Capítulo 33.

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Narra Paula.

—Creo que me voy a desmayar. —Me encontraba caminando de una punta a la otra, mordiéndome la uña, en la sala de espera.

Acabábamos de darle la noticia a todos de que Joaquín y yo estábamos en la dulce espera pero eso no terminó ahí. Todos los presentes tuvimos que salir a las corridas porque Karen había entrado en trabajo de parto y no había manera en el mundo de que la dejáramos sola en este momento. Menos luego de ver como Jeremy pasaba de ponerse pálido como un papel a paranoico para asegurarse de que su mujer estaba bien.

Por su parte, Karen solo nos dio instrucciones a todos para que nos apresuremos y llegáramos lo más rápido posible al hospital. Eran sus contracciones lo que nos preocupaban. Eran cada vez más seguidas y hacían que a todos se nos pusieran los nervios de punta. En nueve meses estarás en la misma situación. Un escalofrío recorrió mi espalda en el momento en que esa idea cruzó mi cabeza.

—Ven aquí, preciosa —Joaquín se acercó y me tomó de la mano. Él me arrastró a su regazo cuando se sentó en uno de los asientos de plástico del lugar—. Todo está bien, en cualquier momento Jeremy saldrá y nos dará buenas noticias. Sólo debes tener paciencia.

—Eso es una ironía. —Puse los ojos en blanco y el rió suavemente para no llamar la atención.

La verdad era que sentir sus brazos a mi alrededor ya me había tranquilizado un poco. Todo el mundo sabía que era una persona de poca paciencia, no había manera de que pasara demasiado tiempo sin saber que esta ocurriendo antes de intentar arrancarle la cabeza a alguien. Mi víctima hubiese sido la enfermera que estaba en el puesto de informe, que no sólo no estaba dándonos información sino que tampoco apartaba los ojos de Joaquín.

Su cabeza hubiese sido mía si mi prometido no me hubiese detenido.

—Deja de querer arrancarle los ojos, ella no me llama la atención —Susurró Joaquín, conocedor de mi reacción, en mi oído—. Sólo tengo ojos para una sola persona y la tengo entre mis brazos en este momento.

Cerré los ojos y enterré mi rostro en el hueco de su cuello mientras una sonrisa se formó en mis labios. Joaquín era condenadamente dulce y siempre sabía lo que decir. Dejé que sus manos me calmaran con suaves caricias. Su pulgar hacia vagos círculos en el lugar donde él estaba sosteniéndome las piernas mientras que con la otra me tenía aprisionado contra su duro pecho. 

No tengo cuando idea de cuanto tiempo había pasado mientras sentía sus caricias hasta que sus labios se apretaron en mi frente, provocando que mis ojos se abrieran. Escuché el ritmo de apresurados pasos y, cuando levante la vista, me encontré con que Jeremy se dirigía a nosotros con una sonrisa enorme en el rostro. Fue eso lo que necesité para terminar de calmarme y ponerme de pie.

—Ian ya nació, el está en perfecto estado al igual que Karen —Los ojos de Jeremy brillaban intensamente—. Ella se encuentra descansando ahora, creo que sería mejor dejarla por el momento. Además, sus padres están a punto de llegar con los míos y no creo que tomen bien que alguien más conozca antes a su nieto —Jeremy hizo una mueca—. Gracias por acompañarnos.

—Estoy tan feliz por ustedes —Salté de los brazos de Joaquín para abrazarlo, sentí todo el revoltijo de emociones apoderarse de mi—. Diablos, creo que las hormonas harán estragos conmigo.

—Lo llevarás bien —Dijo Jeremy mientras depositaba un beso en mi frente—, ahora ve  a descansar, seguramente mueres de sueño.

Y, como para demostrar su punto, bostecé como un oso. Tanto Joaquín, que había observado el intercambio con una pequeña sonrisa, como Jeremy comenzaron a reírse a mi costa, lo que llevó a que hiciera un gran puchero que los hizo reír aún más. En ese instante, los chicos volvían, todos con un vaso de café en las manos. Todos menos Anahí que estaba en la misma situación que yo sólo que un par de meses más adelantada. Llevaba cuatro meses de su embarazo y comenzaba a notarse la hinchazón en su vientre.

Una vida contigo. [EDMMA #3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora