Capítulo 37.

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Narra Paula.

—Sos consciente de que nuestras madres enloquecerán ¿No? —Pregunté mientras ambos caminábamos por el centro comercial, tomados de la mano, quería comprar algo para los bebés y Joaquín me estaba consintiendo— No puedo creer que tendremos dos hijos.

—No puedo creer que escuchamos el latido de sus corazones —La sonrisa de felicidad de Joaquín me tenía más enamorada de él, si eso fuera posible—. Ese momento fue muy loco, magnífico, pero loco.

—Mira lo que salió de tu insistencia de ir al médico —Me reí ante la locura que se había desatado por ese maldito vómito matutino—. Si me costaba hacerme la idea de tener a una sola personita creciendo dentro mio, saber que son dos me tiene con los pelos de punta.

—Serás una excelente mamá y no estarás sola —Él me tomó entre sus brazos antes de besar la punta de mi nariz—. Nunca voy a permitir que te suceda algo a ti o a nuestros hijos, son todo mi mundo, Paula.

—Dios, ellos van a ser iguales a ti. —Sonreí al imaginarme no solo a uno, sino a dos niños con los ojos y el cabello de su padre. Los amaría con todo mi corazón, de eso no había dudas.

—Sabes que pueden ser dos nenas, ¿No? —Preguntó arqueando una ceja— Mara va a estar encantada de tener tantos bebés para enseñar y cuidar.

—Se volverá loca cuando se de cuenta que no será la única en nuestras vidas, Joaquín —Suspiré al pensar en mi pequeña sobrina—. No sabemos como va a tomar la llegada no de uno ni de dos, sino de tres bebés. Sinceramente me preocupa un poco.

—Ella estará bien, sólo no debemos descuidarla —Una sonrisa apareció en sus labios—. Ahora es un buen momento para ir a buscarla y llevarla a un lugar que le gusta mucho.

—Tengo todas estas bolsas —Porque, si, había comprado cuanto se había cruzado en mi camino. Paula embarazada eres un peligro para las finanzas—. No podemos ir con todo esto si no le compramos nada.

—Dejaremos las bolsas en casa y luego la vamos a buscar —Joaquín tomó las bolsas de mi mano con una de las suyas y con la otra me arrastró hacia el estacionamiento—. Sabes, te alteras más fácil y la desesperación es más fuerte con esto del embarazo.

—No es cierto. —Me solté de su agarre y fruncí el ceño. Yo no había cambiado, no estaba más alerta y para nada me desesperaba.

—Ok, debe ser parte de las hormonas. —Su sonrisa de hoyuelos apareció y sentí que me derretía en un charco a sus pies. Sip, las hormonas definitivamente no eran mis aliadas.

—Lo bueno es que aún no se me dio por llorar —Dije solo para provocarlo e intentar sentirme normal—, porque tendrías que conseguir cajas y cajas de pañuelos para calmarme.

—No lloraras, preciosa, no hay razón para que llores. —La seguridad que me brindaba me daba tanto alivio que no le encontraba explicación. Sentí el nudo en mi garganta y la humedad llegar a mis ojos. ¡Alerta lágrimas, alerta lágrimas!

—Deja de decir cosas cursis y no lloraré —Tomé una larga respiración para encontrar mi eje—. Ahora vamos, antes de que me transforme en María Magdalena y llore cual fuente.

Joaquín rió mucho con mis palabras antes de llevarme a sus brazos para un gran abrazo. Sus labios buscaron los mío, volviéndome a convertir en una masa gelatinosa y con el corazón latiendo a mil. Sabía que estaba lista para esto aunque los miedos siempre estarían. No sabía muy bien como llevar a dos bebés y eso realmente me asustaba, pero no dejaría que eso me molestara.

Una sonrisa se dibujó en mis labios de solo pensar que él me cuidaba y mimaba cuanto quería y podía, sin que ambos descuidáramos lo que teníamos a nuestro al rededor. Las bolsas que estábamos llevando a casa eran las primeras compras que hacíamos y, eso, hacía más real todo. Nunca en mi vida me imagine dejando de ir al trabajo para solo ir de compras, pero mírame ahora y no tengo un gramo de arrepentimiento.

Una vida contigo. [EDMMA #3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora