Capítulo 19.

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Narra Joaquín.

Haberme quedado dormido no fue un problema. Lo extraño fue no haber encontrado a Pau en ninguna parte. Me había dejado solo en la habitación, cuando había tenido la esperanza de que durmamos un rato juntos antes de salir a explorar. Al parecer ella no estaba cansada o le estaba molestando algo y no me lo estaba diciendo.

Tomé una larga respiración. No me enojaría con ella, no tenía porqué pero me dolía que se haya ido y ni una nota me haya dejado. Tomé una muda de ropa para darme una ducha. Quizás eso ayudaría a tranquilizarme. Después de todo, había recibido buenas noticias.

Raechel me había llamado para avisarme que había conseguido retrasar un par de días las reuniones con los vendedores pero me hizo jurar que iría a verla a penas terminara volviera. Era una gran profesional y no me había costado mucho acostumbrarme a sus manejos. Era una digna hermana de Jeremy, ambos eran como peces en el agua cuando a acuerdos y contratos se trataba.

Cuando estaba a punto de llamar a Pau para saber donde estaba, alguien golpeó a mi puerta. Una Karen muy nerviosa me recibió cuando la abrir y comencé a preocuparme por Paula. ¿Dónde se había metido?

—¿Karen? ¿Qué sucede? —Me atreví a preguntar, con todos mis sentidos alertas.

—No lo sé, pero a Pau la pasa algo. —Murmuró antes de levantar la vista hacia mi.

—Dime que sabes y trataré de ayudarte. —Si algo le estaba pasando a Paula debía saberlo.

—Ella vino a pedirme si podía ir al lugar que Scott nos consiguió para los ensayos —La miré confundido—. No se que le pasaba, aunque no tenía buena cara Joaquín. No le pregunté nada para no ponerla alerta, pero no me gustó lo que vi. Se que Paula es adulta y sabes muy bien que algo le sucede cuando pide ensayar o bailar sola.

—Lo sé —Me aseguré de tener la llave de la habitación y mi celular—. ¿Tienes la dirección del lugar? Iré a ver como está.

Karen sacó de su bolsillo algo como un pase y un papel con la dirección para entregarme. Ella venía preparada.

—Avísame si algo sucede en cuanto puedas. —Asentí y fui directo al ascensor para ir a la calle.

No fue difícil encontrar el lugar, era exactamente el mismo que habíamos utilizado con Kathia cuando la gira de Wood nos había traído hasta aquí. Puede que haya pasado tiempo, pero aún lo recordaba. Había sido uno de los poco lugares en los que habíamos logrado congeniar con Kathia más allá del escenario.

La recepcionista fue amable y trató de negarme el paso, al parecer Paula había pedido toda la privacidad posible. En cuanto le enseñé mi pase mientras le comentaba que era su compañero y que habíamos acordado encontrarnos allí para un ensayo previo al general, aceptó guiarme sin problemas.

No tardé demasiado en reconocer el lugar en el que Paula se encontraba. Los acordes tan conocidos de un piano y un violín fundiéndose me llegaron a los oídos, sirviendo de un aviso. Cada vez que Paula escuchaba y bailaba aquel tema era porque algo le pasaba. Ella decía que era su cable a tierra, la única forma de alejarse de todos los tormentos que atravesaba en ese momento, de desconectarse de todo.

Cuando entre vi a una Paula entregada al ritmo, moviendo a su cuerpo a la perfección, desconectada de todo menos de la música. Sus ojos estaban cerrados mientras realizaba cada pequeño movimiento siguiendo cada una de las notas de la melodía. Ella era hermosa. Miré sus pies y llevaba las zapatillas que Mimí, su abuela, le había regalado.

Mimí había fallecido hace un par de años y había sido duro para Paula. Tardó más de dos meses volver a ser la de siempre aunque seguía teniéndola presente cada vez que podía. La mujer había sido uno de sus grande pilares y al irse había dejado un hueco muy grande en el corazón de mi novia. De todas maneras debo agradecerle la promesa que le obligó a hacer, la que Paula juro que cumplir toda su vida. Mimí sabía que Paula se desmoronaría y le hizo jurar que, por más que tardara un tiempo, retomaría todas y cada una de las cosas que amaban y formaban parte de ella.

Una vida contigo. [EDMMA #3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora