos una buena noticia— dijo Victoria entusiasmada.

—¿Qué pasa?

—Kendall despertó, esta en perfectas condiciones, salvo por un golpe en la cabeza. Pero fuera de eso, esta bien. La dan de alta en dos días.

Sentí un gran alivio dentro de mi. Tanto que estaba llorando de felicidad.

Todos me dijeron que pasara a verla, que había estado preguntando por mí. No lo pensé dos veces y fui a su habitación.

Entré, ahí estaba ella acostada con suero, pero se seguía viendo hermosa, como siempre. Cuando me vió sonrió y yo por inercia lo hice también.

—Tom, te extraño.

—Yo también, pero ya estas aquí. Ya estoy aquí contigo para cuidarte.

—Nunca mas te apartes de mí.

—Te lo prometo.






Desperté de golpe. Vi la hora, siete y cuarto de la mañana. Me entristecí de saber que todo había sido solo un sueño. Traté de dormir un poco más ya que por la noche no pude dormir como lo hubiera deseado; pero no pude, así que opté por levantarme de la cama.

Fui a ver a los niños y para mi sorpresa Romeo ya estaba despierto, sentado en la orilla de la cama, tan perdido en sus pensamientos que ni siquiera se dio cuenta de mi presencia.

—¿Te encuentras bien?— me miró.

—Tom ya no soy un niño y se como funciona todo eso. ¿Crees que mi hermana muera?

No supe que decirle, era un tema muy delicado, no quería asegurar nada a menos de que estuviera cien por ciento seguro.

—No lo se—susurré, me costaba mucho decirlo.

—Escuché que el auto quedo hecho trizas. Y que el conductor y el copiloto del otro auto no lograron vivir.

Yo no sabía eso. Ahora tenía mas miedo y dudas de que Kendall viviera.

Yo seguía sin encontrar palabras para lo que me estaba diciendo Romeo. Pero para mi suerte tocaron el timbre y fui a abrir. Era Rachel.

—Tom —me miró sorprendida— ¿Es cierto? —asentí con pena.

Ella comenzó a llorar.

—Me acabo de enterar—habló entrecortada, pues estaba llorando. Yo la abracé.

No sabia que decirle. Para este tipo de situaciones no hay palabras.

Después de un rato, se calmó.

—¿Te quedas a desayunar?

—Claro.

Preparamos el desayuno y cuando estaba listo fui a despertar a Cruz. Desayunamos, nos cambiamos y fuimos de nuevo al hospital.

—¿Han sabido algo?—le pregunte a Lauren. Ella negó — ¿Y sus padres?

—Fueron a desayunar algo.

Estuvimos dos horas esperando a que por fin nos dieran noticias.

—Familiares de Kendall Beckham Adams—todos nos levantamos.

—Somos nosotros—dijo Lauren.

—Tengo noticias no muy buenas— miré atento al doctor sin decir nada. Tenía miedo de lo que nos iba a decir— Tiene una hemorragia interna que no podemos parar todavía— nos miro con tristeza — Si no podemos pararla debo decirles que lamentablemente no podrá vivir.

Sentí un balde de agua fría en todo mi cuerpo. No sabía que hacer, quería destruir todo. Quería que esto fuera un puta pesadilla para poder despertar y que todo estuviera bien.

Estaba enojado, enojado con la vida ¿Como podría quitarle lo mas preciado que tengo?. Estaba enojado conmigo mismo, no la disfruté cuando la tuve. Soy un estúpido, perdí mi tiempo con personas tóxicas que no me querían y que yo tampoco quería. La dejé cuando mas me necesitaba y ahora la vida quería arrebatármela de la peor manera.

Me fui del lugar sin decir nada, no quería hablar con nadie.

—Tom espera— mierda Rachel ¿Que es lo que quieres? — Se que te duele tanto como a mí, pero debemos ser fuertes.

—Soy un idiota Rachel. ¡Soy un idiota!— estaba tan desesperado que comencé a llorar como nunca antes lo había hecho.

—¿Por qué dices eso?—me abrazó.

—La deje cuando mas me necesitó. Le di el lugar a otras personas en vez de a ella que si vale la pena y ahora lo estoy pagando. La vida me la quiere arrebatar— seguí llorando desconsoladamente.

—No digas eso. Ella no se irá de nuestro lado.

—Escuchaste lo que dijo el doctor, ella está muy mal.

—No la subestimes.

***

Ya pasó una semana del accidente, Kendall aún no despierta y sigue en estado crítico. Ya recibe visitas, pero yo no he tenido el valor de entrar. Dice el doctor que tenemos que mantener la calma ya que ella escucha todo; le haría mal escucharnos llorar.

Yo no me despegado de hospital salvo para cosas sumamente necesarias como para comer o asearme. Mis padres también me acompañan, saben lo que Kendall significa para mí.

—Ya es tarde, debes ingerir algo— dijo mi madre preocupada.

—No tengo hambre, mamá.

Mi madre le dijo algo a mi padre, no escuché y la verdad es que no me interesaba en lo absoluto, no tenía cabeza para otra cosa que no fuera el bienestar de Kendall.

—Hijo, ¿Podemos platicar?—dijo mi padre. Yo no le contesté solo salí de hospital, mi padre ya venía atrás de mi— Hijo, estas muy mal— me limité a decir algo, en serio no quería hablar con nadie — Se que ella es alguien importante para ti, pero no sabía que tanto hasta estos últimos días— lo miré con los ojos húmedos.

—La amo papá— por fin las lagrimas salieron de mi.

—Entonces díselo, tal vez es lo que necesita para regresar.

—No lo creo padre. Además no se como reaccionaría Brooklyn.

—Si él verdaderamente es tu amigo, te apoyará. Los apoyara a los dos. No te guardes lo que sientes, tal vez funcione.

—No lo creo, esas son cosas de películas.

—Funcione o no, hazlo. Ella te escuchará, tal vez sea la última vez que te escuche. Piénsalo— se dirigió al hospital.

Mi papá tal vez tenía razón, puede ser la última vez que me escuche.

Estuve todo el día preparándome mentalmente para mañana por fin entrar a verla y decirle lo que siento.

No se que tiene esa chica, esté en el estado que esté me pone muy nervioso.

Siempre fuiste tú. •Tom Holland•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora